Situados entre los ríos Éufrates y Tigris, los kurdos conforman la nación más grande del mundo sin Estado propio con cerca de 35 millones de habitantes, de los cuales casi 2.000 residen en España y se dedican principalmente al sector de la restauración.
Por tener un número tan ínfimo en la península, la politóloga e investigadora en Estudios de Oriente Medio en la Universidad Autónoma de Madrid, Cristina de Lucio, explicó a Efe que los kurdos que viven en España no están tan involucrados en el activismo como sus compatriotas en países como Alemania o Suecia.
”Hay una comunidad pequeña porque España nunca ha sido un objetivo, es un país de tránsito, no es uno que esté en las preferencias de los kurdos que emigran porque en general hay otros países, como Alemania, que tienen una economía más fuerte y hay más posibilidades ahí”, detalló De Lucio.
Un descenso en el número de refugiados
No obstante, según explicó el médico kurdo Mustafa Abdi, hace seis o siete años el número de kurdos en España era ligeramente mayor que el actual, sobre todo por los refugiados que se escapaban de la guerra de Siria.
La inestabilidad de la zona viene condicionada por los frágiles gobiernos establecidos hace más de cien años mediante el Tratado de Sykes-Picot firmado en 1916, en el que se dibujó lo que iba a ser el nuevo Oriente Medio tras la desintegración del Imperio Otomano.
Fue entonces cuando la comunidad kurda quedó dividida entre Turquía, Irak, Siria e Irán, y sus territorios dentro de estos países pasaron a llamarse Bakûr, Başûr, Rojava y Rojhilat (respectivamente), que responden a los puntos cardinales.
Y es que existe un arraigo muy fuerte entre los kurdos y sus territorios. Primero se consideran pertenecientes a su comunidad antes que a la nacionalidad que plasman sus pasaportes.
“Yo he nacido en el Kurdistán de Irak, yo soy un kurdo que vive dentro de un país que se llama Irak”, remarcó a EFE el representante en funciones del Gobierno regional del Kurdistán iraquí en España, Ayden Ostan.
“Nosotros en primer lugar nos identificamos como kurdos”, confesó el que fuera delegado del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) en la Unión Europea, Faruk Doru, quien declaró que la creación de estados nacionales en la zona no ha seguido el patrón de los pueblos o asentamientos sino el interés económico.
Es por ello que a nivel cultural los kurdos de los cuatro países están más unidos a través de los idiomas o la música. En este sentido, de Lucio identificó los dos ejes más fuertes de unión de todos los kurdos: el año nuevo kurdo, llamado Newroz y que se celebra cada 20 de marzo, y la lucha de Kawa, un mito que forma parte de la memoria histórica del pueblo.
Historia de kurdos en España
Embarcado en un buque mercante que zarpó desde Beirut, parando en Alejandría, Nápoles y Marsella hasta llegar a Barcelona, una semana tardó Abdi en los años 70 en pisar tierra española.
Este kurdo ya jubilado, que trabajó en ambulatorios de distintas ciudades, así como en el Hospital Clínico San Carlos y en el Universitario Severo Ochoa de Madrid, explicó a Efe cómo después de su travesía para llegar a España se las ingenió para empezar los estudios aquí, aún en época de dictadura.
“Yo he venido como estudiante, nosotros teníamos poco dinero y yo como kurdo no he tenido beca del Estado sirio”, denunció Abdi.
Las motivaciones de migrar pueden ser variadas aunque normalmente responden a la falta de recursos o conflictos bélicos, como fue el caso de Ayden Ostan, quien a finales de los 90 emigró a Inglaterra por culpa de la guerra, y tuvo que pasar unos cuantos años más hasta que se afincó en España.
Nacionalizado aquí, Ostan explicó que entre 2013 y 2017, el Kurdistán iraquí tenía más relación con España a través de las becas que se concedían a estudiantes. En concreto, la Fundación del Gobierno regional kurdo iraquí gestionó el viaje y el contacto con las universidades de entre 20 y 25 estudiantes durante esos años.
“Prácticamente yo era el primer kurdo en la escuela y en un primer momento había un rechazo”, recordó Doru, nacido en la parte turca de la Montaña de Ararat .
Mucho tiempo ha pasado desde aquella época en la que, según Doru, no se aceptaba la cultura de los kurdos, y pese a que él no ha llegado a Europa como refugiado, actualmente declaró que no puede volver a Turquía por sus declaraciones en el Parlamento Europeo o en los medios de comunicación.
Pese a la lejanía de Oriente Medio, España tiene rasgos característicos que comparte con los kurdos, según Ostan. Los jóvenes de aquí le recuerdan a su infancia en el Kurdistán de Irak y la forma de hablar de los españoles “un poco más alto” conforman costumbres compartidas que califica de “bonitas”.
FUENTE: Cristina Dimitrescu / EFE