El 16 de septiembre de 2022 fallecía la joven Mahsa Amini debido a las torturas sufridas por la policía religiosa islámica tras ser arrestada tres días antes por no usar correctamente su hiyab, el velo que cubre la cabeza de las mujeres musulmanas en el espacio público. La joven iraní de origen kurdo, de apenas veintidós años, fue arrestada en Teherán por la tarde, cuando caminaba por la calle con su hermano, al que informaron que la detención solo duraría una hora, el tiempo de recibir una clase informativa, se entiende sobre cómo debía comportarse en sociedad de forma correcta. Dos horas después fue llevada al hospital magullada y con fuertes golpes en la cabeza y en coma, del que ya no despertaría jamás, por culpa del castigo recibido mientras se encontraba bajo custodia policial.
Su injustificada muerte por mostrar un mechón de cabello en la calle desató una ola de protestas en el país, que se transformó en un movimiento feminista sin precedentes, ante la mirada atenta del resto del mundo. Durante la cadena de manifestaciones de protesta que se celebraron se adoptó, de forma espontánea, el lema “Mujer, Vida, Libertad” (Zan, Zendegi, Azadi, en persa), una expresión que ya había surgido y se había utilizado con anterioridad, a finales del siglo XX, para reivindicar el movimiento de libertad kurdo, y popularizado por diversas figuras políticas y culturales. La expresión recuperada, una vez más, se convierte en un grito de denuncia que se traslada de las montañas de Kurdistán a las calles de Teherán, actualizando el histórico lema revolucionario kurdo a la realidad de la situación de la mujer en el actual Irán.
La indignación por lo sucedido sacudió a la opinión pública mundial. Sophie de Sivry, fundadora y responsable de la editorial francesa independiente L’iconoclaste, decidió contribuir al movimiento femenino promoviendo un ensayo, comprometido con la revolución que estaba sucediendo, y que pudiera publicarse en el primer aniversario de la muerte de la joven Mahsa Amini. Decidió que fuera una obra de arte visual que diera aún más fuerza al texto de denuncia al dotarla de la potencia pedagógica de la historieta, y decidió que sería su primera novela gráfica publicada desde la creación en 1998 de la editorial, especializada en novela y ensayo.
La editora pensó que la persona más adecuada para realizar dicho trabajo era la reconocida dibujante de cómics Marjane Satrapi, originaria de Irán y residente en Francia desde su juventud, cuando dejó atrás las restricciones de las libertades promovidas por las autoridades islámicas surgidas tras la revolución de 1979. Su experiencia personal la plasmó en la novela gráfica Persépolis (2000-2003), cuyos cuatro tomos fueron adaptados en la película de animación homónima de 2007, codirigida por la propia autora. Esta experiencia vital y la adaptación en imagen real de otra de sus novelas gráficas, Pollo con ciruelas (Poulet aux prunes, 2003), le llevó a redirigir su carrera artística como directora de cine, tarea en la que se encontraba cuando recibió la propuesta por parte de la editorial L’iconoclaste.
No se podía negar a una oferta semejante, ante la oportunidad de contribuir de una forma tan loable como es la de explicar y denunciar lo que estaba sucediendo en el país. Pero no podía ser una novela gráfica al uso, puesto que había muchas cosas a explicar, muchas diferentes entre sí y, sobre todo, había un período de tiempo límite para publicarlo (septiembre de 2023, coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de Mahsa Amini). La solución era obvia, fragmentar el discurso en diferentes partes y paralelizar el trabajo para poder avanzar más rápido y asegurar acabar en el tiempo previsto, invitando a otros autores a que se incorporaran en el proyecto.
El resultado final se publicó en Francia pocos días antes del aniversario que se había marcado como objetivo, coordinado por Marjane Satrapi y con la participación de veintiún autores diferentes. El título de la obra era toda una declaración de intenciones: Mujer, vida, libertad (Femme, vie, liberté, 2023). Dos meses después de su lanzamiento, se ha publicado en dieciséis idiomas de momento, incluidos las ediciones en castellano y catalán realizados por el sello Reservoir Books del Grupo Editorial Penguin Random House y por la Editorial Finestres, respectivamente, en los dos casos con traducción de Carles Mayor.
Desgraciadamente, la editora Sophie de Sivry no ha podido ver el resultado final al fallecer el pasado 31 de mayo a los 64 años, tras un año y medio luchando contra el cáncer. El éxito de su iniciativa es evidente y su publicación ayudará sin duda a difundir la realidad de lo que está sucediendo en Irán y a apoyar a la revolución impulsada por las mujeres del país. En ese sentido, para facilitar su difusión, se ha publicado en internet una versión traducida al persa y en formato PDF de acceso gratuito. Para el resto del mundo debería de ser una lectura obligatoria, no solo para comprender todo lo que está sucediendo y por qué se ha llegado a esta situación, sino para recordar continuamente que esta herida está todavía abierta aunque los focos de las cámaras se dirijan a otras contiendas que acaparan los titulares efímeros.
Satrapi decidió que los textos de la novela gráfica deberían estar escritos por personas que conocieran bien lo que estaba sucediendo y que tuvieran la capacidad de coordinarse para que toda la obra tuviera sentido como un todo a pesar de la fragmentación del discurso. Además de ella misma, que también actuó como ilustradora, escogió al politólogo Farid Vahid y al periodista Jean-Pierre Perrin como redactores y guionistas de la obra, y al historiador Abbas Milani para realizar el texto de introducción de la obra con un significativo título “Una historia persa del bien y del mal”, que sirve de contextualización de la historia del país para comprender el trágico suceso acontecido en septiembre de 2022. De hecho, el último capítulo de la novela gráfica está dibujada por Joann Sfar y realiza una historieta de una conversación real que hubo entre los cuatro: Satrapi, Vahid, Perrin y el profesor Milani.
Coordinados por Satrapi, colaboran hasta diecisiete dibujantes de reconocido prestigio internacional. Además del citado Joann Sfar, se puede apreciar el talento de Bahareh Akrami, Bee, Catel, Coco, Deloupy, Hamoun, Hippolyte, Lewis Trondheim, Mana Neyestani, Nicolas Wild, Pascal Rabaté, Shabnam Adiban, Touka Neyestani y Winshluss, a los que hay que añadir a dos autores españoles: Paco Roca y Patricia Bolaños. Los dos tienen como guionista a Farid Vahid, aunque en el caso de Roca participa también con una segunda historia ficcionada por Jean-Pierre Perrin. Vahid escribe más de la mitad de las historias de esta obra coral, con unos relatos que rinden homenaje a los hombres y mujeres resistentes de su país, subrayando que la libertad de unos no va sin la de otros y que, por tanto, su reivindicación debe hacerse de forma conjunta.
En la historia con Paco Roca nos narra la importancia de las manifestaciones surgidas en el ámbito universitario y de cómo los hombres apoyaron a sus compañeras, mientras que en el caso de Patricia Bolaños, la historia se centra en la hipocresía del régimen iraní y en la doble moral de sus dirigentes, al retratar a una generación de jóvenes conocidos como los “aga zadeh”, que son los hijos de los oligarcas iranís, muchos de ellos enriquecidos gracias a lo que han robado al pueblo. Estos jóvenes viven su vida de forma parecida a la de los occidentales y, de la misma manera, la exponen en las redes sociales, dejando en evidencia las leyes islámicas que sus padres imponen a la sociedad como policías de la moral. Por ejemplo, las chicas suben fotografías en bikini y sin velo a Instagram desconectadas de la realidad de su entorno.
Algunas de las historias son estremecedoras, todas basadas en hechos reales, como la de la dibujante Coco que ilustra la historia de la joven arrestada por ir a un campo de fútbol, y que decidió inmolarse para no volver a la cárcel. Algunos expertos hablan de que se trata de la primera revolución de marcado acento femenino, con mujeres protagonistas en el movimiento, como Narges Mohammadi, recientemente galardonada con el premio Nobel de la Paz 2023, que no pudo asistir a la ceremonia por estar recluida en una cárcel de Irán donde es torturada por el régimen, tal y como narra en su libro Tortura blanca (2023), donde recoge el testimonio de las vejaciones sufridas de 14 mujeres, incluida ella misma, encarceladas por defender sus derechos. Ninguna de ellas ha cometido delito, son presas políticas o rehenes como moneda de cambio.
El pasado 28 de octubre de 2023, poco más de trece meses después de la muerte de Mahsa Amini, fallecía por circunstancias similares la joven de diecisiete años Armita Geravand tras ser atacada en el metro por la policía religiosa islámica por no llevar el velo. Fallecía después de tres semanas en coma, tras acusaciones cruzadas entre el gobierno que asociaba el golpe a una caída fortuita y la de los numerosos testigos presentes, incluidas las dos amigas que fueron quiénes la sacaron a rastras del vagón, ya inconsciente después de la agresión. Como siempre, el relato es importante y lo saben bien las autoridades de la República Islámica de Irán, que acaban de sentenciar a siete años de prisión a Elaheh Mohammadi, reportera de 36 años, y Niloufar Hamedi, fotógrafa de 31, que llevaban más de un año encarceladas en Teherán, por haber publicado la historia de Masha Amini hace un año, en concreto fueron declaradas culpables de “colaborar con el gobierno de Estados Unidos, conspirar contra la seguridad del Estado y hacer propaganda contra la República Islámica de Irán”. Suficiente para que compren, lean y recomienden la novela gráfica Mujer, vida, libertad.
FUENTE: Jordi Ojeda / Catalunya Plural/ Edición Kurdistán América Latina