Turquía y la industria armamentista
El Estado turco lleva a cabo una política de establecimiento de nuevas áreas de soberanía e influencia en los Balcanes, África, Medio Oriente y Asia, todo ello dentro de un marco denominado neo-otomanismo.
El Estado turco lleva a cabo una política de establecimiento de nuevas áreas de soberanía e influencia en los Balcanes, África, Medio Oriente y Asia, todo ello dentro de un marco denominado neo-otomanismo.
Hoy estamos en una guerra mundial. El mundo es, en la actualidad, multipolar y las consecuencias de la progresiva caída de la hegemonía estadounidense reorganizan los territorios y las alianzas de los Estados en todo el mundo. Cada Estado con potencia, sobre todo si esta es económica o militar, busca agarrar su parte del pastel. En esta reconfiguración de los poderes en el mundo, el Estado turco también lleva a cabo una política de establecimiento de nuevas áreas de soberanía e influencia en los Balcanes, África, Medio Oriente y Asia, todo ello dentro de un marco denominado neo-otomanismo.
Es innegable que el mercado de las armas es uno de los más prolíficos y lucrativos. A día de hoy, Estados Unidos sigue siendo el mayor vendedor de armas del planeta, seguido por Rusia, Francia y China. Estados Unidos y Francia, así como otros países, se darán cita del 5 al 7 de diciembre en Bogotá, capital de Colombia, en la principal feria de armas de Latinoamérica. Las empresas armamentísticas turcas Aselsan y Otokar estarán presentes en esta feria. La industria armamentista tiene una fuerte posición como es también uno de los elementos integrales de esta estrategia imperialista. Cuando la dictadura se consolidó gradualmente en Turquía, la industria armamentista también creció y se desarrolló hasta cierto punto. La dependencia extranjera de Turquía en la industria bélica no ha desaparecido por completo, pero el país ha llegado a ser capaz de producir y exportar muchas armas en unos pocos años.
En 2022, la participación de Turquía en las exportaciones mundiales de armas aumentó un 0,5 por ciento, recaudando 4.400 millones de dólares. Así mismo, Turquía realizó el 20 por ciento de sus exportaciones de armas a Qatar, el 17 por ciento a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y el 13 por ciento a Omán.
Turquía es el más poderoso miembro de la OTAN en Medio Oriente, y el segundo mayor ejército de la alianza militar atlántica. La industria armamentística turca no para de crecer desde que Recep Tayyip Erdogan entró al poder en 2002. Erdogan es el jefe máximo de la Fundación de las Fuerzas Armadas de Turquía (TAFF, por sus siglas en inglés), dueña del 74,2 por ciento de Aselsan.
Aselsan ha sido incluida en la lista del SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute) como una de las 100 principales empresas productoras de armas y de servicios militares del mundo. Se encuentra en el puesto 56, con ganancias de 2.160 millones de dólares en 2022, producto de la venta de armas. Exporta a 60 países, incluyendo Estados de Medio Oriente y América Latina.
La otra empresa es Otokar, que recaudó cerca de 330 millones de dólares en 2017, de los cuales el 31 por ciento fueron ingresos por exportaciones. Otokar fabrica los vehículos militares Cobra y Akrep utilizados por la policía y el ejército turcos. Estos vehículos se utilizan en la represión de protestas y en los ataques diarios contra las comunidades de las ciudades kurdas.
Entre las armas vendidas por Turquía destacan los drones. Turquía ha vendido más de 500 drones TB2 a 32 países hasta el momento. Estos drones son producto de Baykar y se utilizaron eficazmente en la guerra de Ucrania y en la ocupación de Nagorno-Karabaj. También se utilizan en ataques genocidas contra el pueblo kurdo en Kurdistán Occidental (Rojava), en Siria, y Kurdistán del Sur (Bashur) en Iraq. Cientos de kurdos, en su mayoría civiles, murieron en estos ataques. En octubre de 2023, toda la infraestructura civil de Rojava fue destruida por drones turcos dejando a más de dos millones de personas con problemas de agua y energía. Ataques similares se han llevado a cabo y se siguen llevando a cabo en Bashur.
El Estado turco continúa con sus agresivas políticas de ocupación en África. Por ejemplo, el ejército turco y las armas producidas por la industria bélica turca desempeñaron un papel directo en la guerra de Libia. De la misma manera, durante la guerra civil etíope, el dictador turco Erdogan apoyó a la administración de Addis Abeba vendiendo drones. Las masacres llevadas a cabo por el gobierno etíope en la región de Tigray se han facilitado gracias a los drones procedentes de Turquía. Además, Ankara participó en el asesinato de cientos de miles de personas.
La República de Turquía también participó en los conflictos de países como Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania, Níger, Nigeria, Togo, Senegal y Somalia, proporcionando ayuda y venta de armas. Además, la prensa informó que en 2014 envió armas a la organización Boko Haram -vinculada a ISIS- que opera en Nigeria utilizando THY (las aerolíneas turcas). En los últimos 10 años se han incautado muchos cargamentos de armas desde Turquía hacia Palestina, Yemen, Egipto, Libia, Vietnam y algunos países africanos.
Como puede verse, la industria armamentista turca se utiliza eficazmente para ampliar la soberanía del Estado y fomentar guerras y conflictos. Además, esta industria y el ejército turco cooperan de muchas maneras con el Estado Israelí, que hoy masacra a los palestinos. Esta cooperación continúa en las condiciones actuales.
La industria bélica de otros países es peligrosa para todos. Comprender las implicaciones de esta interconexión nos permite expresarnos si queremos vivir en paz y tener esperanza por un futuro.
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FUENTE: Comité de Solidaridad con Kurdistán – Colombia / Edición Kurdistán América Latina