Cifane es una de las miles de aldeas en el norte de Kurdistán que el ejército turco incendió en la década de 1990. La población tuvo que huir. Algunas familias regresaron años más tarde al pueblo y reconstruyeron sus hogares. En su opinión, la vida en el pueblo es mejor que en la ciudad, a pesar de todas las dificultades. Las familias de ganaderos hablan de su vida en el pueblo al borde de las montañas Cûdî, donde no hay electricidad.

Emine Bilik y su familia tuvieron que huir a Cizîr (Cizre) cuando la aldea fue despoblada. Ella regresó a su pueblo hace 11 años. La vida en el pueblo le parece "bella y tranquila". En la ciudad fue muy difícil, así que regresaron. "Aquí estamos mejor. Nuestro único problema es que no hay electricidad. Todos nuestros ingresos provienen del ganado. También tenemos higueras y un jardín. Podemos llevarnos bien con lo que plantamos. La ciudad carecía de todo. Aquí ahora tenemos todo menos electricidad".

Sadika Sanir ha regresado de la capital provincial, Şirnex, al pueblo. También señala que la vida en la ciudad es muy costosa. "La gente vive en el pueblo", dice ella. "En la ciudad tienes que comprar yogur, leche y huevos, pero aquí producimos todo nosotros mismos. La gente se solidariza y se trata con respeto. Nos levantamos temprano en la mañana y cuidamos a nuestros animales, hacemos yogurt, queso o lo que sea que necesitemos".

Aunque la falta de electricidad es un gran problema, no abandonará el pueblo de nuevo, dice Sadika Sanir.

Nos encontramos con Gule Kalin mientras su hija hornea el pan. Ella habla del trabajo duro que las mujeres tienen que hacer en el pueblo. "La vida de la aldea es tan hermosa como dura. Cuidamos a nuestros animales y los campos. Ahora llevamos aquí 15 años. Además de esta aldea, no hay ningún lugar adonde ir".