Se va hacia la montaña cuando la montaña no viene hacia una, y es necesario estar ahí, o al menos aproximarse, para ver con los propios ojos -que son también los ojos de una cultura- la inmensidad de la montaña, la vida que emana de ella. Puede que se esté siempre en el camino, en ese ir “hacia la montaña”, buceando a su alrededor, en un zigzag de distancias y cercanías difícil de sortear, pero al menos se está un poco más allá -y un poco menos acá- del lugar de partida. Y aunque se llegue no se llegue del todo, por no participar de un código compartido: una lengua, una racionalidad otra, una música, una ancestralidad. Se trata entonces de oír el viento, de dejarse habitar, por la altura, por la piedra, por la sal…
Con esa intención surge este libro que recoge testimonios, análisis, entrevistas y relatos de académicos europeos y de Medio Oriente que se propusieron indagar en la experiencia revolucionaria de Rojava (1), iniciada en julio de 2012, en medio de la guerra civil siria y los levantamientos contra el régimen de Assad. Se trasladaron al territorio en diferentes viajes, realizados a mediados y fines de 2014, y convivieron con la población local, en el afán de comprender cómo, en un contexto bélico, recomponían la economía, la educación, el sistema político, la justicia, las relaciones exteriores.
Al regresar, algunos de estos materiales fueron publicados en revistas, medios de información alternativa, páginas de comités de solidaridad, en su idioma original (inglés, alemán, turco) y traducidos, pero a excepción del relato del antropólogo norteamericano David Graeber (“La de Rojava es una verdadera revolución”), el resto continúa siendo prácticamente desconocido en el mundo hispanoparlante. Y existe, al mismo tiempo, entre quienes se interesan por el tema, una enorme inquietad acerca del funcionamiento del modelo del Confederalismo Democrático en la práctica y sobre el día a día de las personas en Rojava.
Ante ese vacío informativo surge la iniciativa de reunir estos artículos, junto a tres entrevistas realizadas al ministro de economía del cantón de Afrin, al ministro de economía del cantón de Cizire y al co-presidente del Partido de la Unión Democrática (PYD). Solidaridad Kurdistán, colectivo español de solidaridad con la lucha del pueblo kurdo, fue quien inició el proyecto en 2015 y realizó la selección de los textos. Luego, traductoras y militantes de diferentes países de América Latina nos coordinamos para traducirlos y revisarlos. Es así que en cada traducción se imprimen las elecciones y marcas personales de quien traduce, y al mismo tiempo las huellas de un proceso colectivo que involucró a un número variado de personas.
El libro se organiza en cinco ejes temáticos: contexto general, sistema político, educación, economía, perspectivas. Esta división tiene como único propósito ordenar el material y facilitar la comprensión a la lectora, no obstante, no se trata de una separación rígida, ya que cada sección se interrelaciona con las siguientes y en un mismo artículo es posible que se traten aspectos diversos, que volverán a ser mencionados y profundizados en otras secciones. En este mismo sentido, se incluye al final del texto un glosario de siglas y mapas ilustrativos que muestran dónde se localiza la población kurda y cómo fue cambiando el territorio a partir de los avances de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG).
Al tratarse de un proyecto de carácter social y solidario, sin fines de lucro, que tiene por objetivo aportar al conocimiento y al debate en torno a la revolución de Rojava, se alienta a las diferentes organizaciones e individualidades a difundir este material por todas las vías posibles.
Un breve panorama de la situación actual
En el momento que se realizaron los viajes, algunos de los acontecimientos que internacionalmente pusieron el foco sobre el Movimiento de Liberación del Kurdistán y especialmente sobre el Movimiento de Liberación de las Mujeres, no habían tenido lugar aún. La batalla contra el autoproclamado Estado Islámico (también conocido como ISIS o DAESH) en el cantón de Kobane había comenzado en setiembre de 2014, pero su histórica liberación ocurriría recién a fines de enero del siguiente año, tras cuatro meses de duros enfrentamientos, alianzas con la Coalición Internacional, y una victoria que quedaría plasmada en las imágenes que circularon por internet de jóvenes guerrilleras kurdas riendo, bailando, compartiendo la alegría de la resistencia.
De ahí en más las Unidades de Defensa del Pueblo y las Unidades de Defensa de la Mujeres (YPG-YPJ) continuaron liberando territorios del yugo yihadista. A mediados de 2015 la caída del ISIS en Gire Spi permitió unir los cantones autónomos de Kobane y Cizire, redibujando así el mapa de Rojava y estableciendo un cerco al Estado Islámico en esa zona. A fines de ese mismo año, junto a las milicias kurdas de Bakur(sudeste de Turquía) y de Bashur (norte de Iraq), liberaron Shengal, ciudad ubicada al norte de Irak, con una población predominantemente yazidí (2), que estaba siendo víctima de la ocupación, la masacre, y la esclavitud sexual de miles de niñas y mujeres, desde hacía más de un año.
Con el objetivo de expandir el modelo democrático a toda Siria y terminar con las amenazas internas y externas, fundaron las Fuerzas Democráticas de Siria, integradas por fuerzas militares revolucionarias de variada procedencia (kurdas, árabes, asirias, turcomanas). A mediados de 2016 liberaron Manjib, una zona estratégica que constituía la principal ruta de conexión entre ISIS y el resto del mundo, fundamentalmente entre ISIS y Turquía, su principal colaborador. Y en estos últimos meses llevan adelante la Operación “Ira del Éufrates” para liberar Raqqa, bastión del ISIS y capital del califato.
Al tiempo que combaten a los fundamentalistas islámicos, tienen que resistir a las reiteradas provocaciones del ejército turco, que ha venido adentrándose en territorio kurdo y bombardeando sus posiciones, con objetivos claros de destruir al movimiento e imponer sus intereses políticos y económicos en Siria. Rojava ha significado para el presidente Erdogan y el gobierno del Partido de la Justicia y del Desarrollo (AKP), una amenaza constante.
En los últimos dos años y medio, el Estado turco ha llevado adelante una campaña del terror en las localidades kurdas del sur de Turquía, sitiando ciudades, asesinando y torturando civiles, encarcelando parlamentarios y alcaldes, cerrando organizaciones políticas y sociales (de derechos humanos, de la juventud, de las mujeres, LGBTI), censurando los medios de comunicación y persiguiendo indiscriminadamente a quien se solidarice con la causa. Se trata de una guerra sucia, silenciada a nivel internacional, enmascarada bajo el supuesto combate al terrorismo, que tiene como verdadero propósito desarticular al movimiento kurdo, -que cuenta en este país con una tradición de larga data-, y consolidar un régimen presidencialista, islámico, profundamente patriarcal, asentado sobre un nacionalismo devastador que la única forma que conoce de relacionarse con las diferencias es eliminándolas, a través del genocidio. No cabe duda de que la historia se repite…
En respuesta, calles, barrios, ciudades enteras desconocen al gobierno y se declararon autónomas, organizándose de forma asamblearia, feminista y ecológica. Las mujeres y los jóvenes forman unidades de autodefensa y resisten a los tanques y bombardeos del ejército turco, construyendo trincheras y barricadas. Sin duda, Rojava avivó la llama de la insurrección, que venía gestándose, a veces silenciosa, a veces manifiesta, desde fines de los 70, cuando se funda el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), para poner freno a la enorme represión y segregación a la que estaba sometido el pueblo kurdo bajo el Estado de Turquía y los restantes tres Estados donde reside buena parte de esta población (Irán, Irak y Siria), a la vez de proponer una alternativa al capitalismo.
La solución, que en un primer momento se planteó en términos de un Estado kurdo de naturaleza socialista, inspirado en los ideales marxista-leninistas, hoy en día –tras las numerosas formulaciones que ha realizado, desde la década del 90, Abdullah Öcallan (referente ideológico del PKK), el movimiento kurdo en su conjunto y el movimiento de mujeres en particular- es la propuesta del Confederalismo Democrático, que desplaza la noción de independencia por la de autonomía, y la búsqueda de construir un Estado-nación por la de una confederación de comunas y asambleas, organizados de abajo hacia arriba.
Dentro de este paradigma ocupa un lugar central la liberación de la mujer, entendiéndose que nuestro sometimiento a lo largo de la historia –desde la era neolítica- representa el sometimiento de la sociedad en general, ya que la dominación ejercida por hombres sobre mujeres constituye la primera contradicción, que motivó y desencadenó todas las demás: de clase, raza, orientación sexual, y promovió una mentalidad binaria que separa y jerarquiza mente sobre cuerpo, razón sobre emoción, blanco sobre negro, occidente sobre oriente, humano sobre naturaleza, hombre sobre mujer. Por lo tanto, el capitalismo sólo podrá ser superado cuando se elimine el Estado, que a través de sus instituciones sostiene y refuerza el sistema patriarcal.
En esta dirección viene trabajando el movimiento de mujeres en Rojava desde 2005 (fecha de su fundación), organizando a las mujeres de forma autónoma -y separada de los hombres- en todas las esferas de la sociedad (comunas, autodefensa, salud, educación, Jineologî, arte y cultura, diplomacia), garantizando, además, la paridad en las organizaciones e instituciones mixtas a través del sistema de co-representación (un hombre y una mujer) y estableciendo que al menos el 40% de sus integrantes tengan que ser mujeres. Así como el Tev-Dem (Movimiento por una Sociedad Democrática) se encarga de coordinar a las organizaciones mixtas que actúan en la sociedad de Rojava, Kongreya Star (Congreso Estrella), opera como la confederación de movimientos de mujeres a lo largo de la región. Esta misma organización antes conocida como Yekitiya Star (Unidad Estrella) –así aparece en algunos de los textos aquí seleccionados-, ha cambiado su nombre recientemente con el propósito de reflejar su acción integradora que incluye a mujeres de las más diversas procedencias –no solamente kurdas-. Es así que el movimiento de mujeres se proyecta más allá de una etnia, un territorio o identidad. Sostiene que la lucha contra el patriarcado es una lucha universal y, por lo tanto, también la resistencia tiene que serlo, para ello coordina con mujeres asirias, yazidís, árabes y construye redes de mujeres a nivel internacional. ¡Mujeres del mundo, uníos!
Otra de las piedras angulares de esta revolución es la educación, una que se propone descolonizar y despatriarcalizar al mismo tiempo (3), desafiando el saber occidental y androcéntrico que oculta la participación de las mujeres y los sectores oprimidos de la historia, al mismo tiempo que desprecia todos aquellos saberes tradicionales que exceden su lógica cientificista. Se trata entonces de conocer para conocerse -con lentes propios-, de producir un conocimiento situado, que lejos del positivismo, se reconozca comprometido e implicado con aquello que estudia, negando cualquier presunción de neutralidad y aportando soluciones a problemas sociales concretos. Y es también un intento por rescatar y revalorizar un pasado comunitario de sociedades matrifocales, centradas en la sustentabilidad de la vida, la igualdad, la armonía con la naturaleza; así como una extensa trayectoria de resistencia frente a la represión política, cultural y lingüística.
Esta nueva educación se implementa a través de los comités locales y las academias (comparables a las universidades, aunque sustancialmente diferentes). Hay academias mixtas y exclusivas de mujeres, en estas últimas se desarrolla la Jineologî (una traducción inexacta sería “ciencia de la mujer”), un nuevo paradigma epistemológico que sitúa a las mujeres (su historia, sentires, perspectivas) como centro de la producción del conocimiento. Solo por dar un ejemplo, en la academia Star en Rimeland se imparten clases de Historia de Medio Oriente, Historia de Kurdistán, Jineologî, Sexismo Social, Regímenes de Verdad, Filosofía de Abdullah Öcalan, entre otras. Y como novedad, este año en el cantón de Afrin, el comité de Educación y Pedagogía elaboró un texto didáctico sobre Jineologî, capacitó al cuerpo docente e incluyó estos contenidos como parte del programa educativo en las escuelas secundarias.
En el plano organizativo, vemos cómo el número de comunas ha crecido notoriamente en estos últimos años (seiscientas veinte en Cizîre, quinientas treinta en Afrin, de Kobanê no hay estadísticas), lo que indica que cada vez son más las personas que eligen autogobernarse y reunirse periódicamente en sus barrios, pueblos, ciudades para plantear sus problemas e inquietudes y llegar a soluciones colectivas, sin intermediarios. Cada comuna está integrada a su vez por 5 comités (comité de educación, comité de salud, comité de economía, comité de resolución de conflictos, comité de autodefensa) que se encargan de asuntos locales, como el saneamiento, la energía eléctrica, el uso del espacio público, las necesidades específicas de sus habitantes, los conflictos vecinales y familiares, los casos de violencia machista, la seguridad, el apoyo y desarrollo de cooperativas, así como también imparten cursos de idiomas, alfabetización de adultos, primeros auxilios, medicina alternativa, actividades para niñas y niños.
Las derivas de la economía en Rojava continúan siendo una incógnita y quizá uno de los aspectos fundamentales en el devenir de este proceso de trasformaciones que hay que seguir muy de cerca. En los textos se encontrarán planteos acerca de la construcción de una triple economía (comunitaria, de guerra y abierta –esta última con participación de capitales privados y extranjeros), pero por el momento, y en un contexto bélico y de embargo internacional, con las fronteras de Turquía y del KRG (Gobierno Regional del Kurdistán en Irak) cerradas, o sea, sin la posibilidad de exportar e importar ni de recibir inversiones, la que más se ha desarrollado, junto a la inevitable economía de guerra (a la que se destina la mayor parte de los fondos), ha sido la economía comunal, o de subsistencia. Esta se basa en la creación de cooperativas (mixtas y de mujeres) organizadas a nivel local, estrechamente vinculadas a las comunas y al sistema asambleario. Destacan las cooperativas de producción agrícola, subvencionadas por el autogobierno, pero las hay también ganaderas, de servicios, textiles, de productos de higiene y de limpieza, de fertilizantes, de materiales de construcción, de conservas, entre otras. Son fuente de empleo y a su vez ofrecen productos elementales a los precios más bajos del mercado, permitiendo su accesibilidad a la mayoría de la población y quitándoles el monopolio a los empresarios. Cabe destacar que existen negocios privados que coexisten con las cooperativas, así como también, propietarios de extensiones de tierra, aunque la mayor parte de la misma haya sido colectivizada.
A nivel internacional, se han abierto recientemente dos oficinas de representación de Rojava en el exterior, una en Moscú y otra en La Haya. Sin embargo, ni las YPG, ni el PYD, han sido invitados a las negociaciones de Paz para el conflicto en Siria, que se han sucedido en Ginebra (2016) y actualmente en Astaná. Las relaciones con los Estados se mantienen lentas y condicionadas. En contrapartida, se han multiplicado los comités de solidaridad, los libros, las charlas, las tesis, los cine-debates, exposiciones y conferencias a lo largo del mundo. Todo esto gracias al esfuerzo internacional del movimiento kurdo y de compañeros y compañeras militantes que creen (creemos) y apuestan (apostamos) en esta revolución, círculos libertarios, de izquierda, feministas, anticapitalistas, que resisten e insisten en construir otro mundo.
El desafío que nos queda por delante a todos y todas las que vemos aquí una antorcha, es desmenuzar el proceso en su complejidad, contemplando las enormes posibilidades, simbólicas y materiales, que abre dentro de la coyuntura internacional actual, y las limitaciones externas e internas que lo caracterizan. Sin idealizaciones mediante ni buscando correspondencias con teorías que nunca pisaron tierra. Arriesgarse a construir una solidaridad internacionalista desde una mirada crítica, que nos permita aportar al devenir de este proceso, sin pretender dictaminar sobre lo que otros y otras protagonizan, y a la vez repensar nuestras propias vías y horizontes de transformación, sin ánimos de importar ningún modelo.
Una última imagen que sintetiza lo que significa Rojava para muchos, y sobre todo para muchas de nosotras. 2016, Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario (Argentina), la charla de Dilan Bozgan, “Kurdistán: la revolución de las mujeres”. El salón de actos de la Escuela Normal desbordando. Mujeres de diferentes edades y procedencias, amontonadas en las sillas, en el suelo, en los marcos de las ventanas, aprovechando los espacios libres del escenario, empujando un poco más para entrar por la puerta. Más de 600… Al final, mujeres enardecidas, esperanzadas, conmovidas, salimos cantando a una sola voz: “Jin, jiyan, azadi… Jin, jiyan, azadi… Jin, jiyan, azadi (mujer, vida, libertad)” hasta llegar a la montaña…
Notas:
(1) Rojava significa “occidente”, o “Kurdistán occidental” en idioma kurdo. Es así como se le denomina a la región liberada al Norte de Siria.
(2) El yazidismo es una religión antigua y minoritaria en Medio Oriente, que toma sus bases del Zoroastrismo. Se estima que hay unos 800.000 fieles alrededor del mundo, siendo que la mayor parte se concentra en Irak.
(3) “No se puede descolonizar sin despatriarcalizar”: máxima del grupo feminista boliviano Mujeres Creando.
FUENTE: Eva Taberne (texto introductorio) / Ex Iste (ilustración de la portada del libro) / Hemisferio Izquierdo (https://www.hemisferioizquierdo.uy)