Aksu: «Es necesaria una lucha ecológica contra el colonialismo»

Cemil Aksu, de la asociación ecologista Pollen, afirma que la lucha anticolonialista en el Kurdistán es también necesariamente una lucha ecológica y pide un mayor compromiso con la protección de la naturaleza y sus recursos.

Ecología

El Estado turco sigue un modelo de explotación neocolonial en el Kurdistán Norte, la parte del Kurdistán que quedó dentro de las fronteras geopolíticas de Turquía tras su división en cuatro partes con el Tratado de Lausana a principios del siglo XX. Se sobreexplotan los recursos, se construyen centrales hidroeléctricas y los beneficios se canalizan hacia Occidente. Cemil Aksu, del movimiento ecologista Pollen, afirma que la actuación del Estado turco en el Kurdistán Norte es responsable de una doble destrucción: «La primera se debe al estatus colonial del Kurdistán y a la consiguiente negación de la existencia de la nación kurda y la supresión de su lucha por la libertad. La segunda se debe a la política económica».

En esta entrevista de ANF, Aksu describe el Estado turco como un régimen de estado de excepción que ha existido desde su fundación y que ha adoptado una nueva forma, en particular después de 2015: «Los gobernantes ni siquiera respetan su propia Constitución y sus propias leyes. Los poderes legislativo, ejecutivo y judicial están todos unidos en el Palacio presidencial. Todas las protestas y huelgas por los derechos y la justicia son violentamente reprimidas. Este régimen de excepción se ha ensañado con la resistencia ecológica local, así como con otros movimientos de oposición social.»

La resistencia legal y práctica como pilares de la lucha ecologista

Aksu señala que los dos pilares principales de la lucha ecológica son la resistencia concreta y las iniciativas legales: «A pesar de la extraordinaria represión, la lucha del movimiento ecologista a nivel local ha avanzado en ambos sentidos. Sin embargo, es necesario ver que los movimientos ecologistas locales tienen límites organizativos y políticos; que están experimentando una gran desorganización ante este estado de emergencia en el que la ley está suspendida, en el que la policía y la policía militar actúan como seguridad de la fábrica, y las empresas y el gobierno intentan imponer sus proyectos por la fuerza. Para superar esta desorganización, debemos llamar a una movilización renovada.»

Las empresas como agentes saqueadores de la naturaleza

Aksu hace hincapié en el papel de las empresas en la destrucción del medio ambiente en Turquía y el Kurdistán, señalando que podrían haber obtenido un tercio, algunas incluso el doble, de sus beneficios así: «Por sus beneficios, los trabajadores mueren en asesinatos laborales [los movimientos sociales de Turquía y Kurdistán se refieren a los llamados accidentes laborales como “asesinatos laborales”] y enfermedades profesionales. Las personas y la naturaleza mueren por la destrucción del medio ambiente. La destrucción del medio ambiente aumenta tanto a escala regional como mundial. Por eso debemos llamar a una nueva movilización por la lucha ecológica y levantarnos en todas partes.»

El derecho colonial

Aksu subraya que en el Kurdistán se practica el derecho colonial y se lleva a cabo una doble política de destrucción: «Se trata del estatus colonial del Kurdistán y la negación de la nación kurda basada en él y la supresión de su lucha por la igualdad y la libertad. El segundo factor es el papel del capital en la división internacional del trabajo y las políticas económicas asociadas a él. Debido al primer factor, la región del Kurdistán lleva muchos años sometida a una política económica y política de despoblación. Las “inversiones” como el proyecto GAP [Proyecto de Anatolia Suroriental] y otras presas sirven a la vez como medio de “política de seguridad” y como medio de convertir la mano de obra y la energía natural de la región en un recurso para el capital. Esta doble política de destrucción pretende disolver la unidad de la nación kurda y utilizar a la población desorganizada como mano de obra barata en las industrias, zonas industriales y sectores de servicios de las ciudades. Esto no es sólo una afirmación; son cosas sobre las que los escritores del capital han fraguado planes.»

Si los colonialistas quieren convertir la tierra en estéril, nosotros tenemos el deber de defender los bosques, los ríos y las tierras agrícolas. ¿Cómo podemos vivir en una tierra deforestada, marchita y estéril?

Aksu señala que el colonialismo es un sistema en el que se explota brutalmente la tierra y se somete a todos los seres vivos a la violencia más brutal: «Hemos visto y experimentado miles de formas de esto. En el Kurdistán hay un problema muy grave de sequía. Las fértiles tierras de la cuenca del Tigris se plantan ahora con maíz modificado genéticamente de Bayer. Se siguen talando los bosques de las laderas de Cûdî. Todos los veranos se queman bosques de robles por “razones de seguridad”. Las empresas pueden llevar a cabo todo tipo de actividades sin cumplir la ley. En las orillas del Murat, afluente del Éufrates, las empresas y el Estado fomentan la extracción de oro con cianuro, como en Iliç (Licik). Las cuencas del Tigris y el Éufrates se han convertido en zonas de devastación medioambiental debido a la minería, los residuos urbanos y la agricultura industrial. Por lo tanto, la lucha contra el colonialismo debe ser necesariamente una lucha ecológica. Si los colonialistas quieren convertir la tierra en estéril, nosotros tenemos el deber de defender los bosques, los ríos y las tierras agrícolas. ¿Cómo podemos vivir en una tierra deforestada, marchita y estéril?»

Los aspectos políticos detrás de las acciones de urgencia

Aksu afirma que la debilidad más fundamental del movimiento ecologista en Turquía es que está orientado exclusivamente a los problemas; por lo tanto, sólo actúa de forma orientada a proyectos y campañas: «La pregunta debe ser cómo puede ser que un día una empresa esté en la puerta de la propia aldea. La pregunta es de dónde saca la empresa ese poder, qué redes políticas y económicas le dan esa fuerza. Los aspectos políticos de la lucha y la dimensión sistémica siempre quedan relegados a un segundo plano debido a la “urgencia” de la cuestión, o no se incluyen en absoluto en el orden del día. Así, mientras se intenta proteger el árbol, se pierde de vista el bosque».

Aksu afirma que una perspectiva ecológica debe ver a todos los seres vivos como parte de un todo y trascender las fronteras nacionales, religiosas, etc. Afirma que la conciencia ecológica en Turquía está bastante atrasada en este sentido. Así, los que protegían el bosque cazaban a los animales que había en él y los que luchaban por los derechos de los animales no luchaban por su hábitat, los bosques. Los que luchaban contra el especismo no se preocupaban por las condiciones de explotación de los trabajadores; y los que luchaban contra las centrales hidroeléctricas, las centrales energéticas y las minas de su propio pueblo permanecían indiferentes ante la difícil situación de los que sufrían los mismos problemas en otros lugares.

El medioambiente, una cuestión que nos apela a todos y a todas

Aksu explica que era necesario liberarse de la visión superficial de que las cuestiones medioambientales son problema de los «ecologistas»: «Debemos dejar de ver la ecología sólo como una cuestión de «árboles y flores». Al menos 20.000 trabajadores mueren cada año como consecuencia de la violencia lenta derivada de las actividades sucias de las empresas. Mientras las empresas textiles de Denizli y los complejos industriales de Uşak aumentan sus beneficios, los campos, los aldeanos y especialmente los niños se envenenan y mueren por la destrucción ecológica en la cuenca de Büyük Menderes, donde se vierten las aguas residuales de estas fábricas. El desastre de Iliç no sólo mató a nueve trabajadores, sino que a medio y largo plazo matará a todos los seres vivos de la cuenca del Éufrates. La curva de la crisis ecológica no discurre en oleadas como la crisis económica, sino que va en constante aumento.»

Organización

Por ello, Aksu señala la importancia de organizarse en función de la gravedad y urgencia de la situación: «En las organizaciones establecidas deben aplicarse sistemáticamente algunos principios como la participación democrática, la igualdad de género, las reuniones periódicas, el control de las decisiones tomadas y el sentido de la responsabilidad. Sin duda, la lucha por la ecología, como cualquier lucha, progresa a través de su expansión. Es una práctica. Aprender haciendo y actuar aprendiendo, pero eso no puede ocurrir espontáneamente. Debemos mirar a quienes nos precedieron, lo que consiguieron, por qué fueron derrotados, etc., y aprender de ello. Debemos aprender de nuestros errores y llamar a la movilización para la nueva era.»