El saqueo y la destrucción de la naturaleza en el Kurdistán por parte del régimen turco del AKP/MHP ha alcanzado proporciones desmesuradas en los últimos nueve años. La campaña militar, política y judicial de aniquilación contra el pueblo kurdo va de la mano del genocidio cultural y el ecocidio selectivo. Las bases militares y las presas construidas por el gobierno del AKP en el Kurdistán del Norte por supuestas "razones de seguridad" son parte de este proyecto de aniquilación. En el Kurdistán del Sur (norte de Irak), la población está siendo sometida a la expulsión, la pobreza y la opresión con el apoyo del KDP en el poder. Al Estado turco no le basta con convertir el Kurdistán en una colonia. Bajo su ocupación, se está modificando la estructura demográfica.

El terrorismo de Estado turco no sólo ataca al pueblo kurdo, sino también a la naturaleza del Kurdistán. En los últimos años, mediante la creación de zonas de acceso restringido por parte de los militares y la tala de los bosques en Botan, se han destruido sistemáticamente el espacio vital y los ingresos de la población. Las compañías petroleras se están apoderando de la zona.

Concepto de guerra especial

Los ataques en el Kurdistán siguen en todas partes un concepto de guerra especial. El Estado turco está aplicando la misma estrategia de destrucción social y ecocidio en el Kurdistán del sur que ha probado en el Kurdistán del norte. En 2022, se talaron al menos cuatro millones de árboles para despejar el camino a las tropas de ocupación. La destrucción se ha intensificado en los últimos años, con cientos de aldeas despobladas.

El Kurdistán se está despoblando y envenenando

Al igual que en el norte, en el sur la población está siendo expulsada mediante ataques en múltiples niveles. Paralelamente a los bombardeos diurnos y nocturnos de las zonas guerrilleras y al uso de armas prohibidas, se ataca a la población civil y a la naturaleza. El ejército turco bombardea las montañas y envenena permanentemente el suelo del sur del Kurdistán.