Esta petición, realizada por el partido conservador-liberal socio de gobierno de coalición, salió a la luz a raíz de un informe similar publicado recientemente en Francia.
En un informe publicado por Francia hace aproximadamente un mes, Bélgica fue descrita como "la encrucijada del movimiento de la Hermandad Musulmana", llamando la atención sobre algunos activistas, asociaciones y, en especial, cinco municipios de la región de Bruselas. Se afirmó que estos municipios se habían convertido en "zonas donde los islamistas tienen un control casi total sobre la población".
El Movimiento Reformista considera que la elaboración de un informe similar en Bélgica contribuiría a adoptar medidas preventivas adecuadas identificando los puntos débiles del sistema.
El comunicado del partido expresó: "Esta exigencia forma parte del esfuerzo por proteger la transparencia democrática y el Estado de derecho. Nuestro objetivo es detectar y evitar que las creencias religiosas se utilicen como instrumento con fines políticos o antidemocráticos. Los musulmanes son quienes más sufren estas consecuencias".
Sin embargo, las diferencias de opinión son evidentes entre los funcionarios federales. La ministra de Justicia, Annelies Verlinden (CD\&V), declaró ante el parlamento la semana pasada que un informe especial sobre la Hermandad Musulmana no estaba en la agenda.
Verlinden afirmó que la Agencia de Seguridad del Estado ya supervisaba la estructura en el marco de sus competencias legales. Sin embargo, el diputado liberal de DéFI, François De Smet, criticó esta medida, argumentando que Bélgica necesitaba desarrollar su propia experiencia.
El ministro del Interior, Bernard Quintin (MR), adoptó un enfoque diferente y anunció que había ordenado la realización de un estudio exhaustivo sobre la influencia del Islam radical en todo el país.
En declaraciones a RTL-TVi, Quintin destacó que la información contenida en el informe francés no era nueva para los servicios de seguridad belgas, pero que era importante para el país tener su propio informe.
Quintin también afirmó que, si bien la Hermandad Musulmana no es una organización violenta, alimenta la división social, y añadió: "Esta situación amenaza la coexistencia y crea un ambiente propicio para los movimientos terroristas. Por lo tanto, es necesario vigilarlos cuidadosamente y combatirlos".