Las protestas en Irak, que estallaron por primera vez el 1 de octubre, continúan después de la renuncia del primer ministro Adil Abd al-Mahdi el 29 de noviembre. Con la renuncia del primer ministro, el presidente iraquí Barham Salih debería haber dado un nuevo mandato para formar un gobierno dentro de 15 días. Sin embargo, se excedió el plazo prescrito constitucionalmente.
Dado que aún no se ha alcanzado un acuerdo sobre un gobierno que se reúna con la aprobación de los mismos chiítas, así como entre los sunitas y los chiítas, hasta ahora no se pudo formar uno nuevo. El influyente clérigo chiíta Muqtada al-Sadr, que apoya las protestas en Irak, continúa llamando a nuevas elecciones bajo la supervisión de la ONU. El líder religioso chiíta Ali al-Sistani también convocó a nuevas elecciones el viernes para no profundizar aún más la crisis en Irak. El llamado a nuevas elecciones también es una de las demandas de los manifestantes, de los cuales más de 500 han sido asesinados y más de 25,000 heridos desde el 1 de octubre.
Coalición Bina exige nuevo primer ministro
En cambio, la coalición Bina, que está cerca de Irán, exige la instalación inmediata de un nuevo primer ministro y la formación de un gobierno sin nuevas elecciones. De esta manera, la coalición de Bina intenta mantener el status quo y evitar un cambio en la estructura de poder de Irak. Al hacerlo, se dice que está implementando los intereses iraníes para mantener a un gobierno en el poder bajo su influencia o llevarlo al poder. Tal paso amenaza con profundizar aún más la crisis en Irak.
Al-Sadr hizo un llamamiento a la Coalición Bina y a Qusay al-Suhail, el Ministro de Educación Superior, que había sido nominado como candidato por la coalición, para respetar la voluntad del pueblo. Suhail había recibido el apoyo del ex primer ministro iraní Nuri al-Maliki y había ingresado al parlamento en 2018 en nombre de la coalición.