En la última semana, Irán ha ejecutado a un manifestante de Jin Jîyan Azadî (Mujer, Vida, Libertad), a un preso político kurdo, a un preso político de la década de 1980 y a otro manifestante detenido durante las protestas masivas de noviembre de 2019.
El aumento de las ejecuciones coincide con el inicio de la guerra en Gaza, con al menos 176 personas ejecutadas desde el 7 de octubre.
Solo en 2023 se llevaron a cabo la asombrosa cifra de 707 ejecuciones, según la organización de derechos humanos de Irán, IHRNGO, con sede en Noruega.
De ellas, 390 fueron condenadas a muerte por delitos relacionados con drogas, mientras que 238 fueron ejecutadas por asesinato. Entre las víctimas hay un niño, 17 mujeres y seis manifestantes.
"La comunidad internacional, y especialmente los países europeos, deben romper su silencio ante la ejecución arbitraria de más de tres personas al día por parte de la República Islámica", ha declarado el director de la IHRNGO, Mahmood Amiry-Moghaddam, haciendo hincapié en la escalada de riesgo a la que se enfrentan los presos políticos y los manifestantes.
"El silencio de la comunidad internacional sobre las ejecuciones es considerado una luz verde por la República Islámica", añadió.
El jueves 30 de noviembre, IHRNGO hizo públicos los detalles de los últimos ahorcamientos, de un preso político de 62 años de un caso que se remonta a la década de 1980 y de otra persona detenida durante las protestas masivas de noviembre de 2019.
informado anteriormente de las ejecuciones de Milad Zohrevand, manifestante detenido durante las protestas en conmemoración del 40 aniversario de la muerte de Jîna Mahsa Amini, en la prisión central de Hamedan el 23 de noviembre, y del preso político kurdo Ayoub Karimi en la prisión de Ghezelhesar el 29 de noviembre.
Hasta la fecha, Irán ha ahorcado a ocho manifestantes detenidos durante las protestas nacionales de Jin Jîyan Azadî, desencadenadas por la muerte de Jîna Mahsa Amini el año pasado, y tiene a más de 100 condenados a muerte.