De las llanuras de al-Bab a las montañas del Kurdistán

Gülbahar es una de los siete hijos de una madre árabe y un padre kurdo. Desde el norte de las llanuras sirias de al-Bab fue a las montañas de Kurdistán.

Cualquiera que se dirija a las montañas para unirse a la guerrilla lleva consigo sus propias historias. Y nuevas historias se van añadiendo en cada paso del camino. La historia de Gülbahar, ahora una guerrillera en uno de los picos más altos de las zonas de defensa de Medya, comienza en las llanuras septentrionales sirias de al-Bab.

Gülbahar Botan nació en el pueblo de Kefer Zixerê cerca de al-Bab. Ella es una de los siete hijos de una madre árabe y un padre kurdo. A la edad de cinco años, se preguntó quién era el hombre de la imagen en la pared de la sala de estar. Cuando creció, supo por su padre que era Abdullah Öcalan. Un poco más tarde, los "Apocu" (Apoistas) empezaron a visitar con frecuencia su casa y la imagen ganó una atracción mágica para ella. El número de hombres y mujeres Apoistas que llegaban creció, porque la casa de la familia se convirtió en una parada para aquellos "enviados desde casa al campo". Gülbahar le hizo muchas preguntas a su padre y escuchó las historias de los Apoistas cuyos nombre estaba estrictamente prohibidos. Su padre le dijo: "Tienes que crecer un poco, entonces podrás ser como una de estas mujeres". Hasta que se unió al PKK, pasó su tiempo yendo a la escuela, ayudando con las tareas domésticas y cuidando a los "invitados" antes de su partida.

Ataques de Al-Nusra

Una noche en 2012, la familia se despertó con el ruido de la puerta de entrada rompiéndose. Hombres armados antipáticos invadieron todas las habitaciones y ordenan en voz alta a la familia que se reuniera en la sala de estar. Más tarde, Gülbahar descubriría que eran miembros del Frente Al-Nusra. Los gritos horrorizados de sus hermanos menores se mezclaron con las amenazas de los integrantes de la milicia. Hablaban árabe y turco. Primero destruyeron la televisión, la radio y el teléfono, y luego destruyeron todo lo que tenían a mano. El padre de Gülbahar fue abofeteado, pateado y golpeado con la culata del rifle.

Gülbahar y sus hermanos no entiendieron lo que estaba pasando. Ella, junto con su madre, intentó ayudar a su padre. Ambas fueron arrojadas al suelo. Cuando los hombres amenazaron con matar a sus hermanitos, Gülbahar y su madre callaron y esperaron. Un oficial de la milicia de habla turca dio órdenes a sus hombres y el padre de Gülbahar fue golpeado con todavía más dureza. Luego se lo llevaron por haber ayudado a los Apoistas. Gülbahar recuerda sus palabras tras ser arrastrado: "No temas, volveré". Junto con su madre y sus hermanos, lo miraron marcharse.

"Sentí como si la oscuridad de la noche hubiera entrado repentinamente en la habitación. Corrimos detrás de mi padre, pero lo metieron en un automóvil y se marcharon rápidamente. No podíamos contarle nada a nadie. Si el régimen sirio lo hubiera sabido, las cosas podría haber empeorado. Todos estábamos conmocionados. Mi madre trató de darnos fuerzas, pero estaba incluso peor que nosotros", 

Ha llegado el momento adecuado

Gülbahar no quería resignarse al dolor y la ansiedad que sentía en casa. Estaba convencida de que ahora era el momento adecuado para unirse al movimiento de liberación. Ella quería ser como los Apoistas de los que le habló su padre y a los que los hombres armados de la milicia temían. "Quería encontrarme en el momento adecuado y me preguntaba si debería esperar a la vuelta de mi padre. También me preguntaba si era correcto dejar a mi madre y mis hermanos en ese momento. Mi papá quería que me uniera (a la guerrilla)"

Ya no quería esperar inactivamente y se despidió de su madre: "Dile a papá, cuando vuelva, que fui a buscar las historias de los Apoistas".

En el camino a las montañas, tuvo que esperar en una casa por un tiempo para descubrir que su padre ha sido liberado del encarcelamiento de Al-Nusra por las YPG. Enseñó a los mensajeros, que la acompañaron durante un largo tiempo, fotos de su padre en familia y abrazó a sus compañeras con alegría.

"En ese momento, me quedó claro una vez más que había tomado la decisión correcta. No podía ser una coincidencia", dice. Convencida de que los Apoistas no abandonarían a nadie que hubiera sido bueno con ellos, continuó su camino.

Su propia historia

Ahora Gülbahar lucha en las montañas contra el ISIS, la milicia del frente Al-Nusra o los ocupantes turcos, que solo se diferencian por la vestimenta. La relación sincera y amable en la guerrilla es como medicina para gestionar los tiempos difíciles que han vivido. ELe envió una crata a su padre, firmada con "Tu camarada apoista Gülbahar". En la carta, cuenta su historia en las montañas. Esta vez es ella quien aparece en la historia, es su propia historia.

Le pregunto qué le parece estar en una posición en la cima de una montaña. Entre el ruido de los aviones de combate turcos que pasan, ella repite una frase de Abdullah Öcalan, que escuchó en el video de uno de sus análisis: "El que camina en senderos planos tiene piernas débiles". No fue fácil acostumbrarse a los empinados caminos de montaña que se encuentran tras la llanura del de Siria. Tuvo las rodillas ensangrentadas durante mucho tiempo porque se caía todo el tiempo, dice. Pero con el tiempo, aprendió a moverse por las montañas.

"A veces  me rio de mí misma cuando recuerdo el principio", dice Gülbahar, y añade que contemplar la vida desde la cima de una montaña compensa todo lo vivido.