Cuatro personas de la ciudad siria septentrional de Hesekê murieron después de ser capturados por la gendarmería turca (policía militar) mientras cruzaban la frontera y conducidos a zonas minadas. Los cuatro civiles asesinados pertenecían a un grupo de diez que trataron de cruzar la frontera de Rojava al distrito Kızıltepe de Mardin como refugiados. La horrible ejecución fue reportada por la agencia de noticias Mezopotamya (MA), que cita la declaración de uno de los sobrevivientes.

Según esta declaración, el grupo fue observado por la gendarmería el 5 de octubre mientras intentaban cruzar la frontera, y seis de ellos fueron capturados. Una persona logró escapar a territorio turco, y tres personas quedaron atrapadas en la zona fronteriza entre el muro y el alambre de púas. Las fuerzas turcas pusieron una linterna en la mano de uno de los detenidos y lo obligaron a buscar por la fuerza a las tres personas en la zona minada. La gendarmería le golpeó primero con los fustes de los rifles y le disparó delante de los pies para obligarle a correr. La víctima se arrastró de rodillas hasta la zona minada. Cuando los cuatro fugitivos huyeron de los disparos entre el muro fronterizo y la zona delimitada por el alambre de púas, explotó una mina y los cuatro murieron en la detonación.

Los cadáveres fueron llevados al depósito de cadáveres del hospital estatal en Kızıltepe, mientras que los otros cinco fugitivos han sido retenidos en la sala de gendarmería durante tres días. Al parecer no se ha hecho ningún arresto oficial y las víctimas afirman haber sido maltratadas y amenazadas para mantener el incidente en secreto.

El incidente sólo se conoció cuando las víctimas fueron llevadas ante la fiscalía para su deportación. A.J., de 16 años de edad, testificó que el grupo pagó a un contrabandista llamado "El Zub" mil dólares por persona para que cruzara la frontera. El hermano mayor de A.J. murió en la explosión de la mina.