¿Quién tiene miedo de los kurdos?

Hace unos días se cometió una nueva masacre de personas kurdas en pleno París. Como hace exactamente diez años, cuando tres kurdas fueron asesinados por un individuo armado, incluida una responsable del movimiento de mujeres kurdas.

Hace unos días se cometió una nueva masacre de personas kurdas en pleno París. Como hace exactamente diez años, cuando tres kurdas fueron asesinados por un individuo armado, incluida una responsable del movimiento de mujeres kurdas. Sabemos que el individuo en cuestión ya había atacado un campo de exiliados, pero por el momento no sabemos mucho sobre las condiciones en las que llegó a tomar por objetivo al Consejo Democrático Kurdo de Francia, precisamente en el momento en que debía celebrarse una importante reunión del movimiento de mujeres kurdas.

Este nuevo ataque terrorista contra la minoría kurda debe llevarnos a redoblar nuestra solidaridad con su lucha, pero también a examinar el proyecto político que llevan a cabo las organizaciones kurdas que son constantemente puestos en el punto de mira del régimen de Erdoğan, la extrema derecha turca y las corrientes fundamentalistas armadas presentes en particular en Siria, así como el intento de implementar este proyecto en Rojava.

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El asesino racista que mató a tres personas kurdas en París el 23 de diciembre de 2022 dijo que los odiaba por haber “hecho prisioneros en su lucha contra Daesh en lugar de matarlos”. Unas semanas antes, el 13 de noviembre, un atentado en Estambul había dejado 6 muertos y 81 heridos. El presidente turco Recep Tayyip Erdoğan acusó inmediatamente al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y a las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG) de ordenar el atentado “desde Kobane”. Un pretexto ideal para lanzar una nueva operación militar en el norte de Siria. La secuela es conocida: bombardeos intensivos sobre Rojava y la amenaza de una operación terrestre. Erdoğan está dispuesto a hacer cualquier cosa para ser reelegido la próxima primavera.

El PKK, las YPG y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) niegan cualquier implicación en este atentado y revelan que la persona detenida es una siria árabe casada tres veces con miembros de Daesh y cuyo hermano es comandante del Ejército Sirio Libre (ESL), que opera en Afrin, de la mano con el ejército turco. Además, su teléfono móvil incluía el número de teléfono del líder fascista del Partido de Acción Nacionalista (MHP) de Sirnak en Turquía. Todo esto parece una puesta en escena. Como durante el asesinato de nuestros tres camaradas kurdos, en pleno París en enero de 2013, atribuido “a una disidencia del PKK”. ¿Víctimas los kurdos? Ciertamente. ¿Pero no es porque proponen un proyecto político muy innovador la razón por la que son atacados por nacionalistas turcos, árabes y otros?

El 9 de diciembre de 2022, en Orient XXI, Jean Michel Morel precisó: “Si quiere ser reelegido a la magistratura suprema, Erdoğan debe convencer más allá de su campo y asegurarse más que los votos de sus partidarios del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), así como las de su aliado, el Partido de Acción Nacionalista (MHP) y los delegados de su rama paramilitar, los Lobos Grises fascistas. Para ello, se ha vuelto a activar la palanca del nacionalismo y el racismo antikurdo. En este contexto, la bomba de la calle Istiklal en Estambul (si no fue puesta por el Servicio Secreto Turco) fue una feliz sorpresa (…) Ahora, para el presidente, la prioridad es reagrupar ‘en torno a la bandera’ a quienes recuerdan con miedo la proliferación de atentados ocurridos entre 2015 y 2017. También se trata de señalar para la venganza popular a los enemigos que le resisten: el PKK en las montañas Qandil en el norte de Irak, y el PYD (Partido de la Unión Democrática) en el Rojava sirio. Enemigos contra los que ha multiplicado las operaciones militares, utilizando los drones Bayraktar TB2 para cometer asesinatos dirigidos a funcionarios del PKK y del PYD e invadiendo tres veces el norte de Siria”.

Un proyecto político que molesta

Desde hace 10 años, la población kurda siria, con sus socios árabes, siriacos y otros pueblos que viven en Siria, han estado tratando de establecer un sistema político multicomunitario y multiconfesional. No es fácil en un mundo plagado de un preocupante aumento de nacionalismos de extrema derecha. Optar por una Siria federal, descentralizada, con una amplia autonomía en lugar de un pequeño Kurdistán sirio independiente (Rojava tiene la superficie de Bélgica) no era fácil.

En 2011, al comienzo de la revolución siria, las y los kurdos sirios, que en su mayoría apoyaban la política del clan conservador del PDK de Barzani en Irak, fueron presionados para unirse a la oposición siria con sede en Estambul y reunida en el Consejo Nacional Sirio. Pero antes de comprometerse, querían obtener garantías: si ganaban contra el régimen sirio, ¿tendrían derecho a la autonomía, al respeto de su identidad? Bassam Ishak, cristiano siríaco, ex director de una organización de derechos humanos en Hesekê, se unió en primer lugar al Consejo Nacional Sirio (CNS) antes de sumarse a las fuerzas políticas en Rojava: “Cuando la revolución pasó de manifestaciones pacíficas a una insurrección armada, el CNS cambió su objetivo. La oposición siria que el CNS dice representar quiere expulsar a Bashar al-Assad sin atribuir ninguna forma de autonomía o reconocimiento al pueblo kurdo en Siria. Por lo tanto, tenía que elegir entre el proyecto de estado religioso del Consejo Nacional sirio, el de una Siria árabe nacionalista como era antes y el de un estado pluralista. La mejor manera de evitar que volviéramos a tener un dictador en Damasco era repartir el poder entre las regiones. Así que me uní a la opción de una solución federal y democrática propuesta por los kurdos” (1).

La derrota del Ejército Sirio Libre

En la misma onda está Hikmet Habib, árabe de Qamishlo y copresidente del Consejo Democrático Sirio, la rama política de las Fuerzas Democráticas Sirias, una alianza kurdo-arabe-siriaca que gestiona el norte y el este de Siria. Hikmet Habib perdió a varios miembros de su familia en la lucha contra Daesh. Se unió al Ejército Sirio Libre al comienzo de la revolución siria: “Formaba parte del ESL, pero lo dejé cuando me di cuenta de que se comportaban muy mal con la población civil. Secuestro, extorsión, robo y violación. Me uní a las Fuerzas Democráticas Sirias y su Consejo Democrático Sirio, ya que quiero luchar por una Siria descentralizada” (2).

Lo que ocurre en la provincia de Afrin tras su invasión por Turquía, simboliza el proyecto político que Erdoğan pretende aplicar en todo Rojava. En el cantón de Afrin se están produciendo cambios demográficos. La ciudad era en un 95% una ciudad poblada por personas kurdas; ahora son solo el 15%. Este es el resultado de la limpieza étnica a la que se han entregado las autoridades turcas y sus mercenarios sirios. La población kurda fue reemplazada por sirios de Idlib o Guta, a menudo familias de yihadistas que lucharon con el Estado Islámico o con Al Nusra. Saqueos, robos, violaciones, secuestros para pedir rescate, esto es lo que espera todo el norte de Siria si Erdoğan instala una “banda de seguridad” de 30 kilómetros a lo largo de la frontera turco-siria.

El Ejército Sirio Libre, o lo que queda de él hoy, perdió definitivamente toda credibilidad cuando sus milicianos acompañaron a los tanques turcos que vinieron a masacrar la población kurda en Afrin en 2018 o en Tal Abyad y Serêkaniyê en octubre de 2019. Hoy, ayudantes del ejército turco, son estos mismos milicianos los que controlan la provincia de Afrin y la zona entre Tal Abyad y Serêkaniyê. Ilham Ahmed, copresidenta del Consejo Democrático Sirio, también justifica la imposibilidad de que los kurdos sirios se unan a la oposición siria establecida en Estambul: “La mayoría de los grupos armados sobre el terreno son extremistas y tienen el apoyo de Turquía. Tratar de llegar a un acuerdo con estos grupos radicales y yihadistas sería para nosotros un suicidio” (3).

Kobane: el punto de inflexión

Al comienzo de la guerra en Siria, el régimen de Assad retiró gran parte de sus tropas de las regiones kurdas para utilizarlas en otros lugares. El Partido de la Unión Democrática, convertido en el partido más importante de las regiones kurdas de Siria, aprovechó el vacío institucional para establecer su modelo de sociedad en Rojava, optando por la estrategia de la tercera vía. El PYD, a la vez que se oponía al régimen de Assad, que había estado oprimiendo a los kurdos durante décadas, no estaba a favor de un levantamiento armado. Y mucho menos cuando la dirección político-militar de esta oposición armada estaba en manos de grupos yihadistas.

Después de la reconquista de Kobane, en 2015, por las YPG y las YPJ, ayudadas por el PKK, las fuerzas kurdas continuaron su avance. La población kurda en Siria no tardó en apoyar a las YPG y unirse al proyecto del PYD. Ambos aseguraban la seguridad y comenzaron a establecer estructuras democráticas, inspiradas en el comunalismo de Murray Bookchin y Abdullah Öcalan (4). El dirigente kurdo iraquí Barzani, por otro lado, durante mucho tiempo mimado por Estados Unidos e Israel y, por lo tanto, también por Bernard-Henri Levy y gente como Caroline Fourest, mantiene buenas relaciones con Turquía y aboga por un pequeño Kurdistán independiente en Siria.

¿Vivir juntos o nacionalismo retrógrado?

Adoptado en 2014, el texto fundamental, el Contrato Social de la Federación Democrática del Norte y del Este de Siria, rechaza el nacionalismo y aboga por una sociedad igualitaria, paritaria, respetuosa con los derechos de las minorías. El gobierno autónomo ha establecido un nuevo sistema educativo. Una de sus prioridades fue el establecimiento de un programa escolar en tres idiomas, árabe, kurdo y siríaco, con nuevos contenidos educativos para materias no científicas.

El establecimiento de un sistema federal descentralizado va en contra de los nacionalismos árabe, turco, iraní e incluso kurdo. Las comunidades no kurdas en Siria no iban a comprometerse con la población kurda siria por un Kurdistán independiente en el que a su vez serían una minoría dependiente de la buena voluntad de los nuevos dueños. Donde las FDS y el Consejo Democrático Sirio (CDS) tienen el poder, establecieron municipios, consejos municipales, regionales y provinciales en los que la población siria, armenia, turcomana, kurda y árabe goza de una representación proporcional y del respeto de todos sus derechos. Esta es la razón por la que Raqqa pudo ser liberada por fuerzas compuestas principalmente por árabes. Y también por eso la invasión de Turquía en Tal Abyad y Serêkaniyê no condujo a un levantamiento de las tribus árabes contra la población kurda.

Mazloum Abdi, comandante en jefe de las FDS, conoció las cárceles del régimen de al-Assad y su cabeza está puesta a precio por Erdoğan. Según él, “una de las metas del ataque militar turco en octubre de 2019 fue romper la unidad existente de los habitantes de la región entre kurdos, árabes y siriacos cristianos. Pero sucedió lo contrario. Mucha gente esperaba que nuestro trabajo, que se lleva a cabo aquí desde hace ocho años, fuera aniquilado y que las FDS desaparecieran, pero los vínculos entre las comunidades son más fuertes que nunca. Las poblaciones no quieren ni Turquía, ni un regreso del régimen” (5).

Polat Can, comandante de las YPG, fue responsable de las operaciones que llevaron a la liberación de Deir Ezzor. En 2020, testificó esta evolución de las relaciones entre las poblaciones kurdas y árabes: “Cuando era responsable de la liberación de la región de Deir Ezzor, tenía 13.000 soldados bajo mis órdenes. Sólo 100 de ellos eran kurdos. Los demás eran árabes. La gran mayoría de los 1000 mártires son árabes. Vivimos juntos, trabajamos juntos, nos vemos obligados a respetarnos mutuamente. Es difícil, pero estamos cambiando las mentalidades. En el norte y el este de Siria, árabes y kurdos viven actualmente juntos, y esto va cada vez mejor. Hay que saber que la mayoría de las y los árabes no quieren un regreso del régimen aquí” (6).

El proyecto político de una federación democrática interpela al régimen de Damasco. Para que sea viable, tarde o temprano, al-Assad y/o sus protectores rusos o iraníes tendrán que otorgarle una forma de autonomía. Hoy en día, no hay ninguna declaración, ningún paso concreto ni de Damasco, ni de Moscú y mucho menos de Teherán hacia un reconocimiento de la autonomía kurda dentro de una Siria descentralizada. La negativa de Damasco a encontrar un compromiso sobre la cuestión de la autonomía o la descentralización impide cualquier acuerdo político con el pueblo kurdo. Sin el apoyo de Irán y Rusia, el régimen es incapaz de mantenerse. Los pocos soldados desplegados en el noreste son una fuerza demasiado débil en comparación con las FDS y de ninguna manera significan un “retorno del régimen” al norte y el este de Siria.

No hay acuerdo con Damasco

“La desconfianza dentro de las comunidades árabes, turcomanas y otras hacia los kurdos era grande. Temían que quienes derrotaron a la Organización del Estado Islámico (ISIS) se vengaran de los malos tratos de las autoridades sirias hacia los kurdos. Los kurdos han sufrido mucho por la política de asimilación del régimen baasista”, recuerda Hikmet Habib. “Tan pronto como las FDS liberaron áreas mantenidas por ISIS, hicimos grandes esfuerzos para restablecer la confianza creando comités de reconciliación y consejos que representaban a todo el mundo. Hoy en día, podemos decir que el 60% de los miembros de las FDS provienen de tribus árabes”.

La población kurda de Siria se abstiene de cualquier colaboración con el régimen. Más bien hablan de una cohabitación. Antes de 2010, Damasco designaba a los gobernadores en las provincias que a su vez designaban a sus subordinados. Desde que existe la Federación, la administración en el norte y el este de Siria está descentralizada con representantes de todas las comunidades y ya no hay religión estatal. Ilham Ahmed, copresidenta del Consejo Democrático Sirio, que en julio de 2018 dirigió una delegación del CDS a Damasco para las primeras conversaciones con el régimen de Bashar al-Assad: “Exigimos que la Siria del mañana incluya zonas autónomas. Queremos una nueva Constitución en la que esté inscrita la descentralización”, nos explica la que, en julio de 2018, dirigió una delegación del CDS a Damasco para las primeras conversaciones con el régimen de Bashar al-Assad.

En octubre de 2019, en la revista online Orient XXI, el periodista Fehim Tastekin explicaba: “La posición de Damasco hacia los kurdos se formuló de la siguiente manera: ‘Deshágase primero de las tropas norteamericanas y luego veremos’. Pero las y los kurdos no tienen ninguna garantía de que Damasco, Moscú o Teherán les den la autonomía que reclaman, ¿cómo podrían haber pedido a Estados Unidos que se retirara? Además, las FDS exigen autonomía militar, algo que el ejército sirio oficial no está dispuesto a concederles”.

En 2019, después de la enésima invasión turca en el norte de Siria, y tras un acuerdo con Rusia, el ejército regular se desplegó en la frontera turca, instalando unos pocos puestos fronterizos. Es menos una presencia militar que una presencia política simbólica para evitar que Turquía vaya más allá de la zona entre Tall Abyad y Serêkaniyê. Pero a Damasco le gustaría aprovecharlo para recuperar el control de todo su territorio. Las FDS se niegan y establecen sus condiciones.

Para Polat Can, “Rojava no puede volver a la situación anterior a 2010. Esto nunca sucederá. No dejaremos al pueblo kurdo privado de sus derechos y no destruiremos la relación entre kurdos, árabes y cristianos. Aparte de eso, podemos negociar todo lo que quieran: el nombre de la región, la bandera, la frontera, todo. Hay un acuerdo militar con el régimen sirio para asegurar la frontera, pero en otros lugares, son las FDS las que siguen controlando la región del norte y del este de Siria: Manbij, Kobane, Raqqa, Tabqa, Qamishlo, Hesekê, Derik… y es nuestra policía, los Asayish, quien controla los check-points”.

Mazloum Abdi precisa: “Pedimos dos cosas esenciales al régimen sirio para obtener una solución a largo plazo en Siria. Uno: que la autonomía forme parte de la constitución siria. Dos: que las FDS formen constitucionalmente parte de la defensa de toda Siria. Mientras no se realicen estas demandas, no habrá acuerdo porque son nuestras líneas rojas. Las y los combatientes de las FDS tendrán que hacer el servicio militar aquí, en esta región”.

Relaciones con Estados Unidos y Rusia

Según Polat Can, “el hecho de que estas potencias no hayan instalado una zona de exclusión aérea, una no-fly zone, nos ha hecho mucho daño. Puedo decirte: si ahora tuviéramos una zona de exclusión aérea, podríamos recuperar Tall Abyad y Serêkaniyê en una semana. Conocemos bien a todos esos mercenarios. Son ex-al Nusra, ex-combatientes del Estado Islámico. Los hemos combatido y derrotado en el pasado. Turquía, por lo tanto, la OTAN, los promueve y los ayuda. Rusia quiere recuperar el control de toda Siria, y está realmente muy enfadada por la relación que nosotros, las FDS, mantenemos con la coalición internacional liderada por Estados Unidos. Los rusos quieren trabajar con nosotros y encontrar una solución con Damasco, pero en vista de sus relaciones con Turquía, no confiamos en ellos”.

En 2018 en Qandil, una cadena montañosa que alberga a las tropas del PKK, nos reunimos con Riza Altun, un alto responsable del PKK. Las circunstancias eran especiales: tuvimos que cambiar de coche varias veces y dejar nuestros teléfonos móviles muy atrás. En el aire, un dron turco volaba sobre nosotros. Riza Altun nos dijo entonces: “Hoy en día hay contradicciones en todas partes. Originalmente, los estadounidenses no tenían la intención estratégica de apoyar a las FDS. Los kurdos saben muy bien que Estados Unidos es un Estado imperialista, pero nos vemos obligados a mantener esta relación paradójica, porque nuestra supervivencia está en juego”.

Rojava bajo la amenaza de una nueva invasión terrestre

Desde hace varios meses, Erdoğan amenaza con una invasión terrestre de Rojava y más allá para completar su zona de seguridad desde Afrin hasta Qandil. Los rusos utilizaron estas amenazas para llevar a las FDS a ceder el norte y el este de Siria a Damasco. Las FDS se negaron. En cuanto a Rusia, sabe que está jugando un juego arriesgado con Turquía, que una vez que ha ocupado un territorio no se retira. El ejemplo del norte de Chipre está ahí para demostrarlo.

Por su parte, Estados Unidos, aunque permiten a Ankara bombardear Rojava y utilizar drones asesinos, ha pedido explícitamente a Turquía que no emprenda ninguna invasión terrestre. Por dos razones: los territorios sirios ocupados por Turquía son santuarios para toda la galaxia de yihadistas de Al Qaeda, ISIS, Hayat Tarhir al-Sham, el Ejército Nacional Sirio, formado por mercenarios sirios al servicio de Turquía, los restos del ESL, etc. En este contexto, las FDS siguen siendo sus aliados más eficaces. La lucha contra ISIS está lejos de haber terminado. La organización acaba de atacar la prisión y el municipio de Raqqa. Las FDS están amenazadas por todos lados.

En Siria, el proyecto democrático de las Fuerzas Democráticas Sirias amenaza al nacionalismo árabe del régimen de al-Assad. En Turquía, este mismo proyecto democrático podría, en las elecciones del próximo año, derrotar la política de negación del pueblo kurdo de Erdoğan que gobierna con los fascistas del MHP. En Irak, la coalición kurda PDK-UPK (Partido Democrático de Kurdistán – Unión Patriótica de Kurdistán) es constantemente objeto de la ira del pueblo que acepta cada vez menos la corrupción y la mala gestión del país. Y en Irán, el eslogan, Jin, Jiyan, Azadi (Mujer, Vida, Libertad) lanzado hace años por la rama feminista del PKK se ha convertido en el principal eslogan que sacude al régimen de los mulás.

La mayor amenaza para la aventura revolucionaria de Rojava es su aislamiento y desgaste. Ahora sabemos que el socialismo en un solo país no es viable. Los propios kurdos hacen todo lo posible para extender esta experiencia revolucionaria a otros países. ¿No podríamos apoyarlos y ayudarlos a tener éxito? Su éxito será el nuestro. Su fracaso también.

Notas:

(1) Ver: “Una utopía en el corazón del caos sirio”, Le Monde diplomatique, septiembre de 2017, por Mireille Court y Chris Den Hond, https://mondiplo.com/una-utopia-en-el-corazon-del-caos-sirio. Y en video para OrientXXI: https://youtu.be/Js6PAWd202M.

(2) Ver: “Rojava: entre compromiso y utopía. Qué autonomía para los kurdos en la Siria del mañana”, Le Monde diplomatique, diciembre de 2018, por Mireille Court y Chris Den Hond. https://mondiplo.com/rojava-entre-compromiso-y-utopia  Y en video para OrientXXI: https://youtu.be/AkdpNniwkjE.

(3) Ver: Stephen Bouquin, Mireille Court, Chris Den Hond (coord.), La Commune du Rojava, l’alternative kurde à l’État-nation, (La Comuna de Rojava, la alternativa kurda al Estado-nación), París, Syllepse, 2017

(4) Entrevista con Mazloum Abdi y Polat Can por Mireille Court y Chris Den Hond, diciembre de 2019. https://www.revue-ballast.fr/rojava-les-populations-ne-veulent-pas-de-la-turquie-ni-dun-retour-du-regime-syrien/.

(5) Ver: “Damasco y Ankara se disputan el enclave sirio. El futuro postergado de Rojava”. Le Monde Diplomatique, febrero de 2020, por Mireille Court y Chris Den Hond https://mondiplo.com/el-futuro-postergado-de-rojava.   Y en video para OrientXXI,  https://youtu.be/a2p9tGMe7Mw

FUENTE: Chris Den Hond / Contretemps / Traducción: Diego del Norte