Continúa la ‘Operación humanitaria y de seguridad’ iniciada en el campamento Hol, situado a 45 km de Hesekê, el 28 de marzo. La operación la llevan a cabo las Fuerzas de Seguridad Interna, las SDF, las YPG y las YPJ.
La primera fase de la operación se completó ayer. Las Fuerzas de Seguridad Interna anunciaron la detención de un total de 125 miembros de células secretas del ISIS.
Hacia las 19:45 hora local de esta última noche, las Fuerzas Antiterroristas (YAT) vinculadas a las Fuerzas de Seguridad Interna detuvieron a cuatro miembros del ISIS. A la 1:30 de la madrugada, detuvieron a otos nueve, entre ellos una mujer. En la operación también se incautó material técnico.
El campamento Hol está considerado como uno de los lugares más peligrosos del mundo y se erige como símbolo de la negativa de la comunidad internacional a responsabilizarse de las familias del ISIS provenientes de sus países. Más de cuarenta personas han sido asesinadas en el campamento desde principios de año, que alberga a 62.000 personas, entre ellas algunos refugiados y decenas de miles de familiares de yihadistas del ISIS procedentes de 52 naciones distintas. El campamento es desde hace tiempo difícil de controlar.
Miles de residentes en Hol son partidarios del ISIS o antiguos miembros que fueron capturados por las SDF en el último bastión del ISIS, Baghouz, a principios de 2019. Alrededor del 93% de los que están en el campamento son mujeres y niños. La situación es muy difícil debido a la falta de ayuda de la comunidad internacional. Hasta ahora, solo unas pocas personas han sido devueltas a sus países de origen.
En el campamento Hol viven unos 27.000 menores, muchos de ellos hijos de mercenarios del ISIS. En enero, las Naciones Unidas advirtieron de su explotación por parte del ISIS y pidieron a los países de los que proceden los padres que los recuperaran. El jefe de la Oficina de la ONU para la Lucha contra el Terrorismo, Vladimir Voronkov, describió la situación del campamento como uno de los problemas “más acuciantes del mundo actual”. Los 27.000 menores que se encuentran en Hol, muchos de ellos menores de doce años, permanecen “varados y abandonados a su suerte”, vulnerables a la explotación del ISIS y con riesgo de radicalización dentro del campamento. La responsabilidad sobre ellos no recae en Siria ni en las fuerzas que controlan el campamento, sino en sus países de origen.
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