La absurda historia de la activista kurda encarcelada como traficante de seres humanos

La tesis de los magistrados se basa en las declaraciones de otros dos pasajeros del barco, que la habrían identificado como traficante. Sin embargo, los dos han desmentido la circunstancia

REPRESIÓN

La protagonista de esta historia se llama Maysoon Majidi. 29 años recién cumplidos, iraní de etnia kurda, tiene un físico tan debilitado que en todos los informes desde la cárcel la primera palabra usada para describirla es “delgada”. Majidi nació en 1996 en Irán. Allí estudió, se graduó en teatro y se acercó a la política. Los periódicos que siguen su caso a menudo la identifican como “defensora de los derechos humanos”. En una carta escrita desde la cárcel y enviada al diario italiano il manifesto, ella misma cuenta su trayectoria política: “Soy miembro de la organización de derechos humanos Hana, participo en la coordinación de los kurdos en la diáspora, soy activista de los derechos de las mujeres y de las naciones oprimidas”. Un activismo que le ha costado la animadversión de las autoridades iraníes.

En 2019, ella y su hermano huyen a Irak, en la región semi-autónoma de Kurdistán. Allí se reinventa como periodista -sigue protestas, funda Ack News, una pequeña agencia de noticias en línea. Sin embargo, no abandona la política activa. “Durante la revolución por Jina Mahsa Amini [las protestas conocidas en Europa como “Mujer, Vida, Libertad”] organicé la primera performance frente a la sede de las Naciones Unidas en Erbil”, escribe. También en Irak, sin embargo, llegan las amenazas iraníes. Maysoon Majidi huye de nuevo. Paga a traficantes para el viaje hacia Europa -su destino final es Alemania. Pasa un largo periodo en Turquía, esperando una forma de zarpar. Luego, finalmente, el viaje en barco, que describe como siempre se describen los viajes que llevan migrantes del sur al norte del Mediterráneo: infernales. “Había tres baños, uno para nosotros que se rompió el primer día y estaba fuera de uso. En la urgencia de ir al baño teníamos que usar bolsas de plástico y luego tirarlas afuera. Debido a la situación terrible, se vomitaba a menudo. El motor del barco se rompía continuamente. También se rompió la bomba y el agua entraba en el barco; los chicos tenían que vaciarlo con cestos que descargaban afuera”.

La tesis de los magistrados se basa en las declaraciones de otros dos pasajeros del barco, que la habrían identificado como traficante. Sin embargo, los dos han desmentido la circunstancia, explicando que el traductor entendió mal lo que decían.

Después de días de viaje y altibajos, el barco en el que Majidi y decenas de otros están embarcados encalla en la región italiana de Calabria. “Pensaba que todo había ido bien, comencé a tomar fotos de los hongos que crecían en el suelo, de los árboles, de la naturaleza y luego nos hicimos algunos selfies”, es su relato. Desde ese momento, sin embargo, comienza la saga judicial. Poco después del desembarco, cuando es alojada en un centro de acogida, la policía la detiene y la lleva a la cárcel. Los magistrados de Crotone, encabezados por la fiscal Maria Rosaria Multari, la acusan de favorecimiento de la inmigración clandestina, un delito que en el código penal italiano prevé prisión de uno a cinco años. Pero, ¿de dónde proviene esta acusación?

La tesis de los magistrados se basa en las declaraciones de otros dos pasajeros del barco, que la habrían identificado como traficante. Sin embargo, los dos han desmentido la circunstancia, explicando que el traductor entendió mal lo que decían. Ambos están en el extranjero -uno en Alemania y el otro en el Reino Unido. La televisión italiana los ha encontrado e entrevistado, pero la fiscalía de Crotone jura no poder encontrarlos, y por lo tanto su retractación no es admitida en el juicio. De nuevo, frases que parecen extraídas de la fantasía de Kafka. Ni siquiera el hecho de que el verdadero traficante, que confesó, haya testificado la inocencia de Majidi ha convencido a los magistrados de retirar los cargos. De hecho, en la última audiencia, los jueces rechazaron la solicitud de arresto domiciliario, manteniéndola en prisión.

Maysoon Majidi ha pasado varias semanas en huelga de hambre como protesta. Lo que la convenció para terminarla fueron las numerosas manifestaciones de solidaridad de la sociedad civil y de los movimientos antirracistas italianos.

No ayuda el funcionamiento del derecho italiano, que sobre el tema no está alineado con la definición internacionalmente reconocida de tráfico de seres humanos. “Para que se configure el delito, el artículo 12 [relativo al favorecimiento de la inmigración clandestina] requiere la intención de llevar a cabo la conducta descrita en el delito, independientemente del motivo y de la consecución del objetivo. El lucro financiero o material derivado del favorecimiento de la entrada irregular es una circunstancia agravante, pero no un elemento constitutivo del crimen”, escribe Amnistía Internacional en su apelación por la liberación de la activista kurda. En la práctica, se puede ser acusado de tráfico de seres humanos incluso sin obtener ningún beneficio de la inmigración. Incluso si, como en este caso, si uno se encuentra en una embarcación luchando por la propia vida.

Maysoon Majidi ha pasado varias semanas en huelga de hambre como protesta. Lo que la convenció para terminarla fueron las numerosas manifestaciones de solidaridad de la sociedad civil y de los movimientos antirracistas italianos. En agosto, el europarlamentario calabrés Mimmo Lucano, del grupo Gue-Ngl, la visitó en prisión. Antes de su carrera europea, Lucano fue alcalde de un pequeño pueblo de Calabria, y él también tuvo que enfrentar un largo proceso porque sus políticas de ayuda a la integración de la comunidad migrante fueron duramente reprimidas por la magistratura italiana. “Encontré a una chica delgada pero también sonriente que nunca pierde la fe. Vine aquí para llevar mi solidaridad porque estoy convencido de su inocencia al 100%”, declaró al salir de la cárcel.

“No consigo entender por qué me arrestaron” es la conclusión de la carta de Majidi. Que, con la próxima audiencia, espera finalmente conquistar la libertad.

FUENTE: Lorenzo Tecleme / Diario Red / Edición Kurdistán América Latina