El distrito de Ayn Issa está localizado en una posición clave de la autopista M4 que conecta el este y el oeste de Siria, y en el cruce de las carreteras a Raqqa y Kobanê. Una ocupación de Ayn Issa podría separar efectivamente los cantones de Jazira y de Kobanê en la región autónoma. Por esta razón, el Estado turco lleva cuatro meses haciendo todo lo posible para capturar la ciudad. Aunque el alto el fuego negociado con Rusia prohíbe los ataques de Turquía, es sistemáticamente roto por Turquía con la aprobación de Rusia. Con el espacio aéreo bajo control de la Coalición Internacional contra el ISIS, el ejército turco no puede explotar su superioridad aérea por el momento y depende enteramente de las fuerzas terrestres, especialmente de sus mercenarios. Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) mantienen el frente y defienden la región autónoma. Los ataques se concentran en particular en las poblaciones de Seyda y Muelek. Son bombardeadas casi permanentemente con fuego de artillería y cohetes.
Tres ataques terrestres en dos días
Sólo los días 16 y 17 de marzo, hubo al menos tres intentos de avance de las fuerzas terrestres en las dos poblaciones, según los informes de las SDF. Todos los ataques fueron repelidos, al menos tres mercenarios del llamado Ejército Nacional Sirio (SNA, por sus siglas en inglés) murieron y tres vehículos militares fueron destruidos.
Las bases están fortificadas y se utilizan los sistemas de radar más modernos
Tras el ataque terrestre, comenzó el fuego de artillería sobre las poblaciones de Zêda, Muelek y Şadada. Seyda y los alrededores de Ayn Issa fueron bombardeados masivamente. El Estado turco utiliza sistemas de radar y cámaras de vigilancia de última generación en los ataques selectivos. Sus bases militares en torno a Ayn Issa, a 32 kilómetros de distancia en territorio sirio, han sido reforzadas y técnicamente mejoradas. Los ataques son especialmente peligrosos para la población civil que vive allí.
Debido a los ataques de artillería del ejército turco, tres menores han perdido la vida. Con ello, el número de personas muertas por ataques de artillería en los últimos cuatro meses asciende a 9, que se suman a los 16 heridos. El Consejo de de Girê Spî informó de que el Estado turco pretendía destruir seis pueblos con sus ataques. Como consecuencia, muchas personas han tenido que abandonar la región y viven ahora en un campo de refugiados cerca de Til Semen, en el sur de Ayn Issa. Otras han huido incluso hasta Raqqa.