La pasada noche murieron dos activistas durante las protestas en la plaza Tahrir de Bagdad. Según la información recibida desde el hospital, los manifestantes resultaron fatalmente heridos por granadas de gas lacrimógeno. Estos enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad en la simbólica plaza son los primeros desde que el ex jefe del servicio secreto Mustaraf al-Kasimi asumió el cargo de Primer Ministro en mayo.

El movimiento de protesta en Irak demanda cambios radicales en el sistema político del país desde octubre de 2019. Se quiere poner fin a la corrupción, que se ha tragado una gran parte de los fondos públicos durante 16 años, y a la división del poder gubernamental basada en la etnia y la confesión religiosa. Con la pandemia del coronavirus, las protestas se habían paralizado.

Alrededor de 500 muertos desde el comienzo de las protestas

La Comisión de Derechos Humanos elegida por el Parlamento iraquí informó en febrero de que al menos 550 personas habían muerto en Irak desde el comienzo de las protestas contra el gobierno. Según el informe, dentro de esta cifra se encontrarían 17 agentes de seguridad, mientras que el resto serían manifestantes o activistas. Sólo en Bagdad perdieron la vida 276 personas, en Najaf otras 32.

Según la Comisión de Derechos Humanos, 22 de estos casos serían asesinatos. Los manifestantes hablan de más de treinta personas víctimas de ataques selectivos. Más de 2.700 personas han sido arrestadas, y 328 de ellas siguen en prisión. Además, al menos 72 iraquíes han desaparecido sin dejar rastro, su paradero es desconocido.