Los ataques y asesinatos de mercenarios apoyados por Turquía se cobran vidas en el noreste de Siria, y huir también es peligroso, especialmente para los niños. Nûh Mihemed Reşo, de cuatro años, murió congelado en el estadio de Raqqa después de que el frío le hiciera mella durante la huida. Su familia huyó a Shehba de la ocupación turca en 2018 y luego tuvo que huir de nuevo a Raqqa para escapar de la incursión yihadista turca en la región.
La Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria no dispone de recursos para atender a los numerosos desplazados internos y ya ha hecho un llamamiento urgente a la comunidad internacional y a las Naciones Unidas para que presten apoyo y abran el paso fronterizo cerrado en Til Koçer.