Aproximadamente 12.000 refugiados viven en el campamento de Washukani. Los refugiados no reciben ninguna ayuda de las organizaciones de ayuda humanitaria. Aunque los residentes del campamento se ganan la vida a pesar de las limitadas oportunidades durante la temporada de verano, el invierno ya ha empezado a causar problemas en la vida del campamento.
Ela Cemil Ali, co-presidente del Consejo del campamento de Washukani, ha hablado con la agencia ANHA y ha informado que con el frío que se avecina, se necesitan todo tipo de alimentos básicos en el campamento. Cemil Ali añadió que el número de tiendas de campaña en el campamento es insuficiente, y que 300 familias que solicitaron entrar en el campamento no pudieron hacerlo debido a las dificultades ya experimentadas por la administración del mismo.
18 metros cuadrados de espacios para vivir
Cada familia que se aloja en el campamento vive en tiendas de 18 metros cuadrados. La tienda, que se utiliza como cocina, sala de estar y área de dormir, también suele carecer de un baño. Muchas tiendas están desgastadas, lo que hace que el agua de lluvia se filtre mientras la gente trata de arreglar sus tiendas rotas con los pocos medios que tienen.
Otro problema importante es la falta de un sistema de alcantarillado en el campamento. El flujo de aguas residuales en el campamento debido al aumento de la lluvia también se suma al peligro ya presente de epidemias en el campamento.
Señalando que las organizaciones de ayuda humanitaria no ayudan al campamento, Cemil Ali dijo que algunas instituciones no cumplían sus promesas.
Los refugiados que tuvieron que abandonar Serêkaniyê debido a los ataques de la invasión del Estado turco el año pasado esperan que se reduzcan las dificultades que enfrentan en el campamento. Teniendo dificultades para proveer alimentos y necesidades básicas, los refugiados también carecen de ropa de abrigo para protegerse del frío.
Uno de los residentes del campamento, Xidir El Ali, declaró que su único deseo es liberar a Serêkaniyê y regresar a sus hogares.
Xedice Hemud, que emigró de la aldea de Til Mihemed y se instaló en el campamento, deseaba tener una estufa para calentarse en el invierno.
Helime Ehmed, que emigró de la aldea de El Derbo, señaló que su ropa no era adecuada para el invierno y pidió solidaridad con las organizaciones humanitarias.