“El estado turco se apoderó tanto de nuestro negocio como de nuestros árboles”
EK tuvo que dejar Afrin bajo la presión del estado turco. Habló sobre los crímenes y enfatizó que su único deseo es la liberación de la ciudad.
EK tuvo que dejar Afrin bajo la presión del estado turco. Habló sobre los crímenes y enfatizó que su único deseo es la liberación de la ciudad.
EK, que tuvo que abandonar Afrin tras la presión ejercida por el estado turco y sus aliados, aseguró que no hay paz y seguridad allí.
El estado turco y sus grupos continúan cometiendo crímenes contra la humanidad en Afrin. Las bandas que saquean las propiedades de los civiles también persiguen a la gente.
EK, que vive en el distrito de Şêxmeqsûd de Alepo, le contó a ANHA sus experiencias.
“Secuestraron a mi marido”
EK relató: “Las pandillas allanaron nuestra casa y detuvieron a mi esposo. No pudimos tener noticias suyas durante dos meses. Más tarde, pagamos un rescate de 100 mil liras sirias a las pandillas por su liberación. Después de un tiempo, lo volvieron a detener y lo metieron en una prisión en Afrin. Los mercenarios pedían un rescate para liberar a mi esposo cada vez que lo secuestraban. Aunque les dije que no tenía pan y mantequilla, siguieron pidiendo rescate".
Afirmando que los mercenarios también secuestraron a sus hijos, EK agregó: “Cuando les preguntamos, dijeron que no tenían hijos. Más tarde nos enteramos de que uno de ellos estaba en una prisión. Todavía no sabemos dónde está el otro".
“No hay negocio, no quedan árboles”
EK contó que hay 60 olivos en su olivar y agregó: "Cuando Afrin estaba ocupada, confiscaron todos los cultivos de olivos en nuestros olivares. El año pasado también cortaron nuestros árboles. Cuando fui a buscar la madera de mis árboles, me dijeron que el llamado ayuntamiento había tomado la decisión y que no se daría la leña. Aunque les dije que mis hijos tenían frío, lo hicieron no nos dieron la madera".
Haciendo hincapié en que es muy difícil ganarse la vida en Afrin, EK indicó: “No nos quedan ni trabajo ni árboles. Los precios siguen subiendo. Necesitábamos 1.500 liras sirias al día para comprar el pan de cada día".
EK aseguró que los mercenaros la detuvieron cuando quería regresar a Afrin y agregó que solo tenía dinero para el pan, por lo que les ofreció el dinero para que la liberaran.
Al señalar que no hay paz y seguridad, EK enfatizó que su único deseo es ver a Afrin liberado y poder regresar a su hogar.