Abogado Sarıca: “La represión en Imrali es un ataque contra Abdullah Öcalan”

El abogado Rezan Sarıca señala que la represión en Imrali ha de verse como un ataque contra Abdullah Öcalan.

El líder del pueblo kurdo, Abdullah Öcalan, lleva recluido en régimen de aislamiento en la isla-prisión de Imrali desde 1999. En los últimos tres años, el aislamiento de Öcalan se ha llevado al nivel de incomunicación total. Hace meses que no se tiene ninguna señal de vida de Öcalan. Desde ANF hemos hablado con su abogado Rezan Sarıca, del bufete de abogados Asrin, sobre este ataque tanto físico como contra la psique del representante kurdo y pensador político, con el objetivo de doblegarlo. Sobre ello, Sarıca ha dicho que el Estado turco lleva décadas intentándolo, pero siempre ha fracasado.

Sarıca también ha subrayado que el sistema Imrali debe considerarse de forma holística: "Es un complejo formado por un comité disciplinario, un comité de control, un comité de ejecución, la fiscalía y el tribunal de ejecución, que impone constantemente nuevos castigos a Öcalan. Detrás está el Estado, que no considera suficiente la pena de muerte conmutada por cadena perpetua. Cada momento de cautiverio pretende ser una tortura. Esa es la política que se está siguiendo".

Cinco visitas de abogados en doce años

Sarıca ha señalado que las visitas de familiares y abogados han sido continuamente obstaculizadas de forma ilegal hasta 2011, y que nunca se permitieron con regularidad: "Desde 2011 hasta hoy, es decir, en los últimos doce años, se han llevado a cabo cinco reuniones abogado-cliente. Los familiares de los presos solo han podido realizar cinco visitas a Imrali en los últimos nueve años. En repetidas ocasiones se han impuesto sanciones disciplinarias. También quiero señalar que en estas cinco visitas se impusieron sanciones disciplinarias. En los últimos 25 años, nuestro cliente sólo ha podido mantener dos breves llamadas telefónicas con su hermano. Nunca ha podido mantener una conversación telefónica con sus abogados. Cuando se producían visitas familiares, no se le permitía hablar en kurdo. Le prohibieron numerosos periódicos, y algunos los distribuyeron tan censurados que resultaban ilegibles. Se le impusieron sanciones disciplinarias para impedir las llamadas telefónicas y la correspondencia por carta, pero se le entregaron cartas insultantes y amenazadoras. También se le impidió el acceso a muchos libros. Incluso los libros que contenían textos que el propio Abdullah Öcalan escribió en su demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos no le fueron entregados debido a la prohibición de la Comisión de Control. Se le negó el acceso a la televisión durante los primeros 14 años, y después restringieron los canales. Incluso una radio monocanal le fue retirada en repetidas ocasiones bajo diversos pretextos y no le fue devuelta durante largos periodos de tiempo."

Advirtiendo de que este sistema de represión causa inevitablemente daños físicos y psicológicos a las personas, Sarıca ha afirmado: "Para una persona encarcelada, los vínculos sociales son absolutamente vitales. Estos se establecen a través de familiares, abogados y, cuando la ley lo permite, parientes, amigos u otros visitantes. Estos vínculos con la vida también deben poder mantenerse a través de la comunicación telefónica y escrita. La disponibilidad de canales de comunicación visual, auditiva y escrita con el mundo exterior es crucial. Sin embargo, para el Sr. Abdullah Öcalan, todos estos derechos han sido sistemáticamente restringidos o completamente bloqueados. Pero mantener el contacto con el mundo exterior desempeña un papel crucial en la protección del preso contra tratos o castigos malos e inhumanos. Si esto no puede garantizarse, el riesgo de verse expuesto a cualquier tipo de maltrato es máximo. En Imrali, esta forma de castigo, que se ha mantenido y aumentado durante 25 años, tiene como objetivo restringir a Abdullah Öcalan a nivel físico, social, psicológico, espiritual y mental. El objetivo es agotar física y mentalmente a Abdullah Öcalan y así someterlo mentalmente. Todos estos castigos deben considerarse en su dimensión humanitaria y política, y entenderse como un ataque a su capacidad de pensar, hablar y desarrollar ideas."