Iván Duque, el nuevo presidente de Colombia, tomó posesión de su cargo el día en que otro líder socialista era asesinado por los paramilitares en su país, y mientras que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, señalaba con el dedo al país vecino acusándolo de que los “terroristas que atentaron contra mi vida estaban escondidos, protegidos y, de hecho, fueron instigados por el gobierno local del ex presidente Juan Manuel Santos”.

Duque eligió la céntrica plaza Bolívar en la capital colombiana, Bogotá, para realizar su primer discurso público, mientras que en un área cercana se llevaba a cabo una gran manifestación por la vida y el proceso de paz.

Sin lugar a dudas, el presidente Duque tendrá una agenda muy apretada a partir del lunes. Por un lado, tendrá que responder con firmeza a la amenaza paramilitar. En su discurso, dijo que lidiaría con ello, pero sin detallar cómo.

También dijo que su compromiso era con las víctimas del conflicto de medio siglo de duración, pero una vez más fue cuidadoso en la elección de las palabras comprometiéndose a trabajar por la verdad y la reparación de las víctimas, así como por la no repetición.

Tenía claro que no dejaría que continuara la “cultura de la impunidad”, aunque menos claro era quién dejaría de beneficiarse de esta dado que hasta ahora los ex guerrilleros se han presentado ante la Jurisdicción Especial para la Paz (el tribunal establecido ad hoc por el Acuerdo de Paz para hacer frente a los crímenes de guerra), mientras que ningún gobierno u oficial militar lo ha hecho.

Duque también dijo que “el gobierno debe cumplir su palabra” cuando se trata de implementar el Acuerdo de Paz pero agregó que “se harán cambios”, dejando así un espacio para la especulación no del todo positivo.

En cuanto a las estancadas negociaciones con la guerrilla del ELN (Ejército de Liberación Nacional), Duque dijo que analizará el estado de la cuestión en los primeros 30 días de su mandato.

Política exterior

El nuevo presidente colombiano tendrá que lidiar ante todo con la delicada y peligrosa relación con Venezuela, degenerada para mal después del ataque contra la vida del presidente Nicolás Maduro.

Maduro ha acusado abiertamente al ex presidente colombiano, Juan Manuel Santos, de estar detrás del atentado. Lo acusó de albergar y proteger, además de incitar, a los autores materiales del ataque.

El 4 de agosto, durante las celebraciones del aniversario de las fuerzas armadas bolivarianas, se lanzaron dos drones contra el palco presidencial, donde Maduro pronunciaba su discurso. Los drones fueron interceptados y destruidos por el ejército venezolano.

La ya pequeña relación de amistad entre los dos países se ha convertido en una hostilidad abierta después del ataque.