La ocupación turca y la masacre de Zakho
El hecho de que el Estado turco ocupe cada vez más partes del sur del Kurdistán y lleve a cabo masacres es el resultado de la división política y social de Irak. Irak debe poner fin a la ocupación turca.
El hecho de que el Estado turco ocupe cada vez más partes del sur del Kurdistán y lleve a cabo masacres es el resultado de la división política y social de Irak. Irak debe poner fin a la ocupación turca.
En el séptimo aniversario del ataque de Suruç, las fuerzas estatales turcas colonialistas llevaron a cabo otra masacre en la aldea de Perex, en el distrito de Bamerne de Zakho, en el sur del Kurdistán (norte de Irak). Hubo una gran indignación en la región tras la muerte de numerosos árabes de Bagdad y de las provincias vecinas que fueron tiroteados por obuses durante un picnic en un lugar turístico.
Han pasado nueve meses desde las elecciones parlamentarias en Irak del 10 de octubre de 2021. En esos nueve meses no se ha podido formar un gobierno ni elegir un presidente debido a las intervenciones directas o indirectas de las potencias que querían ganar influencia política en Irak.
En 2003, se estableció un Estado federal iraquí en lugar del régimen fascista baasista que terminó con la ejecución de Saddam Hussein. Durante este periodo, el mapa político de Irak, que constaba de un solo actor, cambió y se reconstruyó. La principal dinámica de la política iraquí inició una guerra para conseguir un papel más fuerte en el Estado y el gobierno iraquíes, que se transformó en una estructura federal, lo que hizo aún más frágil el delicado proceso actual. La comprensión fragmentada y cooperativa de la política entre las fuerzas que forman la columna vertebral del Estado condujo al desarrollo de una nueva cultura política. Así, comenzaron a surgir dos ejes diferentes en la política interna.
Por un lado, el eje que representaba los intereses de los Estados amigos de Estados Unidos, como Turquía, en Medio Oriente, y por otro lado, el eje liderado por Irán, pero que también incluía a las potencias del bloque oriental con los mismos objetivos imperiales. La nueva situación que surgió con la intervención estadounidense sirvió principalmente para ampliar la esfera de influencia de Irán, mientras que Estados Unidos era demonizado cada día más, ya que todas sus intervenciones en la región iban en detrimento de los pueblos. Las semillas del caos actual en Irak se sembraron durante este periodo.
Tres elementos principales en Irak
En esta nueva era, las fuerzas políticas tradicionales, las estructuras religiosas y étnicas de Iraq, comenzaron a dividir su influencia y su poder militar entre ellas. Sin embargo, la división del poder ha exacerbado los conflictos en lugar de resolverlos.
En la situación actual, los tres elementos principales y determinantes de la política interna de Irak, que se ha abierto a la intervención extranjera, son los chiíes, los kurdos y los árabes suníes. Estas fuerzas constituyen también las líneas de fractura más profundas de la política iraquí. La fragmentación de cada una de estas estructuras en partes dentro de sí mismas y el hecho de que cada parte se considere la fuerza principal en su respectivo frente ha dado lugar a graves contradicciones y diferencias irreconciliables. Cuando esta situación se combina con los profundos problemas estructurales del país y las interminables intervenciones de las potencias extranjeras, conduce naturalmente a una crisis múltiple que se extiende a todas las esferas de la vida. La verdadera causa de la crisis sigue siendo los problemas estructurales no resueltos del Estado.
Desde 2003, se ha establecido un equilibrio de poder en el Estado de Irak de acuerdo con la distribución del poder garantizada por la Constitución, con los kurdos como presidente, los suníes como presidente del parlamento y los chiítas como primer ministro. Sin embargo, con el tiempo, los chiíes se han dividido y fragmentado como pro-Irán y pro-Arabia Saudí, aumentando el número de partidos y grupos que compiten por el puesto de primer ministro. Las aspiraciones separadas de los partidos kurdos a la presidencia también han desencadenado una nueva lucha y han provocado una división entre los distintos frentes.
Esta fragmentación interna, las rivalidades internas del creciente número de partidos y grupos y los problemas causados por estas rivalidades han llevado a una situación de constante conflicto político. Esta división y tensión en los frentes kurdo y chiíta han debilitado la búsqueda de una solución negociada de sentido común debido a las condiciones subjetivas, y la solución se ha visto en el empoderamiento social y militar. Estas estructuras, que solían funcionar principalmente con sentimientos nacionales y religiosos, han sustituido con el tiempo el poder y la motivación para la construcción de la voluntad nacional por intereses de partido y de grupo. La misma mentalidad y política se desarrolló en otras estructuras políticas suníes y kurdas, y esta fragmentación de la política se reflejó como un mayor caos y crisis en las bases de la sociedad.
La división interna abre un espacio para el Estado turco
Los pueblos se encuentran en medio de una película de guerra que no tiene final y cuyo guión fue escrito por conocidas potencias hegemónicas. Todos los demás pueblos de la región, especialmente el pueblo iraquí, han sido hechos partícipes de esta guerra que no les corresponde. La idea de que quien no sea parte en el Medio Oriente será eliminado es, en efecto, una idea muy dominante. Y eso no es erróneo. Sin embargo, en la situación actual, la gente ve a las personas y a los actores que anteponen los intereses y las preocupaciones de las potencias extranjeras y tienen una concepción de la política que sirve a sus propios intereses familiares, partidistas y dinásticos, como la principal razón del caos social y de la crisis en la que se encuentran.
Así, el hecho de que hoy el Estado turco esté ocupando partes cada vez más grandes del Kurdistán del Sur, estableciendo bases militares, provocando masacres en ciudades y pueblos con la artillería y los ataques aéreos, y que Irak sea incapaz de mostrar una reacción disuasoria ante esto como Estado, es precisamente el resultado de esta división política y social interna.
Si Irak realmente no quiere que se repita la masacre de Zakho y si quiere acabar con el actual estado de ocupación del Estado turco, debe adoptar una postura más decidida. De lo contrario, la política antipopular del Estado turco será la causa de aún más sufrimiento y pérdidas, y el Estado turco se convertirá en una potencia ocupante permanente en Irak.
También hay que saber que la masacre de Zakho es una continuación de las masacres de Kendakolê en 2000, Kortek en 2011 y Zergelê en 2015. Para que los responsables rindan cuentas y se eviten nuevas masacres, hay que poner fin a la actual ocupación del Estado turco en el sur del Kurdistán.