Melek Başkale fue detenida el viernes en Urfa por presunta pertenencia al PKK. Su apartamento fue asaltado por la policía antiterrorista el martes. Tras tres días de interrogatorio, fue llevada ante el juez. Su hermana, Esma Başkale, lleva siete años en la prisión de mujeres de Bakirköy, en Estambul. Melek está acusada de ponerse en contacto con los familiares de otras presas y de organizar la huelga de hambre mientras visitaba a su propia hermana en la cárcel. El viernes fue trasladada a la segunda prisión tipo T de Urfa.

En Turquía, los presos políticos están en huelga de hambre desde noviembre de 2020 contra sus condiciones de detención y el aislamiento de Abdullah Öcalan. La huelga de hambre ha alcanzado el día 275.

Las condiciones en las cárceles turcas han empeorado a raíz de la pandemia. Mientras que decenas de miles de presos fascistas y criminales violentos fueron liberados en el marco de una reforma penal, los presos políticos están sometidos a un régimen de aislamiento. Las celdas carecen de todo, desde materiales de higiene hasta agua suficiente para la limpieza. Las visitas ya casi no son posibles. El tratamiento de los presos enfermos se retrasa, cuando se hace. Bajo la pandemia de Covid-19, las condiciones de detención pueden considerarse como una amenaza para la vida.

También se ha endurecido el aislamiento de Abdullah Öcalan. Las visitas de abogados y familiares son tan imposibles como las cartas o las llamadas telefónicas. Los presos exigen que la situación cambie y que Öcalan pueda desempeñar su papel por la paz y la libertad en el Kurdistán.