Rojava: una identidad construida y ligada a la agricultura

El modelo económico propio del sistema de Autonomía Democrática ha sido presentado en la exposición de Terra Madre dedicada a la agricultura, el ecologismo y modelos cooperativos.

El Salone del Gusto Terra Madre es una exposición internacional gastronómica que se celebra cada dos años en Turín.

La exposición está organizada por la asociación Slow Food, la Región de Piemonte y el ayuntamiento de Turín, y reúne a productores y artesanos venidos de todo el mundo.

Este año, el modelo de cooperativas autogestionados de Rojava ha sido presentado en el evento al que asistieron más de 5.000 delegados de 150 países, 800 productores y artesanos, 300 miembros de Slow Food y 500 comunidades alimentarias de la red de Terra Madre.

Terra Madre es un evento con un carácter global dedicado al ecologismo, la economía solidaria y proyectos comunitarios de todo el mundo.

En las regiones gobernadas bajo el modelo de autonomía democrática en Rojava, el sistema económico se basa más en el autoabastecimiento y satisfacción de las propias necesidades antes que en el lucro y el beneficio.

El objetivo es implicar a toda la sociedad en la producción y crear un nivel de vida que mejore el bienestar de todos los ciudadanos de una forma digna.

Durante décadas el régimen sirio había impuesto en Rojava una política económica orientada a sus propios intereses, impidiendo el desarrollo económico de la región.

En los siete años de guerra civil, las condiciones de represión impuestas por grupos como el ISIS o al-Nusra, sumadas a los ataques del estado turco, han empeorado la situación. A todos estos obstáculos se ha de añadir el embargo que han impuesto a Rojava los países vecinos, que tratan de impedir la llegada de productos esenciales y necesarios para el sistema productivo de Rojava.

Ozlem Tanrikulu, representante del Comité para la Reconstrucción de Kobanê y presidenta de UIKI (Oficina de Información de Kurdistán en Italia) ha realizado una intervención en el marco de las actividades organizadas durante la exposición. “Todavía no hemos tenido  éxito a la hora de desarrollar un sistema económico como el que estamos planeando, pero hemos puesto los cimientos para entender los principios y modelos de producción y adaptarlos a nuestro proyecto”.

En el contexto de las condiciones existentes actualmente en Rojava, la zona económica dentro del sistema de Autonomía Democrática está organizada por 5 comités: a) Agricultura y Ganadería b) Industria, c) Comercio, d) Cooperativas y e) Economía de Mujeres. Estos comités, según Tanrikulu, “han sido creados sobre las estructuras ejecutivas existentes de cada consejo. Hemos intentado montar cooperativas y unidades económicas en cada área a nivel comunitario. La economía tiene algunos principios básicos que son aplicados para incrementar la calidad de la producción económica. En este contexto de igualdad de derechos, las medidas orientadas a mejorar la competividad son consideradas. Los impuestos se calculan sobre los precios”.

Tanrikulu también ha explicado la situación ecológica de la región y la orientación del sistema de Rojava de buscar el equilibrio en condiciones tan difíciles: “Se aplican los criterios ecológicos en la producción y el gobierno. La producción económica en Rojava está basada en un 80-85% en la agricultura y la ganadería. La producción de trigo es una parte muy importante de la producción agrícola. Las necesidades de riego para el sistema agrícola se satisfacen en base a los pozos subterráneos. Existen más de 53.000 pozos en Rojava, pero debido a la situación actual solo están en funcionamiento 21.000. El caudal de los ríos esta menguando de forma gradual”.

Debido a la guerra, la producción de pan es la necesidad básica más importante para la población y de forma diaria producimos 55.000 toneladas de harina que es distribuida a la población.

“Tres grandes molinos, trece hornos grandes y más de 251 hornos privados trabajan para cubrir las necesidades de la población. Los comités de agricultura, en colaboración con los centros de investigación agrícola, trabajan en cuestiones como los análisis de tierra, la calidad del agua, el suministro de agua y la salud de la tierra. En cuanto al sector industrial, existen fábricas que producen algodón, alimentos envasados, azúcar, ropa, productos derivados de los olivos y productos de limpieza. La propiedad y la gestión de la mayoría de las empresas ha sido entregada a cooperativas públicas formadas por el sistema de autogobierno.”

Tanrikulu también ha informado sobre la participación y el papel de la mujer en el sistema económica: “Existen 81 cooperativas de mujeres y se realiza una investigación especial para asegurar la participación de la mujer en la producción y la gestión de la economía”.

Tanrikulu ha enfatizado las enormes posibilidades de Rojava: “Kurdistán Oeste posee una tierra muy fértil gracias a las condiciones climáticas. Los cantones de Cizîrê, Kobanê y Afrîn han sido siempre territorios muy atractivos por sus enormes riquezas tanto en el subsuelo como sobre tierra. Estas tierras son particularmente productivas en olivos, trigo, maíz, cebada, garbanzos, especias y también poseen carbón. Todos estos recursos han servido a Siria durante años”.

La Revolución de Rojava, iniciada en julio de 2012, con el pueblo asumiendo el control de la región en asambleas, continúa avanzando de forma extraordinaria en muchas áreas. “Muchas instituciones han sido formadas para organizar el pueblo y proteger y desarrollar los beneficios de la revolución”, ha apuntado Tanrikulu.

El movimiento SlowFood ha contribuido de forma directa al primer proyecto de huertos escolares en Kobanê para colaborar en la reconstrucción de la economía y restaurar la confianza en la población tras los duros ataque sufridos durante estos años, ha recordado Tanrikulu.

En Siria, los pistachos son producidos en las regiones de Kobanê y Manbij.

A pesasr de todo, como ha señalado Tanrikulu, “debido a que la población local ha sido obligada a abandonar su tierra por la guerra, especialmente por la amenaza del ISIS, los cuales han quemado un gran número de plantas, no ha habido prácticamente producción en Kobanê durante los últimos 5 años. Si los árboles de pistachos no son recuperados, podrían desaparecer y la biodiversidad y la supervivencia en las casas más humildes estará en peligro”.