En una conferencia de prensa conjunta con Kristersson, Erdogan dejó claro que, a menos que Suecia cumpliera sus compromisos de atender las preocupaciones de seguridad de Turquía según los términos de un memorando trilateral firmado en Madrid, dicha aprobación no se produciría.
Suecia y Finlandia solicitaron el ingreso en el bloque de seguridad occidental tras la invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero. Turquía y Hungría son los únicos países que no han ratificado su adhesión. Turquía tiene una larga lista de exigencias, entre ellas la devolución de decenas de personas a las que ha acusado de terrorismo y la ruptura de vínculos con un grupo kurdo sirio respaldado por Estados Unidos.
Erdogan mostró su satisfacción por el hecho de que Suecia haya suavizado las restricciones a la venta de armas impuestas tras la invasión de Siria por parte de Turquía, en 2019, para luchar contra los militantes kurdos. Pero se quejó de que se permitiera a las organizaciones terroristas celebrar manifestaciones en Suecia y aparecer en la televisión. “Cuando nuestros ciudadanos ven a estos terroristas caminando por los bulevares de Suecia y Finlandia con trapos terroristas en sus manos, buscan una explicación”, dijo.
“Suecia quiere entrar en la OTAN por su propia seguridad”, dijo Erdogan. Pero “Turquía quiere una Suecia que ayude a aliviar nuestras preocupaciones de seguridad”.
Erdogan señaló a varios grupos kurdos, especialmente al proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y a su brazo sirio, las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG), así como a la llamada Organización Terrorista Fethullah (FETO). Esta última está acusada de ser artífice del fallido golpe de Estado para derrocar a Erdogan en 2016 bajo supuestas órdenes del clérigo Fethullah Gulen, afincado en Pensilvania.
Erdogan dijo que esperaba que Suecia extraditara a un número no especificado de “terroristas”. Cuatro ya habían sido deportados. Pero señaló a un periodista llamado Bulent Kenes.
Kenes dirigía un periódico en inglés pro-Gulen antes de huir a Suecia, días después del frustrado golpe de Estado. “Deportar a este terrorista a Turquía es muy importante para nosotros”, dijo Erdogan.
Las cabeceras afiliadas a Gulen estuvieron a la cabeza de una campaña impulsada por el gobierno para desacreditar a los militares. Esto incluyó la publicación de documentos que más tarde se demostró que eran falsos. Cuando Erdogan y Gulen se enemistaron, los medios de comunicación gulenistas empezaron a exponer la corrupción del gobierno basándose en investigaciones policiales, que también incriminaban a Erdogan y a su familia.
Kristersson adoptó un tono complaciente, diciendo que quería “tranquilizar a todos los turcos” de que “Suecia cumplirá con todas las obligaciones contraídas con Turquía en la lucha contra la amenaza terrorista”. Dijo que entendía que Ankara está librando una lucha contra el PKK y que él quiere ayudar en esa lucha.
El primer ministro conservador se comprometió la semana pasada a distanciar a su gobierno, formado en octubre, de las YPG respaldadas por Estados Unidos, que luchan contra el Estado Islámico en Siria. Turquía dice que las YPG amenazan la seguridad nacional de Turquía debido a sus vínculos con el PKK.
La postura de Kristersson ha provocado la preocupación en Suecia de que pueda comprometer los mismos ideales de los que Suecia se ha enorgullecido durante mucho tiempo, incluida una política exterior basada en los derechos humanos.
El periodista Kenes rechazó las afirmaciones de Turquía de que es un terrorista, afirmando que todas son infundadas. Por tanto, es “técnicamente imposible”, dijo, que los tribunales suecos lo extraditen.
Kenes declaró a Al-Monitor que, no obstante, estaba inquieto porque su solicitud de residencia permanente en Suecia todavía se estaba tramitando. Las agencias de seguridad de Suecia, Turquía y Finlandia mantienen reuniones periódicas para examinar las preocupaciones de Turquía, y está previsto que se reúnan de nuevo a finales de mes, como recordó Erdogan durante la rueda de prensa de hoy. “Podrían llegar a alguna fórmula que podría ponerme en peligro”, dijo Kenes a Al-Monitor.
“Ningún ataque de Erdogan me sorprende; lo que importa es lo que decida Suecia”, añadió Kenes.
Paul Levin, académico sueco que dirige el Instituto de Estudios Turcos de la Universidad de Estocolmo, señaló que Suecia ya ha deportado o denegado la residencia a una treintena de personas acusadas de tener vínculos con el PKK. Sin embargo, estos casos se determinaron antes de que Suecia solicitara el ingreso en la OTAN. Levin está de acuerdo en que, según la legislación sueca, las personas a las que se concede asilo político no pueden ser extraditadas a menos que se demuestre que han infringido las propias leyes suecas. A Kenes ya se le concedió el estatus de asilado antes de tramitar la residencia permanente.
Yavuz Baydar, un veterano periodista turco premiado, que también vive en el exilio, cree que Suecia no tuvo en cuenta las consecuencias de los compromisos que asumió en el marco del memorando trilateral, que fue “producto de la prisa, si no del pánico”, y en particular no tuvo en cuenta los que “ponen en peligro la independencia del Poder Judicial”.
“Se trata de un caso de choque entre democracia y autocracia, en el que esta última se empeña en maximizar sus ganancias y dictar la política exterior e interior de su contraparte. El dilema de Suecia es que se siente obligada a respetar el memorando al pie de la letra, mientras que podría decir fácilmente ‘he llegado hasta aquí, pero no más. El resto depende de ustedes’”, dijo Baydar a Al-Monitor.
FUENTE: Amberin Zaman / Al Monitor / Rojava Azadi Madrid / Fecha original de publicación: 8 de noviembre