“Las mujeres deberían formar uniones comunales para empoderarse” — Tercera parte

Ayten Dersim, miembro de la Coordinadora del PAJK, y Çiğdem Doğu, miembro del Consejo Ejecutivo de la KJK, destacan la importancia de que las mujeres formen uniones comunales.

MUJERES LIBRES

Ayten Dersim, miembro de la Coordinadora del Partido de Mujeres Libres del Kurdistán (PAJK), y Çiğdem Doğu, miembro del Consejo Ejecutivo de las Comunidades de Mujeres del Kurdistán (KJK), hablaron sobre los mártires de junio y la lucha por el socialismo en una entrevista con Medya Haber TV.

La primera parte de esta entrevista puede leerse aquí y la segunda aquí.

Ayten Dersim: Como Movimiento, desde sus inicios, nos hemos basado en la cultura y la conciencia socialistas. Las condiciones de aquella época, el socialismo real… también nos influyeron. El presidente Öcalan analiza esto extensamente en su manifiesto. Ser socialista es, al mismo tiempo, ser comunitario. Pero ser comunitario no significa necesariamente estar rodeado de decenas de personas. Esa es una interpretación burda. El presidente Öcalan afirma vivir como socialista en Imrali. Y cuanto más lo comprendemos cada día, más comprendemos su verdadero significado. Hemos hablado extensamente sobre lo que representa el "sistema Imrali" y lo que se intenta lograr con él. Hemos analizado sus implicaciones desde la perspectiva de las potencias internacionales.

La lucha socialista implica la vida en comunidad. Un estilo de vida socialista incluye el libre pensamiento. Se trata de producir constantemente, ser útil, crecer intelectualmente continuamente y convertir todo esto en una realidad. Por eso el presidente Öcalan critica y evalúa muchos movimientos socialistas. Dice que quedaron incompletos, que eran insuficientes. Por eso el sistema capitalista los superó. Cuando el socialismo real se derrumbó en la década de 1990, muchos dijeron: “El capitalismo ha ganado”. Pero el presidente Öcalan dijo: “No, el socialismo real fue derrotado”. Esta es una distinción muy importante. Si se dice “ganó el capitalismo, ganó el imperialismo”, se lo legitima, se le asigna una misión, como si se dijera: “Tenía razón”. Pero lo que realmente ocurrió fue la derrota del socialismo real, no la victoria del capitalismo.

¿Por qué? Porque el socialismo real no logró socializar su ideología, su filosofía ni su comprensión de la libertad democrática. Fue sacrificado a un partido, se lo hizo dependiente de un partido. Ese partido se definió entonces como la "dictadura del proletariado". En realidad, no logró desarrollar la democracia. Sus ideas eran insuficientes y limitadas. El presidente Öcalan evalúa esto: un sistema no socializado termina enfrentándose a la modernidad capitalista como un mero bloque, construido sobre muros, prohibiciones y restricciones. ¿No fue eso lo que ocurrió? Se basó en la expansión del ejército. Su lógica para derrotar al capitalismo fue expandir el ejército y fortalecer al partido. No era una vida verdaderamente comunitaria. Redujo el socialismo a un igualitarismo burdo. Decía: "todo por el partido".

Debemos reconocer que esta no era una vida genuinamente socialista. En ese sentido, el socialismo no puede limitarse a un espacio, reducirse a un contenedor ni considerarse propio de un solo lugar. Porque también implica socialización. Socialismo es socialización. Socialismo es democracia. Para comprender tanto el presente como el socialismo mismo, debemos observar la historia, comenzando por la formación de las primeras sociedades humanas.

La verdadera cuestión es la unidad de las palabras y la vida.

¿Cuál era la naturaleza de las sociedades humanas primitivas? Estas comunidades vivieron durante miles de años. ¿Cómo vivían? ¿Había opresión en esa época? ¿Negación? ¿Jerarquía? ¿Clases sociales? No. Y, sin embargo, perduraron durante milenios. Eso significa que existía un estilo de vida libre. Quizás el concepto de “libertad” aún no existía, porque no había opresión que resistir. Pero sí había vida comunitaria.

Por eso, una vida socialista debe trascender naturalmente el individualismo, rechazar el poder, pero continuar luchando en proporción a ese rechazo y arraigarse en la comprensión de que el sistema dominante es una forma de fascismo contra la humanidad. Todo esto requiere una profunda consciencia. No basta con decir: “Soy socialista” o “Viví como socialista”. Hay miles de afirmaciones similares. Hay muchos partidos socialistas. Pero la verdadera cuestión es la unidad de las palabras y la vida.

¿Qué ha hecho el presidente Öcalan en los 27 años del proceso de Imrali? A través de miles de páginas de escritos de defensa, sacó a la luz la respuesta a la pregunta: “¿Cuál es la historia de la humanidad?”, no solo para el pueblo kurdo, sino para los pueblos de Oriente Próximo y toda la humanidad. Porque la historia, tal como la escriben quienes ostentan el poder, no refleja la realidad de la sociedad.

Por eso, en todas sus defensas, afirmó: "No estoy escribiendo la historia de nuevo. Estoy revelando la historia que nunca se ha escrito". Porque la historia de los pueblos no se ha escrito. La historia de las mujeres no se ha escrito. Siempre nos lo recordaba. ¿Cómo nos desarrollamos como movimiento? El presidente Öcalan afirmó: "La historia de la esclavitud de las mujeres no se ha escrito. Tampoco la historia de su libertad, pero está esperando ser escrita".

El socialismo también es socialización.

Para escribir la historia de la libertad, primero hay que ser libre. Sin liberación, ¿cómo se puede escribir la historia de la libertad? El presidente Öcalan nos guió constantemente hacia la historia. La define así: “La historia se esconde en el presente, y nosotros estamos escondidos en ella”. En otras palabras, una persona, o la humanidad, existe a través de su historia.

La modernidad capitalista, sin embargo, afirma que la historia comienza consigo misma. Todo lo anterior se etiqueta como “bárbaro”, “atrasado” o “primitivo”. Niega la humanidad a lo que existía antes. El presidente Öcalan no hace esto. Él rastrea la humanidad miles de años atrás, preguntándose: ¿Cómo se humanizó la humanidad? Como revolucionarias, como militantes, como mujeres, si no indagamos en estas preguntas, ¿cómo podemos comprender? Por eso, el presidente Öcalan, al reflexionar sobre la historia, pregunta: “¿Cómo vivieron las mujeres? ¿Cómo fueron derrotadas? ¿Cómo fueron esclavizadas? ¿Cómo fueron despojadas de su condición de mujeres?”. Porque la esclavitud se internalizó a través de la esclavización de las mujeres, ¿no es así? Y todavía luchamos contra eso.

Hay un modo de existencia moldeado por la esclavitud que se ha arraigado en nosotras y nosotros. La vida socialista, porque el socialismo no está separado de la cultura democrática, ¿verdad? Tampoco puede separarse de la vida comunitaria. El socialismo también es socialización. Socializar significa estar en mayor conexión con los demás, compartir con todos y todas. Pero también incluye resistirse a lo que se considera incorrecto o inadecuado. En este sentido, el presidente Öcalan redefinió y profundizó el concepto, colocándolo de nuevo en la agenda de la humanidad y de las mujeres. De esto entendemos que sin comprender, internalizar y adoptar la cultura y la ética socialistas, es imposible construir una nueva sociedad, una sociedad libre y democrática. Porque se rechaza la sociedad existente. Pero si se la rechaza, ¿qué se construirá en su lugar?

Aquí estamos, frente a la modernidad capitalista. Su alcance es vasto y no puede limitarse a un solo programa. Entonces, como mujeres, ¿cómo existiremos en oposición a ella? ¿Cómo alcanzaremos la libertad en términos de nuestra identidad y nuestro género? Debemos presentar una alternativa. Y esa alternativa no puede ser solo un programa. Es necesario tener una ideología, una filosofía. El tipo de vida que visualices ideológica y filosóficamente importa. Eso es lo que llamamos vida socialista. Una socialista es alguien que rechaza toda forma de dominación, todas las tradiciones, todos los modos de vida esclavizantes, y que también comprende conscientemente cómo construir una vida socialista en su lugar. Entonces, como mujer, ¿cómo quiero vivir? Por ejemplo, no quiero ser esclava de un hombre. No quiero que un hombre me domine. Pero para desarrollar mi propia confianza como mujer, debo desarrollar la conciencia de mujer. Debo regresar a donde las mujeres se perdieron. Debo regresar para reconocerlo y, a través de ese reconocimiento, establecer mi propia existencia hoy. Ser uno mismo, existir, ser “xwebûn”... Todas estas son expresiones de lo que encarna una cultura socialista.

El socialismo también es organización.

Nos enfrentamos a una sociedad vaciada de sentido, saqueada y asimilada. En términos de cohesión social, esto aplica tanto al pueblo kurdo como al pueblo turco. El pueblo turco actual también se ha visto distanciado de su propia identidad. Si los pueblos de Turquía y Oriente Próximo fueran verdaderamente conscientes de su identidad y existencia, el sistema de dominación no podría expandirse con tanta facilidad.

Esto también aplica a Turquía. Lo que enfrentamos hoy no es simplemente el gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). La gente ve lo que se está haciendo allí. Pero la verdadera cuestión es la formación de conciencia y organización. El socialismo también es organización. No es solo un cuerpo de pensamiento. Mucha gente tiene ideas, pero esas ideas deben encontrar su camino hacia la organización. La organización es la lucha por realizarse socialmente, por afirmar la propia presencia en el mundo. Puede ser temporal o permanente, pero es la capacidad de mantener la propia existencia dondequiera que uno esté.

El socialismo también abarca esto. Pero para lograrlo, es necesario comprender a fondo tanto el sistema de poder como el sistema de esclavitud. Porque lo que llevamos dentro es una forma internalizada de esclavitud, se nos ha incrustado. Hoy, la modernidad capitalista presenta al mundo ciertos tipos de mujeres bajo el nombre de libertad y liberación. Son figuras, personalidades y representaciones caricaturizadas y distorsionadas que se han desviado por completo. Los personajes que aparecen en programas de televisión, anuncios, moda y ropa… En respuesta, debemos crear nuestro propio modelo.

Ser socialista significa encarnar un modelo. Requiere humildad, pero también la capacidad de interiorizarla. Significa expresar las propias ideas con libertad y sinceridad, a la vez que se puede empatizar con los demás. El objetivo no es simplemente imponer la propia opinión. Eso es precisamente lo que ha hecho el presidente Öcalan. El pensamiento socialista que cultivó en su interior, la filosofía de una vida libre, se presentó al mundo, trascendiendo los muros de Imrali.

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