Ni familiares ni abogados tienen contacto con el prisionero Mustafa Koçak, que está en huelga de hambre estricta. El jueves, en el día 255 de su ayuno, el joven de 28 años fue trasladado contra su voluntad desde su celda en la prisión de alta seguridad Şakran en la provincia turca occidental de Izmir a la enfermería del complejo penitenciario y recibió tratamiento forzoso. Koçak se había declarado en huelga de hambre en protesta por el juicio injusto que se le había hecho. El pasado mes de julio, fue condenado a una pena de cadena perpetua agravada más 39 años de prisión sobre la base de un falso testimonio de un colaborador. No hay pruebas del supuesto delito de haber conseguido las armas para una toma de rehenes.
Su familia dejó Estambul para ir a Izmir a ver a Koçak tras el tratamiento forzado. Desde el sábado, sus padres y su hermana han estado esperando fuera de la prisión para obtener un permiso de visita. Su hermana Mine Koçak habló con ANF sobre los últimos acontecimientos.
De acuerdo con lo que dijo, tras largas discusiones, los abogados consiguieron entrar en el complejo penitenciario. Sin embargo, allí no encontraron a nadie que pudiera discutir su caso. Fueron enviados por la oficina del fiscal a los médicos, quienes a su vez los remitieron a la oficina del fiscal. Nadie se declaró responsable. "Todo lo que pudimos averiguar de los abogados fue que a mi hermano le habían dado a la fuerza insulina y glucosa. Estamos muy preocupados por su salud. La glucosa puede causar daños permanentes en las personas en huelga de hambre. Queremos que Mustafá sea supervisado por expertos independientes", explica Mine Koçak.
El diputado del HDP, Musa Piroğlu, ha estado ocupándose del caso durante un largo tiempo y está en constante contacto con la familia. Como él dice, las asociaciones médicas y legales han exigido una reunión con la oficina del fiscal. El mismo Piroğlu pudo finalmente hablar con el médico a cargo tras un largo esfuerzo. "Era un médico de urgencias que no pudo darme ninguna información real. Sólo me dijo que Mustafá estaba consciente. Sin embargo, a los abogados se les dijo lo contrario, así que no está consciente. Tampoco tenemos información precisa sobre el tratamiento de Mustafá. A los abogados se les ha dicho que a Mustafá se le ha dado insulina y glucosa como suero. Se ha demostrado que las altas dosis de glucosa pueden causar serios problemas a las personas en huelga de hambre".
El tratamiento forzado contra la voluntad de una persona es un delito, enfatiza el parlamentario del HDP. Asimismo, es completamente inaceptable que esta intervención se haya llevado a cabo en la sala de hospital de la prisión y no en un hospital normal. Por lo tanto, la preocupación de la familia y de los abogados está justificada. "El Estado quiere privar a los presos políticos de todos los derechos, sobre todo del derecho a la resistencia. Esto conllevará grandes dificultades en el próximo período, la sociedad debe ser consciente de ello. El tratamiento forzoso de las personas en huelga de hambre no significa mantenerlas con vida. Mientras no se resuelvan los problemas que estas personas plantean utilizando sus cuerpos, el tratamiento forzado puede conducir a un daño permanente", señaló.