Madre de un activista en huelga de hambre: ‘Apenas puedo reconocer a mi hijo’
La madre de Bayram Demirhan: “Aunque él dice ‘mi situación es buena’, su peso y su voz nos revelan la gravedad de su situación”.
La madre de Bayram Demirhan: “Aunque él dice ‘mi situación es buena’, su peso y su voz nos revelan la gravedad de su situación”.
Bayram Demirhan lleva 93 días en huelga de hambre junto con miles de activistas y presos, demandando el fin del régimen de aislamiento incomunicado impuesto al representante del pueblo kurdo, Abdullah Öcalan, en la cárceñ cerrada de Mardin.
Demirhan fue encarcelado por primera vez en Kürkçüler, donde estuvo 5 años, y tras ser liberado, pasó otros 6 meses en Van. Unos meses después de salir de allí, fue nuevamente detenido y encerrado en la cárcel de Mardin, donde lleva preso un año y medio.
Kewe Demirhan, su madre, ha ido a visitarle. Tras verle, Kewe explica: “Aunque él dice ‘mi situación es buena’, su peso y su voz nos revelan la gravedad de su situación . Mi hijo está entre el primer grupo de activistas que inició la huelga de hambre. Tras 93 días de ayuno, difícilmente puede ingerir contener ningún líquido”.
‘Trabajador, apasionado ...’
Como resultado de la represión llevada a cabo por el Estado hace 25 años, esta familia se vio obligada a mudarse y emigró a Adana. La madre de Demirhan explica: “Nos mudamos aquí cuando Bayram tenía solo 10 años. Nació y creció en el pueblo. Después de graduarse en la escuela primaria, no quiso asistir a la escuela secundaria. Comenzó a trabajar en los campos junto a nosotros, en el jardín. Después creció, y comenzó a trabajar en la construcción con su padre. Es el quinto de mis 7 hijos, pero es el que más trabaja. Es muy querido por su familia y amigos. Es conocido por su calidez y por ser apasionado”.
‘Apenas podemos comer ...’
Kewe Demirhan fue a visitar a su hijo la semana pasada y casi no lo reconoció, ya que ha perdido mucho peso. “Fui a verlo la semana pasada, y su rostro era tan delgado que casi no pude reconocer a mi hijo. Él dijo que continuarían la huelga de hambre hasta que cesara el aislamiento. Le dejamos algo de dinero. Le preguntamos si necesitaba algo. Dijo que no. Los que están en huelga de hambre se sienten muy tristes por el silencio del exterior. Esta situación es más difícil para ellos que el hambre en sí. Este silencio por parte del gobierno y de las instituciones es duro para ellos. Como madre, mi único deseo es que la demanda de los activistas se cumpla. Es muy difícil para una madre saber que su hijo está en huelga de hambre y que nadie se mueve. El pan que comemos no es pan. Está pasando por nuestras bocas y se atasca en nuestra garganta”.
Ramazan Demirhan, el hermano mayor de Bayram, fue con su madre a visitarlo y ha comentado: “La última vez que lo vi, hace 10 días, estaba muy cambiado físicamente. Ya no pueden consumir líquidos, sus estómago ya no pueden soportarlo. Comentó que le hormigueaban los huesos y que apenas puede dormir”.