Sobre el insondable carisma de Hapsa Khan Naqib
Desafíos en la documentación del papel histórico de las mujeres kurdas.
Desafíos en la documentación del papel histórico de las mujeres kurdas.
La naturaleza de la "cuestión kurda" ha hecho que las mujeres kurdas hayan desempeñado históricamente un papel destacado en la liberación de su pueblo en las cuatro partes del Gran Kurdistán. Más recientemente, al menos desde 2001, ha habido un intenso interés en el papel histórico y moderno de las mujeres kurdas en la lucha de liberación. Con el ascenso de Estado Islámico (ISIS), y la heroica lucha de las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) contra la violencia impuesta por la organización terrorista, los esfuerzos por parte de las mujeres Peshmarga kurdas en el sur del Kurdistán (Bashur, norte de Irak) contra el régimen de Saddam y más allá, las luchas históricas de las mujeres en los partidos políticos kurdos en Rojhilat (Kurdistán oriental, Irán occidental) y las de las luchas de las guerrilleras del PKK en las montañas de Qandil y su lucha por la liberación contra el violento Estado turco sobre los kurdos de Bakur (Kurdistán septentrional, suroeste de Turquía) se ha convertido en una fuente de profundo interés para responsables políticas, antropólogas, feministas y académicas.
Sin embargo, escribir sobre el papel y la condición de las mujeres kurdas históricamente plantea muchos retos. Shehrzad Mojab y Amir Hassanpour en su libro de 2021 "Women of Kurdistan: A Historical and Bibliographic Study" señalan: "Existen serios obstáculos sistémicos a la creación y difusión de conocimientos sobre las mujeres kurdas. Y ello a pesar de que los kurdos son una de las grandes naciones transnacionales del mundo, que viven en una parte estratégicamente importante del planeta. Su condición de nación no estatal reprimida desempeña un papel fundamental en la creación y difusión de conocimientos sobre las mujeres kurdas". Continúan destacando cómo el factor clave de la apatridia de los y las kurdas ha tenido efectos profundamente perjudiciales en la construcción del conocimiento sobre los kurdos y las mujeres kurdas. Esta apatridia ha supuesto una falta de tolerancia hacia los kurdos y su propia existencia, la falta de datos censales oficiales sobre ellos, la falta de acceso relativo a los medios de comunicación oficiales del Estado, las instituciones educativas, la literatura, las películas y las revistas, y todo ello ha influido en nuestra comprensión de las mujeres kurdas en la sociedad, los papeles y el estatus que ocupaban y cómo han influido en las luchas de liberación del pueblo kurdo.
En Bakur, donde hasta hace muy poco los propios términos "kurdo" y "Kurdistán" eran ilegales, los estudiosos de la mujer y la historia kurdas se enfrentan a una importante barrera. Además, la historia de las mujeres kurdas no es monolítica, y su influencia y agencia han estado muy condicionadas por las distintas partes del Kurdistán en las que residieron, incluidas las diferentes políticas opresivas que les impusieron los regímenes que colonizaron y dominaron a los kurdos. Por supuesto, las mujeres kurdas estaban presentes en las historias y relatos escritos por misioneros, diplomáticos, militares, comerciantes e historiadores, pero tendían a ser marginadas y vistas desde una óptica occidental orientalizada y fetichizada.
A pesar de las restricciones mencionadas, en virtud de la larga y extensa historia de asimilación violenta y políticas opresivas impuestas por el Estado por parte de los regímenes turco, iraní, iraquí y sirio, surgió esta larga lista de diferentes organizaciones de mujeres y movimientos militantes como movimiento contrario. A partir del siglo XIX, varias mujeres destacadas pasaron al primer plano de los esfuerzos de emancipación de los kurdos. En consecuencia, a las mujeres kurdas se las ve como valientes luchadoras, tan intrépidas o más en el frente de guerra, o como defensoras de las causas nacionalistas en las montañas y en los núcleos urbanos a través de funciones tradicionales de servicio o como pacificadoras a través de diversas organizaciones de madres y mujeres pacifistas. En cambio, sabemos menos de las mujeres intelectuales que contribuyeron a la justicia social, la igualdad y los derechos humanos, especialmente los de sus congéneres en la sociedad. Una de ellas es Hapsa Khan Naqib (Hepse Xanî Neqîb), nacida en Silêmanî (Suleymaniya) en 1891. Un rápido repaso a su inmensamente influyente activismo y trabajo dentro de la sociedad kurda a principios del siglo XIX puede proporcionar una visión profunda de los antecedentes que allanaron el camino para muchas de las diversas unidades militantes femeninas y de autoprotección de la mujer que existen en todo el Kurdistán actual. Sin embargo, por desgracia, se sabe muy poco sobre su vida, no existen biografías oficiales sobre ella, aparte de las menciones de su influencia en los libros de historia en kurdo (dialecto sorani), que ofrecen una visión superficial de su vida. No existe nada sobre ella en inglés, aparte de algunos párrafos y artículos breves.
Tradicionalmente, las mujeres kurdas han disfrutado de un nivel relativamente mayor de libertad en la sociedad en comparación con los diversos grupos étnico-religiosos vecinos. El historiador grecorromano Plutarco señaló a hombres y mujeres fieros en lo que hoy es el Kurdistán septentrional y occidental luchando contra las tropas romanas invasoras en el siglo I a.C. Las tribus invasoras afganas bromeaban diciendo que la dinastía kurda Zand (1750-1794) se escondía tras las faldas de sus mujeres mientras las novias de los guerreros luchaban codo con codo con sus hombres. Existen muchas mujeres destacadas como Sayida Mama Khatun, la última gobernante de la dinastía kurda medieval de Daylamite; Khanzade Sultan que gobernó las regiones de Harrir y Soran a mediados del siglo XVII; Kara Fatima Khanum de Marash en Bakur que se convirtió en la jefa de su gran tribu en el siglo XIX; junto con otras como Mama Maryam, Mama Kara Nergiz, Mama Pura Halima de Piidar o Mama Persheng. En el ámbito religioso, Asenath (Osnat) Barzani (1590-1670), otra mujer kurda que vivió en Bashuren el siglo XVII, se convirtió en directora de una yeshiva tras la muerte de su marido. Por supuesto, ninguna lista de mujeres kurdas históricas destacadas está completa sin la famosa poeta e historiadora Mastura Ardalan (1805-1848).
Existían muchas razones que explicaban el carácter relativamente más libre de las mujeres kurdas, entre ellas, irónicamente, su existencia nómada, seminómada y pastoril. Asimismo, muchos intelectuales kurdos apoyaron la igualdad de género y se esforzaron por exponer sus puntos de vista a través de la literatura, la poesía, los sermones y las conferencias. Intelectuales como los poetas kurdos Haji Qadri Koyi (1815- 1892), Qani Muhammed Abdulkader (1898-1965), Abdulla Goran (1904-1962), Hemin Mukriyani (1921-1986) allanaron el camino en los siglos XIX y XX para sentar las bases de la emancipación y la libertad de la mujer. Cuando nació Hapsa Khan, el protagonismo y la fama de mujeres como Mastura Ardalan garantizaban la existencia de un precedente de mujeres históricas y contemporáneas poderosas e influyentes.
Presentación de Hapsa Khan Neqib
Hapsa Khan Neqib nació en 1891 en el seno de una influyente familia de Silêmanî, en una sociedad feudal, dominada por los hombres y patriarcal. Fue un comienzo importante, ya que muchas de las mujeres destacadas mencionadas anteriormente procedían de familias influyentes y prominentes de localidades urbanas o tribus. Sin duda, es importante señalar que las mujeres de clases altas, tribus y familias poderosas tenían mayor acceso a la educación, la literatura, el contacto con intelectuales progresistas, poetas, académicos y figuras nacionalistas que las mujeres rurales y de clase baja. El hecho de que la familia de Hapsa Khan fuera tan prominente, con sus padres, Sheikh Marif y Salma Khan, socialmente significativos, le permitió disfrutar de muchos privilegios que las mujeres de clases o tribus inferiores no tenían. No obstante, el carisma personal de Hapsa Khan hizo que se convirtiera en una figura de poder en la "doble revolución" de la lucha nacionalista junto con las luchas sociales por la justicia, la igualdad y la liberación de género.
Sin embargo, Hapsa Khan se hizo famosa por su generosidad sin límites hacia los pobres y los desafortunados. Su labor caritativa fue legendaria, incluso desde muy joven. Le preocupaba especialmente el papel y el estatus de las mujeres y las niñas en la sociedad y dedicó gran parte de su vida a su mejora y emancipación. Durante este periodo, no sólo la ocupación británica de Irak provocó trastornos sociopolíticos y económicos, sino que gran parte de Irak seguía sumida en la pobreza, el subdesarrollo y el tribalismo, lo que restringía gravemente la libertad y los derechos de las mujeres. En 1926 emprendió en solitario una revolución educativa en la ciudad de Silêmanî y sus regiones circundantes. Hapsa Khan emprendió una campaña casa por casa con varias maestras para informar y animar a las familias a que permitieran a sus hijas asistir a la primera escuela de niñas de la región.
Hapsa Khan fue también una defensora social de la justicia y trabajó sin tregua contra las desigualdades. Las familias que no podían permitirse la carga económica de educar a sus hijas recibían de Hapsa Khan personalmente los medios para hacerlo. Así pues, Hapsa Khan es responsable casi en solitario de los niveles de educación y alfabetización de la sociedad en la que vivió. Miles de niños, incluidos varones, fueron educados por ella, recibieron su apoyo económico o asistieron a las escuelas que fundó incluso después de su muerte. Esto supuso una revolución en sí misma, ya que muchos de estos niños educados apoyarían después el movimiento nacionalista kurdo o animarían a sus hijos y familiares a convertirse en mecenas y revolucionarios en las décadas siguientes.
La consideración de Hapsa Khan en la sociedad era tal que muchos intelectuales, académicos, poetas, escritores y hombres prominentes la visitaban a menudo y entablaban con ella discusiones sociopolíticas e intelectuales críticas. En una época en la que las universidades o instituciones de enseñanza superior eran bastante escasas, Hapsa Khan sirvió como institución de sí misma y en sí misma. De hecho, los kurdos de Bashur habían reclamado universidades ya en los años veinte, pero no fue hasta finales de los sesenta cuando se construyeron las primeras universidades en la región del Kurdistán. Sus ideas sobre la justicia social y la igualdad, la reducción de la pobreza y el analfabetismo, y la mejora de la situación de las mujeres y las niñas en la sociedad influyeron sin duda en muchos y contribuyeron a que perduraran las reformas y los cambios progresistas.
Pero su casa no era sólo un lugar de visita para hombres poderosos y de élite. También era un centro de educación, reuniones comunitarias y planificación para las mujeres. Las mujeres de la comunidad se reunían a menudo en casa de Hapsa Khan para entablar un debate crítico sobre ética, el papel de la mujer en la sociedad, formas de combatir las influencias tribales y feudales en la familia y, especialmente, en relación con las cuestiones de género. También se discutía a menudo el papel y la responsabilidad de las mujeres dentro de la gran causa nacionalista. Teniendo en cuenta la naturaleza profundamente tribal y feudal de la sociedad de la época, sus esfuerzos por desobedecer los tabúes sociales en torno a la visibilidad de la mujer en los espacios y papeles públicos son asombrosos.
Asimismo, su casa se convirtió en un centro de caridad y ayuda a los pobres y a los que pasaban por momentos difíciles. Se decía que su casa estaba siempre abierta a los pobres, y que todos eran tratados por igual con compasión y amabilidad. A menudo ayudaba a familias pobres a acceder a médicos de distintas regiones y ciudades, financiaba sus viajes y pagaba sus honorarios.
Políticamente también fue una figura formidable. Estaba casada con el jeque Qadir Hafid, hermano del jeque Mahmud Barzanji (1868-1956), que lideró varias revueltas contra los británicos en 1920. Tras la ocupación británica de Irak después de la Primera Guerra Mundial, el jeque Mahmud fue nombrado gobernador de Silêmanî. Hapsa Khan prestó apoyo ideológico y financiero a la lucha kurda por la independencia y la libertad y ayudó y organizó las numerosas resistencias y manifestaciones del pueblo de Silêmanî contra la ocupación británica. Cuando las revueltas de sus cuñados provocaron intensos bombardeos y la evacuación forzosa del pueblo por las fuerzas británicas, ella se negó a marcharse y se quedó con las numerosas familias que no pudieron escapar. Su solidaridad y amor por su pueblo fueron incomparables, incluso a riesgo de perder la vida. En la década de 1930 envió una poderosa carta a la Sociedad de Naciones en la que pedía que se reconocieran los derechos de los kurdos. Cuando más de una década después, en 1946, Qazi Mohammad declaró la República de Mahabad en Rojhilat, ella fue una de sus primeras y más firmes defensoras.
En 1930 creó la primera organización de mujeres, la Asociación de Mujeres Kurdas, centrada en abordar los problemas socioculturales y económicos que afectaban a las mujeres kurdas. Su asociación también proporcionó y distribuyó ayuda económica a mujeres en situación de pobreza y a sus familias, y apoyó la educación femenina. Hapsa Khan continuó con su labor benéfica, educativa y de justicia social hasta su muerte, el 12 de abril de 1953. A su fallecimiento, su casa familiar se convirtió en una escuela que ha seguido educando a las nuevas generaciones de kurdos.
El legado perdurable de Hapsa Khan
Es difícil hacer justicia al papel revolucionario e influyente de Hapsa Khan, cuya contribución a la igualdad de género, la justicia social, la labor caritativa y la causa nacionalista kurda sigue siendo en gran medida ignorada o relegada a las notas a pie de página de la historia kurda. La política kurda, las luchas revolucionarias y los movimientos nacionalistas en todo el Gran Kurdistán siguen siendo una esfera dominada por los hombres; y sin embargo, a pesar del papel de mujeres importantes y poderosas a lo largo de la historia de los kurdos y del sacrificio y la valentía de las organizaciones de mujeres, individuos y grupos revolucionarios, muchas figuras femeninas históricas siguen siendo ignoradas o pasadas por alto. Sin embargo, el legado y el carisma de Hapsa Khan demuestran que ninguna sociedad -por tribal, feudal, dominada por los hombres o patriarcal que sea- no pueda verse obligada a cambiar hacia mayores grados de justicia social, igualdad de género y de clase y progreso.
Recordar a mujeres como Hapsa Khan, honrar sus vidas y sus esfuerzos, su inquebrantable amor por los oprimidos y los pobres, sus esfuerzos por romper tabúes sociales y de clase, y su apoyo incondicional a sus compañeras debería otorgarles un estatus especial en los anales de la historia kurda y de las luchas nacionalistas. ¿Cómo podemos hacer justicia y honrar el inconmensurable impacto de Hapsa Khan en el pueblo y la sociedad kurdos? ¿Cómo se pueden medir sus esfuerzos revolucionarios en pro de una transformación educativa, o cómo cambió permanentemente el papel y la condición de las mujeres y las niñas en la sociedad kurda? Seguramente, nada bastará para honrar su memoria como se merecía. Sin embargo, garantizar que las generaciones de mujeres y niñas kurdas y la sociedad en general sean conscientes de su existencia, de su inmensa contribución a Kurdistán y asegurar que producimos y apoyamos a las muchas otras Hapsa Khan ocultas en nuestra sociedad es quizás una pequeña medida para garantizar que su memoria perdura.
Artículo publicado originalmente por The Kurdish Center for Studies y traducido por Rojava Azadî Madrid.