La ciudad de Raqqa, en el norte de Siria, siempre ha sido considerada una ciudad multicultural y liberal. Pero entonces, se convirtió en la “capital” del autoproclamado califato del ISIS y el terror pasó a formar parte de la vida diaria. Durante el reinado del terror del ISIS, Raqqa quedó prácticamente destruida. La organización terrorista lideró allí una campaña de aniquilación contra la gente, la naturaleza, la cultura y la historia de la ciudad.
Desde que Raqqa fue liberada por las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) en octubre de 2017, el Consejo Civil de la ciudad ha estado trabajando en la reconstrucción de las infraestructuras. El Ayuntamiento Popular se ha estado encargando de la reforestación de las zonas verdes y los parques en cooperación con el Comité de Medio Ambiente y el Comité de Gestión de Parques. El ISIS destruyó prácticamente todos los parques y los jardines durante su paso. Numerosas zonas verdes en Raqqa y fuera de la ciudad se convirtieron en grandes cementerios.
En marzo del año pasado, el autogobierno de la ciudad inició una campaña de reforestación. Desde entonces, se han plantado alrededor de 100.000 olivos a lo largo de toda la ciudad como parte del plan de ecologización elaborado para Raqqa. Al mismo tiempo, el Consejo Civil distribuye gratuitamente plantones de árboles a los habitantes de las zonas rurales para provocar un cambio en el pensamiento social.