Los océanos, que cubren el 70 por ciento de la superficie del planeta, son el principal regulador del clima de la Tierra y absorben aproximadamente el 90 por ciento del calor extremo causado por las actividades humanas.
Parte de la enorme energía encontrada en los mares ayudó a calentar la atmósfera a través de una reacción contraria, haciendo de 2023 el año más caluroso de la historia con desastres climáticos, según un estudio publicado el jueves en la revista Advances in Atmospheric Sciences por 19 científicos de Estados Unidos, China y y universidades italianas.
"Un océano más cálido provoca una atmósfera más cálida y húmeda y condiciones climáticas más impredecibles", explica la revista.
Según estimaciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA) y el Instituto de Física Atmosférica de China (IAP), el calor total en los océanos entre la superficie y los 2.000 metros de profundidad alcanzó en 2023 un nuevo récord, sumando aproximadamente 9 o 15 zettajulios respecto a 2022.
Un zettajulio corresponde a un julio, una unidad de medida de energía seguida de 21 ceros.
"Cada año, el mundo entero consume aproximadamente medio zettajulio de energía para impulsar nuestras economías. En otras palabras, 15 zettajulios son energía suficiente para hervir 2.300 millones de piscinas olímpicas", indica el comunicado.
La energía que se encuentra en los océanos se considera un indicador muy importante para los observadores del calentamiento global, ya que se ve menos afectada por la variabilidad climática natural que las temperaturas de la superficie del océano.
Estos valores, que han batido récords estacionales desde abril, están influenciados por el efecto a largo plazo de este calor extremo acumulado en las profundidades, así como por el fuerte regreso del fenómeno climático natural El Niño en 2023, que se espera que alcanzará su punto máximo en el Océano Pacífico a principios de 2024.
El calentamiento de los mares provoca un aumento de la salinidad del agua en los océanos y la estratificación (separación del agua en diferentes capas), cambiando el intercambio de calor, carbono y oxígeno entre los océanos y la atmósfera.
Se afirma que estos eventos pueden cambiar las corrientes de las que depende el clima, amenazar la vida marina al reducir el oxígeno en el agua y reducir la capacidad de los mares para absorber las emisiones de gases de efecto invernadero.