En la provincia de Van, las familias cuyos hijos se han ido a las montañas y se han unido a las filas del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) enfrentan una brutal represión de las fuerzas estatales.

Las unidades policiales asaltan las casas de esas familias casi a diario, sometiendo a los miembros de la familia a insultos, ataques y amenazas.

La represión política se produce cuando todos los municipios administrados por el HDP en la ciudad han sido incautados por el gobierno, y la prohibición de todos los eventos y actividades democráticos se ha extendido reiteradamente desde la declaración del Estado de Emergencia en julio de 2016.

Las fuerzas estatales turcas han aumentado notablemente sus prácticas arbitrarias en la ciudad, principalmente en las zonas rurales. Las personas están sujetas a altas cantidades de multas, insultos y detenciones. Los detenidos son torturados bajo custodia durante muchos días, se les niega el agua e incluso las familias no son informadas de las detenciones.

Una familia, cuyo hijo está en las filas del PKK, habló con ANF y dijo: “La represión del Estado ha aumentado, particularmente durante el último año. Allanan nuestra casa 2-3 veces a la semana, nos insultan y sostienen sus armas a la cabeza de niños y mujeres. Nos dicen '¿Dónde están sus hijos? ¿Por qué no vas y los traes de regreso? ¿También enviarás a tus otros hijos a las montañas?'. Quieren intimidarnos y reprimirnos. Sin embargo, su represión no causa intimidación sino que solo fortalece nuestro compromiso con nuestra causa".