Un año después: ni las heridas han sanado ni se ha hecho justicia

Quince personas murieron en el incendio de Mazıdağı y Yücebağ, pero los vecinos afirman que no se ha hecho justicia y que el dolor persiste.

El 20 de junio de 2024 se desató un incendio en el pueblo de Köksalan (Tobînî), situado en el distrito de Çınar (Xana Axpar), en Diyarbakır (Amed), que rápidamente se extendió al distrito de Mazıdağı (Şemrex), en Mardin (Mêrdîn). Quince personas perdieron la vida en el desastre. El incendio, supuestamente provocado por cables eléctricos y avivado por fuertes vientos, ardió durante horas sin que hubiera ninguna intervención aérea. A pesar de las llamadas urgentes de vecinos y representantes políticos, los helicópteros y aviones no intervinieron hasta la mañana siguiente, cuando los aldeanos ya estaban enterrando a sus muertos.

El incendio causó una devastación material y emocional severa en las aldeas afectadas. Incluso un año después, la región sigue sufriendo cortes de electricidad y agua. Los residentes afirman que sus pérdidas no han sido compensadas y que no se ha dado ningún paso para sanar sus heridas.

El incendio comenzó alrededor de las 22:00 horas del 20 de junio, cuando unos cables eléctricos se rompieron e incendiaron la hierba seca. Avivado por el viento, el fuego se propagó rápidamente desde el pueblo de Köksalan, en el distrito de Çınar, hasta las aldeas cercanas de Yazçiçeği (Herberê), Bağrık y Ağaçsever (Botika), y acabó alcanzando las aldeas de Yücebağ (Kelekê), Şenyuva (Şevaşî) y Yetkinler (Dirine), en el distrito de Mazıdağı, en Mardin. Quince personas, entre ellas un niño y dos mujeres, perdieron la vida en el incendio. Miles de hectáreas de tierras cultivadas quedaron reducidas a cenizas y murieron cerca de mil cabezas de ganado menor.

A pesar de los testimonios de testigos presenciales y las pruebas fotográficas que apuntan a líneas eléctricas defectuosas, la compañía distribuidora de electricidad DEDAŞ no ha aceptado ninguna responsabilidad por el desastre.

Aunque durante la investigación se han presentado cuatro informes periciales, no se ha avanzado de forma significativa en el último año. La investigación sigue abierta, pero los responsables aún no han rendido cuentas. Los vecinos siguen exigiendo justicia e insisten en que los culpables deben ser procesados.

En el pueblo de Yücebağ, en el distrito de Mazıdağı, donde murieron diez personas, todavía reina un profundo silencio y una gran tristeza. Los aldeanos señalan que, un año después, no se ha hecho justicia, y afirman que desde entonces llaman a cada festividad “una fiesta negra”.

Sadık Demir, que perdió a dos de sus hermanos y a varios familiares en el incendio, relató con lágrimas el inmenso dolor que han sufrido y la cadena de negligencias que condujo a la tragedia. Dijo: “Queremos saber por qué empezó este incendio y quién es responsable. No pedimos nada más. Solo queremos justicia.”

El fuego se propagó en un instante con el viento

Sadık Demir describió así aquel día oscuro: “Estábamos tomando té en casa cuando de repente oímos una fuerte explosión. Luego las llamas lo envolvieron todo. Mis dos hermanos, mis primos y yo salimos corriendo. Al ver que dos pastores del pueblo vecino estaban atrapados en medio del fuego, corrimos a ayudar. Subimos a un tractor y nos dirigimos hacia el incendio, pero las llamas, alimentadas por el viento, alcanzaron rápidamente el vehículo. La mayoría de las ocho personas que iban a bordo murieron o resultaron gravemente heridas.”

A medida que el fuego se descontrolaba, Sadık Demir se vio obligado a retroceder. Impidió que mujeres y niños entraran en la zona de peligro, colocó a su madre en un vehículo y la envió lejos, y luego sobrevivió refugiándose con su tía en un campo de cebollas.

Me di cuenta de que mis hermanos se habían quemado en cuanto miré

Sadık Demir también relató el caos tras el incendio: “Corrí hacia la zona en llamas, gritando los nombres de mis hermanos. Por el camino vi a muchas personas gravemente heridas. Me acerqué con una botella de agua. Eran irreconocibles, solo quedaban sus cinturones. Algunos aldeanos confundieron el cuerpo de mi hermano con el de sus propios familiares. Lo busqué por los campos durante unas seis horas. Mi padre lo identificó más tarde en la morgue del hospital por sus dedos.”

Demir añadió que durante el incendio no entró ninguna ambulancia al pueblo. Tuvieron que transportar los cuerpos y heridos en tractores hasta la carretera para que los recogieran las ambulancias. También señaló que el hospital no contaba con una unidad de quemados, y que los médicos solo emitían derivaciones para traslado.

Los helicópteros vinieron para aparentar, sobrevolaron mientras cargábamos los cadáveres

Demir afirmó que la respuesta al incendio fue demasiado tardía y que el helicóptero solo llegó a la mañana siguiente, cuando ya estaban trasladando los cuerpos: “Los bomberos llegaron tarde y el helicóptero sobrevoló la zona por la mañana. Vinieron solo para aparentar. Si hubieran llegado a tiempo, quizá no habrían muerto tantas personas.”

Quieren que se olvide el caso

Sadık Demir también señaló que el proceso judicial está paralizado: “Ha pasado un año entero, pero no ha habido avances en el tribunal. DEDAŞ se dedica a intimidar a la gente. Queremos saber qué causó el incendio y quién es responsable. Quieren que se olvide este caso. El día del incendio, la gendarmería y las fuerzas especiales no se marcharon del pueblo de Köksalan. Eso significa que encontraron algo, pero aún no conocemos la verdad.”

Esta gente murió por negligencia

Sultan Demir, familiar de Sadık Demir, dijo que no pueden olvidar lo que ocurrió. Tras perder a muchos jóvenes de su familia en el incendio, expresó su dolor con estas palabras: “Todos eran jóvenes, todos eran nuestros seres queridos. Los campos han vuelto a ponerse verdes, pero ellos no volverán nunca. Ni el ejército ni los helicópteros acudieron. Tres aldeas fueron dejadas a su suerte. Si hubieran intervenido a tiempo, quizás no habríamos perdido tantas vidas. Esta gente murió por negligencia.”

Nunca olvidaremos lo que vivimos

Sultan Demir dijo que las festividades han perdido su alegría desde el incendio, y que ahora pasan cada día especial visitando el cementerio. Subrayó que ya nada se siente igual: “Ha pasado un año, pero ni nuestro dolor ha disminuido ni se han resuelto nuestros problemas. Todavía no han explicado por qué murieron quince personas. Nadie ha rendido cuentas. Nunca olvidaremos aquel día, no hasta el día en que muramos.”