La miembro de los Verdes del Parlamento Europeo, Hannah Neumann, ha llegado a la región autónoma del norte y este de Siria para una visita de tres días. La investigadora y especialista en temas de paz y resolución de conflictos, fue recibida en el paso fronterizo de Sêmalka. Antes de eso, estuvo en Kurdistán del Sur e Irak para mantener conversaciones diplomáticas. En Qamishlo, Neumann se reunió el jueves con el co-presidente del Departamento de Asuntos Exteriores de la Administración Autónoma, Abdulkarim Omar. Durante la reunión, se discutió la situación política, de seguridad y humanitaria en el norte y este de Siria. Visitas a los campamentos de detención en Hol (al-Hawl) y Roj y reuniones con la sociedad civil están previstas para los próximos días. También se discutirá la situación de los miembros del ISIS encarcelados.
Neumann declaró que revisaría en particular la situación de la región y especialmente de la población, después de la invasión turca del norte y este de Siria. Dijo que también quería hacerse una idea del sistema de liderazgo de co-presidencias con equilibrio de género, según el cual la presidencia de una institución siempre debe estar a cargo de al menos una mujer y un hombre.
Sin embargo, el objetivo principal de la visita de la experta en política exterior de los Verdes, es crear condiciones seguras para las entregas de ayuda humanitaria a las regiones autónomas. En julio pasado, Rusia utilizó un veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para garantizar que solo un cruce fronterizo (Bab al-Hawa) pudiera usarse para la entrega de ayuda humanitaria al norte de Siria. Esto bloqueó todas las rutas que aún podían usarse para llevar ayuda humanitaria más allá de Damasco a los necesitados. El régimen sirio y Rusia, como potencia protectora de Damasco, utilizan la ayuda humanitaria como medio de poder.
Hasta principios de año, cuatro cruces fronterizos seguían abiertos para la entrega de ayuda a áreas no controladas por Damasco. Pero luego, en enero, Rusia cerró el cruce fronterizo para el noreste, del que dependen casi dos millones de personas, así como un cruce fronterizo en el sur. En verano, Moscú cerró otro en el noroeste. Según la ONU, el suministro de insumos y recursos básicos, de más de ocho millones de personas, está en riesgo.