El XII Congreso del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) se celebró entre el 5 y el 7 de mayo en las Zonas de Defensa de Medya. La declaración final y las decisiones del congreso se hicieron públicas ayer.
El miembro del Comité Ejecutivo del PKK, Murat Karayılan, pronunció el discurso de apertura del congreso y dijo que poner fin a la lucha armada no era un final sino un nuevo comienzo.
A continuación publicamos algunos fragmentos de la intervención de Karayılan ante el Congreso.
El presidente Öcalan nunca renunció a la transformación ni al cambio
La primera tregua se declaró en 1993, pero elementos del estado profundo intervinieron. Turgut Özal, Eşref Bitlis y todo su equipo fueron eliminados. Ya en los años 90, el presidente Abdullah Öcalan pretendía iniciar un cambio. Aunque se produjeron algunos cambios políticos, todos sus esfuerzos por implementar una transformación organizativa toparon con ataques por parte del Estado. Los intentos de 1995 y 1996 también fracasaron. Se intercambiaron cartas con Necmettin Erbakan, pero él también fue finalmente apartado. Como es bien sabido, la tregua declarada en 1998 fue contestada con la Conspiración Internacional del 15 de febrero de 1999, cuando Öcalan fue secuestrado en Kenia. Sin embargo, el presidente Öcalan permaneció firme en su compromiso con la transformación. Nunca se rindió. En 1999, se detuvo el conflicto armado y en 2002 se disolvió el PKK. El objetivo era la transformación, el inicio de una nueva fase. No obstante, esto fue contestado con una intervención más amplia, intentos de liquidación y graves amenazas contra el movimiento, tanto internas como externas. Se puso en marcha una nueva fase de la conspiración.
Al igual que intentaron destruir el movimiento capturando al presidente Öcalan el 15 de febrero de 1999, después intentaron conseguir el mismo objetivo a través de la liquidación interna. El objetivo era romper el movimiento de la línea del presidente Öcalan y alejarlo de su visión. Como resultado, el presidente Öcalan se vio otra vez obligado a reconstruir el PKK. Fue en estas circunstancias que surgió el Comité para la Reconstrucción del PKK. Su finalidad era ofrecer una solución a la crisis existente y eliminar los elementos liquidacionistas. Como todos los esfuerzos para la transformación, el cambio y la resolución habían sido contestados con enfoques liquidacionistas, se lanzó la histórica iniciativa del 1 de junio de 2004.
Los esfuerzos posteriores entre 2009 y 2013–2015 también fueron objeto de ataques por parte del gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) y del Estado. Por eso, la transformación que el presidente Öcalan había pretendido implementar en los años 90 no se pudo materializar. La causa principal fueron los ataques del Estado. El Estado utilizó estas fases de transformación y cambio como oportunidades para intentar liquidar el movimiento. La segunda causa fuimos nosotros mismos. Nosotros también fuimos incapaces de responder a los esfuerzos del presidente Öcalan para la transformación y el cambio de la manera que él había previsto. Lo dejamos todo a medias y no completamos la transformación necesaria. Nosotros también nos convertimos en parte de este callejón sin salida. Estas son las causas principales.
El plan para forzar la rendición no era solo de Turquía, la OTAN también lo respaldó
Naturalmente, todas las cuestiones no resueltas del socialismo se examinaron a través de la experiencia del PKK y la causa kurda. Esto condujo al desarrollo de una nueva línea ideológica. Entre 2003–2004 y la Quinta Fase de Defensa en 2010–2011, el presidente Öcalan desarrolló un nuevo paradigma: la construcción de la modernidad democrática contra la modernidad capitalista y el establecimiento de la nación democrática y el socialismo social contra el socialismo de Estado-nación. Esta nueva línea ya no podía avanzar bajo la influencia del socialismo real. En los últimos diez años, especialmente después del proceso de Imralı, que fue precedido por las conversaciones de Oslo que duraron entre dos años y medio y tres, ya se había llegado a un consenso. Aunque los protocolos se redactaron y se presentaron al Estado, el gobierno turco se negó a aceptarlos o a responder. El Acuerdo de Dolmabahçe corrió la misma suerte. En cambio, el Estado inició su llamado “plan para forzar la rendición”. Pero este plan no fue diseñado solo por Turquía. Aunque el Estado turco lo desarrolló, contó con el apoyo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Finalmente, con la implicación de la OTAN, también construyeron una facción kurda colaboracionista.
Tras la resistencia por la Autonomía Democrática en las zonas urbanas y la histórica resistencia de 2016, y con la intervención externa, se produjeron nuevas olas de resistencia entre 2017 y 2019. Se sufrieron grandes pérdidas. El enemigo intentó derrotarnos con tecnología militar superior. Como respuesta, nosotros desarrollamos nuestras propias técnicas para igualar su poder. Entre los guerrilleros del Kurdistán, emergió un espíritu de autosacrificio a la vez que una transformación en los métodos y las tácticas. Como resultado, el Estado turco quedó atascado y no consiguió sus objetivos. Su objetivo era la aniquilación total, que declararon abiertamente. Querían proclamar la victoria en el centenario de la República, pero fracasaron. Es por eso que, en nombre del Estado, Devlet Bahçeli hizo un llamamiento. Se vieron obligados a buscar otro camino. El presidente Öcalan hacía tiempo que empujaba por una transformación. Él mismo afirmó que se había centrado intensamente durante los últimos diez años. Estaba preparado para el cambio. Tras la declaración de Bahçeli, el presidente Öcalan la vio como una oportunidad e intentó utilizarla para iniciar el proceso que había estado preparando durante tanto tiempo.
Se libró una resistencia histórica y sufrimos grandes pérdidas
La disolución del PKK surgió en este contexto. El presidente Öcalan desarrolló una nueva línea, avanzando con el concepto de nación democrática junto con el socialismo democrático y social. Sobre esta base, era necesaria una transformación. El PKK tenía que evolucionar. Lo mismo se aplicaba a los métodos de lucha. La lucha armada se llevó a cabo oficialmente durante 41 años. Desde el camarada Haki hasta Sara, Delal, Atakan, Adil, Nûda, Reşit, Rojin, los camaradas Fuat y Rıza, y más recientemente nuestros camaradas caídos Gabar, Besê y Mitra, sufrimos grandes pérdidas. Se llevó a cabo una resistencia histórica. Cerca de 35.000 cuadros y combatientes guerrilleros se convirtieron en mártires. Incluyendo a civiles y patriotas, el número de mártires alcanza los 45.000 a 50.000. Se desarrolló un espíritu de resistencia único, raramente visto en cualquier parte del mundo. Sabemos que no tiene equivalente en la región ni en Oriente Medio. Cuando apareció el ISIS, los estados huyeron de ellos, pero este espíritu, esta línea de autosacrificio, derrotó al ISIS. Destruyó su llamada capital. Comenzando en Kobanê, derrotaron al ISIS dondequiera que aparecieran.
La lucha armada creó un gran legado, una historia legendaria escrita con letras doradas. Se convirtió en parte de la historia del Kurdistán y de la humanidad. Tal fue la resistencia demostrada. La guerrilla y el PKK lograron el éxito, incluso en los años noventa. Más tarde, el enemigo intentó destruirlo pero fracasó. El PKK demostró su invencibilidad. Es una fuerza invencible. Sin embargo, la invencibilidad por sí sola no es suficiente; también debe lograrse el éxito. Esa etapa aún no se ha alcanzado. Esta guerra produjo muchos resultados. Sobre todo, detuvo el genocidio y trajo al pueblo kurdo de la no existencia a la existencia. Creó un pueblo capaz de librar una lucha con la filosofía de la nación democrática y el socialismo social. Este es su mayor logro. También abrió el camino para una solución política. Sin el PKK, la guerrilla, la resistencia en Zap, la resistencia y el trabajo apoísta en todas las regiones del Kurdistán, sin los sacrificios de nuestro pueblo y nuestros amigos, sin la unidad en torno al presidente Öcalan, ¿el Estado se habría acercado a él? No lo habría hecho. Fue la postura significativa, insistente y resistente del presidente Öcalan, la resistencia de la guerrilla y el sacrificio del pueblo lo que obligó al Estado a acudir a él.
El llamado del presidente Öcalan es un llamado a construir la lucha de una nueva era
Devlet Bahçeli hizo su declaración en nombre del Estado, o al menos de una de sus alas. Dijo: “Hay una amenaza que se cierne sobre Turquía, así que debemos asegurar la paz interna”. El llamado del presidente Öcalan del 27 de febrero es un llamado histórico, uno que señala el comienzo de una nueva era. Marca una nueva fase. Es un llamado para la transformación del socialismo del Estado-nación y el avance de la nación democrática y el socialismo social; es un llamado a avanzar hacia el confederalismo democrático y el socialismo democrático. Debemos entender y responder al llamado del presidente Öcalan en este espíritu. Es un llamado a desarrollar la lucha de una nueva era.
Sé que muchos camaradas se están acercando a este momento emocionalmente, pero como dije, solíamos tratar estos puntos de inflexión de manera similar en el pasado. Sin embargo, con el tiempo, y a medida que avanzaba la lucha, vimos que lo que dijo el presidente Öcalan en ese entonces era correcto. Es lo mismo hoy. El presidente Öcalan ve que lo que está sucediendo ha ido más allá de sus límites anteriores. Se está enfocando intensamente sobre esta base y está dando pasos concretos. Este llamado y este proceso marcan un nuevo período. Y este llamado tiene una importancia histórica no solo para el Kurdistán sino para toda la humanidad. Ahora va más allá de las fronteras del Kurdistán. Para que la modernidad democrática tenga éxito frente a la modernidad capitalista, ahora debemos deshacernos de las cadenas que nos restringen, aquellas que nos confinan a ser solo una voz dentro del Kurdistán. El presidente Öcalan nos pide esto. Así es como debemos entender la disolución del PKK.
Si hablan de paz, deben poner fin a la hostilidad
Sin duda, la creación de un paradigma más amplio y del socialismo social hoy ya no puede lograrse mediante medios armados como en el pasado. Entendemos y reconocemos la necesidad de un cambio de nuestra parte. Como ha dicho el presidente Öcalan, en realidad, la vida útil del PKK llegó efectivamente a su fin en los años noventa. Hubo dudas en torno a la reciente declaración de Devlet Bahçeli, pero los esfuerzos del presidente Öcalan, de nuestro venerado mártir Sırrı Süreyya Önder y de la delegación de Imralı, así como sus reuniones con funcionarios estatales, actores políticos y organizaciones de la sociedad civil, crearon una base para esta transformación. El cambio es una necesidad; es inevitable. Este congreso tomará decisiones históricas. Es probable que se tome la decisión de disolución. Estamos firmemente convencidos de ello. Para que se implemente la decisión de poner fin a la lucha armada, se requieren reformas legales. Como escribió nuestro mártir Sırrı Süreyya Önder de su puño y letra y leyó en la histórica conferencia de prensa del 27 de febrero, la existencia de derechos políticos legales y democráticos es esencial.
Este movimiento se ha defendido durante años mediante la lucha armada, pero también debe empezar a creer en las leyes, los derechos y la constitución. Por lo tanto, deben tomarse medidas legales concretas, deben promulgarse reformas. Si hablan de paz interna, entonces también deben poner fin a la hostilidad. Sin embargo, los ataques continúan. Los ataques químicos continúan. Las camaradas Besê y Mitra fueron martirizadas el 11 de abril en Girê Cûdî, en la región de Zap, por armas químicas. Estos ataques persisten a pesar de nuestro alto el fuego declarado. Debe haber un cambio en la política estatal de negación y aniquilación. Sin un cambio en esta mentalidad, ¿sobre qué base se establecerá la paz interna? Aquellos que afirman que buscan la paz deben abandonar primero la mentalidad de negación y aniquilación. Debe haber una paz interna genuina. Las leyes existentes son leyes hostiles; rechazan al pueblo kurdo y a la sociedad kurda. Por lo tanto, solo a través de reformas legales y constitucionales por parte del Estado, este movimiento puede implementar el desarme. De lo contrario, será extremadamente difícil.
Para que depositemos las armas, el Estado también debe inspirar confianza
El objetivo principal de todos, especialmente de los combatientes guerrilleros involucrados en la lucha armada, es la libertad física del presidente Öcalan. Es cierto que el presidente Öcalan tiene ciertas expectativas de nosotros en este momento, y confiamos plenamente en él. Sin embargo, para que depositemos verdaderamente las armas, también debemos poder confiar en el Estado. En este momento, el enfoque del Estado turco no inspira mucha confianza. No estamos abordando este asunto de manera estrecha, rígida o perpetuamente suspicaz; estamos adoptando una postura honesta y genuina. Por encima de todo, debe haber reformas legales. Como mencioné anteriormente, los cimientos ya se han establecido parcialmente mediante los esfuerzos del presidente Öcalan, la lucha de la delegación y los sacrificios del movimiento. Por eso nuestro congreso puede tomar ciertas decisiones, incluso ante la postura actual del Estado, donde algunas señales son negativas y otras positivas.
Aquellos que quieran continuar la guerra deben saber que nunca nos derrotarán
El Estado busca sacar provecho de la guerra, sostenerla y lograr sus objetivos a través de ella. Pero una vez más, debo decir: no tendrán éxito mediante la guerra. ¿Por qué? Porque nosotros también tenemos 41 años de experiencia. Hemos desarrollado nuevas tácticas. Hemos llevado la guerra bajo tierra, sobre la tierra y al cielo. No pueden derrotarnos. No pueden eliminarnos. La resistencia construida sobre la nueva doctrina de guerra establecida en la Reunión del Consejo de Mando de las Fuerzas de Defensa del Pueblo (HPG) es invencible. Incluso si pasan otros cien años, el resultado será el mismo. Por eso nuestro análisis es sólido y nuestro liderazgo es correcto. Si esto continúa, no podrán derrotarnos. Intentaron dominarnos con tecnología, pero ahora hemos desarrollado nuestras propias tecnologías en respuesta. Los hijos e hijas y amigos de este pueblo no solo han abrazado un espíritu de autosacrificio; también han desarrollado técnicas avanzadas. Y nuestro pueblo está con nosotros. Así que a quienes insisten en la guerra, les decimos una vez más: nunca nos derrotarán.
Este movimiento ha demostrado su invencibilidad, y también este pueblo. Bajo el liderazgo del presidente Öcalan, nuestro pueblo también está listo para la paz. Verdaderamente listo para establecer la paz interna. El enfoque del Estado debe reflejar esta realidad. La mentalidad que dice: “Podemos eliminarlos por la fuerza, ya los hemos debilitado, ganaremos mediante operaciones y ataques”, no es una mentalidad de resolución. No es un enfoque sensato. La guerrilla puede continuar la lucha en línea con los métodos y demandas de esta era y puede volver a demostrar su invencibilidad. Pero como también ha enfatizado el presidente Öcalan, esa era ha pasado. Por lo tanto, el cambio es necesario, y creemos en ello. Creemos que la estrategia de la guerra armada debe llegar a su fin. Sin embargo, si el Estado se niega a aceptar esto y no implementa los cambios legales necesarios, no será posible realizar esto en la práctica. Esto no es un final; es un comienzo. Un nuevo comienzo para la libertad, para el movimiento apoísta, para nuestro pueblo y los pueblos de la región. Debemos abordarlo con este entendimiento.
Para que nuestro congreso tenga éxito y produzca resultados significativos en la línea del presidente Öcalan, cada camarada debe verse a sí mismo como responsable y actuar con ese sentido del deber. Estamos comprometidos con el camino de los mártires y del presidente Öcalan. Somos los representantes de los mártires. Cientos de camaradas han caído junto a cada uno de nosotros. Esto es profundamente significativo y una gran responsabilidad. No podemos abordarlo a la ligera. Nuestras responsabilidades son grandes. Lo que nos importa es cómo respondemos a la verdad del presidente Öcalan, cómo representamos el legado de los mártires. Creo que cada camarada participará en este congreso con estas emociones y este sentido de responsabilidad. Nuestro congreso tendrá éxito dentro del marco de la perspectiva del presidente Öcalan. Con este espíritu, deseo éxito a todos los camaradas.