La ONU advierte que se estrecha la ventana para evitar la hambruna en Yemen

Varias organizaciones de la ONU advierten que la ventana para prevenir la hambruna en Yemen se estrecha a medida que las nuevas cifras revelan niveles cada vez más altos de desnutrición en el país.

Un nuevo análisis de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) para Yemen indica que vuelven a repetirse condiciones similares a la hambruna (fase 5 de la CIF) en un periodo de menos de dos años, y advierte que el número de personas que sufren desnutrición podría casi triplicarse, pasando de 16.500 en la actualidad a 47.000 entre enero y junio de 2021.

Al mismo tiempo, el análisis de la CIF advierte que el número de personas que se enfrentan a la inseguridad alimenticia de la fase 4 –fase de emergencia– podría aumentar de 3’6 millones a 5 millones de personas en la primera mitad de 2021, lo que les acercaría a un peligro real de caer en condiciones catastróficas y, sin un cambio de rumbo, posiblemente en la hambruna.

“Estos alarmantes números deben actuar como una llamada de atención al mundo. Yemen está al borde de la hambruna y no podemos dar la espalda a los millones de familias que ahora están en una situación de necesidad desesperada. No nos equivoquemos, el año 2021 será aún peor que el año 2020 para las personas más vulnerables de Yemen. La hambruna todavía puede prevenirse, pero esa oportunidad se desvanece cada día que pasa”, declaró David Beasley, Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.

La fase 4 es una última advertencia para la acción: en este punto del espectro del hambre de la CPI, las personas ya sufren enormemente y algunas de las más vulnerables pueden incluso morir de hambre. Más de la mitad de la población (16’2 millones) de 30 millones de personas se enfrentará a niveles críticos de inseguridad alimentaria (fase 3+) a mediados de 2021, y muchas de estas personas están a punto de caer en niveles de hambre cada vez mayores ya que más de cinco años de guerra han agotado a las familias y las han dejado sumamente vulnerables a las crisis.

“Es imperativo mantener a la gente con vida manteniendo el flujo de alimentos, pero este ciclo no puede continuar eternamente. Yemen necesita que cese el conflicto, que es el principal causante de la inseguridad alimentaria en el país. Las familias yemeníes necesitan estabilidad y seguridad, así como ayudas para su subsistencia que les permitan reanudar la producción normal de alimentos, de forma que necesiten menos apoyo externo y puedan crear sistemas alimentarios más resistentes y autosuficientes”, declaró el director general de la FAO, QU Dongyu.

El apoyo humanitario inmediato y coordinado es fundamental para prevenir la hambruna y salvar vidas, en un país que depende de las importaciones para el 80% de sus alimentos y en el que más del 70% de la población vive en zonas rurales y depende de la agricultura para su subsistencia. Sin embargo, los importantes déficits de financiación amenazan con recortes aún mayores en la asistencia alimentaria de emergencia, así como en los servicios de tratamiento de la malnutrición que salvan vidas de niños menores de cinco años y de mujeres embarazadas o lactantes, y apoyan a los hogares produciendo los alimentos y los ingresos que necesitan para salir adelante.

“El mundo no puede quedarse de brazos cruzados mientras Yemen se sume en la hambruna y millones de niños y familias vulnerables pasan hambre”, dijo la Directora Ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore. “La situación ya es catastrófica, y sin una acción urgente morirán más niños. Hemos evitado la hambruna en Yemen antes, y deberíamos ser capaces de evitarla de nuevo, con un mayor apoyo y con un acceso sin obstáculos a todos los niños y las familias que lo necesiten”.

La creciente crisis es una combinación de causas complejas: la intensificación del conflicto que ha provocado un colapso económico, incluidos los dramáticos aumentos de los precios de los alimentos en el sur de Yemen, y un embargo a la importación de combustible que afecta a las familias de las zonas septentrionales. La pandemia de Covid-19 ha agravado el sufrimiento, ya que las remesas han disminuido, las oportunidades de obtener ingresos se han agotado, los servicios de salud se han tenido que extender al máximo y las restricciones de viaje han comprometido el acceso a los mercados. Además, una plaga de langostas e inundaciones repentinas han golpeado la producción local de alimentos en algunas zonas.

Los recortes en el apoyo humanitario de este año, incluida la asistencia alimentaria, han acabado con los logros anteriores en materia de seguridad alimentaria y han dejado a las familias con brechas de consumo de alimentos cada vez más grandes. Los recortes del próximo año continuarán y podrían ampliarse a menos que se reciban fondos con urgencia, advierten estos organismos.