Un rapero kurdo se niega a hacer el servicio militar

"No quiero apoyar la política de guerra de los gobernantes que promueven el militarismo para mantener su existencia", dijo el rapero kurdo Gewr de Siirt negándose a hacer el servicio militar.

El rapero kurdo Gewr (Beşir Tapu) se negó a cumplir con el servicio militar en Turquía. "Por razones de conciencia", según explicó el joven de 29 años en un mensaje de vídeo en el que añadió que el Estado turco está "cometiendo crímenes contra la humanidad". En lugar de abogar por la protección de los derechos básicos, la justicia y las libertades de los pueblos, el aparato estatal sólo se dedica a los intereses de los gobiernos. Cometen crímenes contra los pueblos, la naturaleza y la humanidad para proteger su existencia. Utilizo mi derecho a la objeción de conciencia para detener las políticas de guerra de los poderes gobernantes que alimentan el militarismo y para proteger a los pueblos y a la naturaleza".

La guerra causa traumas a individuos y grupos sociales durante años. Y obliga a comunidades enteras a emigrar, dijo Gewr, nacido en 1991. Él experimentó todo esto de primera mano cuando era un niño de una familia kurda que vivía una vida nómada en la montaña Herekol, en Siirt.

Cuando sólo tenía cuatro años fue testigo de operaciones militares en las que sus tiendas fueron incendiadas y rebaños enteros de animales fueron destruidos por los soldados. "También tuve que ver con mis propios ojos cómo desnudaban y torturaban a los ancianos".

Cuando Gewr tenía ocho años, la familia se trasladó lejos de Herekol a las afueras de Siirt, a una "zona de gueto", como la describe el artista. De 2012 a 2014 se formó como enfermero geriátrico, tras lo cual Gewr se matriculó en la Universidad Europea de Nicosia, al norte de la parte de Chipre ocupada por Turquía. Allí estudió nutrición y dietética con una beca, al mismo tiempo que participaba en el club de teatro de la universidad. Su beca fue cancelada cuando Gewr participó en una representación sobre la masacre de Roboski. Como resultado, tuvo que pedir un préstamo y realizar numerosos trabajos en bares, cafeterías y en la construcción para pagar sus deudas. "Hay miles de jóvenes que se encuentran en la misma situación o que se han presentado a la prueba de selección de personal del Estado (KPSS), pero que siguen sin ser contratados. Muchos de ellos optan por suicidarse cada año porque no tienen perspectivas".