Narges Mohammadi (Zanjan, Irán, 1972) fue galardonada en 2023 con el Premio Nobel de la Paz por su perseverante activismo a favor de los derechos humanos en Irán. En la última década, Mohammadi ha sido detenida 13 veces, condenada en 9 ocasiones y sentenciada a 36 años de prisión y a recibir 154 latigazos por “feminista”, tal y como refleja la sentencia del Tribunal Revolucionario que la juzgó. Pero ella no se rinde. Recluida desde 2021 en la cárcel de Evin, la más tenebrosa del régimen islamista, cumple una condena de 13 años y 9 meses que el 4 de diciembre quedó en suspenso durante 21 días para ser tratada de un tumor en su pierna derecha. Por lo tanto, el tiempo se ha agotado y en cualquier momento puede volver a la cárcel. “Es cierto que vivo con esa posibilidad pero no han conseguido arrebatarme la risa, las canciones ni la vitalidad. He convertido la prisión en mi segundo hogar y ya no la temo”, asegura en esta entrevista concedida a CTXT a través de un cuestionario por internet.
Autora del libro Tortura blanca, una documentada narración sobre las terribles condiciones en la que viven 14 mujeres encarceladas en las prisiones más infames de Irán, Mohammadi habla de los tormentos a los que ha sido sometida para quebrar su resistencia. “La República Islámica es una flagrante violadora de los derechos humanos. Nos oprime, suprime nuestras instituciones civiles, priva a las mujeres de sus derechos fundamentales y utiliza las ejecuciones como instrumento de terror”, denuncia. Pese a tanto padecimiento, la premio Nobel afirma que nunca se ha planteado huir del país. Y mucho menos renunciar a la lucha que hoy encabeza en las calles el movimiento “Mujer, Vida y Libertad”. Ahora que puede hablar cada noche con sus dos hijos exiliados en Francia, Kiana y Ali, está feliz. Juntos, reviven los leves recuerdos que quedan. Como viejos camaradas.
-El gobierno de la República Islámica ha decidido ponerla parcialmente en libertad por motivos de salud. ¿Cómo se encuentra?
-En el último año, mis traslados de la prisión al hospital han sido interrumpidos con frecuencia por las fuerzas de seguridad. Una angiografía que tenían que realizarme con urgencia se retrasó ocho semanas, aunque finalmente me la hicieron bajo fuertes medidas de seguridad. Los médicos descubrieron dos masas sospechosas: una en mi pecho derecho y otra en mi pierna derecha. El 13 de noviembre se me practicó una intervención quirúrgica para extirpar la masa del hueso. A pesar del consejo médico, me devolvieron a prisión sólo 48 horas después por orden del fiscal de Teherán, Ali Salehi. Tras las protestas que se produjeron ante este hecho, las cientos de cartas de apoyo que recibí y las declaraciones públicas tanto dentro como fuera de la prisión, el 4 de diciembre me concedieron una “suspensión de condena” de 21 días para salir de la cárcel. Durante estas semanas me he sometido a tratamiento, me he reunido con activistas civiles y políticos, y he hablado con mis dos hijos, Ali y Kiana, la mayoría de las noches.
-Esos 21 días de suspensión de condena concluyeron el pasado 25 de diciembre. ¿En qué situación se encuentra ahora?
-Estamos a la espera. Mis abogados y médicos han presentado una solicitud de prórroga a la fiscalía pero aún no han recibido respuesta.
-En su libro Tortura Blanca describe los tormentos a las que son sometidas las presas en la cárcel de Evin, una de las más tenebrosas del mundo. ¿Cómo sobreviven a semejantes castigos?
-La República Islámica utiliza todos los medios para presionar a los presos, incluida la explotación de sus enfermedades. Muchos han muerto durante su detención por negligencia médica. Lo he denunciado en repetidas ocasiones. Cuando los presos se enfrentan a enfermedades graves, el régimen iraní explota la situación, negándoles el acceso a un tratamiento médico y gestionando su atención de un modo que a menudo les conduce a la muerte. A veces, sobrevivimos por pura casualidad. Una de las protestas que se han realizado en nuestro pabellón durante los últimos meses se debe a la falta de atención médica a los presos ancianos y a los que corren grave riesgo de perder la vida.
-¿Hasta qué punto la represión puede terminar aplacando su activismo?
-Los carceleros, en cualquier forma o situación, no comprenden la esencia de la resistencia ni el deseo humano de libertad. No pueden comprenderlo. Cada vez que aumentan su presión mi rebeldía se fortalece y hace que la vida adquiera mayor significado. Ni siquiera saben lo que es el amor. Tengo claro que los negros muros de la prisión no van a definir mi existencia. Mis pensamientos, motivaciones e ideales permanecen inamovibles. No han conseguido arrebatarme la risa, las canciones ni la vitalidad. Es cierto que vivo con la posibilidad de volver a la cárcel en cualquier momento, pero he convertido la prisión en mi segundo hogar y ya no la temo.
-¿No teme por su vida?
-En un entorno así, es inevitable que alguien como yo, que trabaja por los derechos humanos, los derechos de la mujer, el fin de la tortura y el aislamiento, y la abolición de la pena de muerte a través del activismo institucional y colectivo viva en un ambiente de opresión. La cárcel, aunque me privó de la libertad de trabajar en los espacios públicos y en las organizaciones que con tanto esfuerzo habíamos construido, no ha logrado rendirme. Al contrario. He intensificado mi activismo pese a estar encarcelada bajo una vigilancia constante. He conseguido entrevistar a compañeras de prisión y documentar la tortura en régimen de aislamiento, el acoso sexual y las ejecuciones que practican con testimonios sacados de la prisión de manera clandestina, lo que supone asumir grandes riesgos. Llevamos décadas enfrentándonos a esta realidad que padecen los presos políticos e ideológicos que hay en la República Islámica de Irán. Luchamos por la libertad de expresión y de pensamiento que este régimen reprime de manera implacable.
-Usted ha sido detenida 13 veces, condenada en 5 ocasiones y sentenciada a 31 años de prisión y 154 latigazos por defender los derechos de las mujeres iraníes.
-Sí. Por realizar actividades de protesta como concentraciones, debates sobre libros y reuniones. Esos son los motivos del régimen para someterme a repetidos castigos y juicios. Me han juzgado nueve veces, cinco de ellas por actos realizados dentro de la prisión. El régimen iraní nunca ha tolerado mi espíritu resistente y alegre, ni el de muchas de mis compañeras que están en prisión. En 2020, fui procesada específicamente por organizar una reunión festiva en la cárcel, lo que me valió una condena de flagelación.
-Si vivir en un régimen de aislamiento carcelario ya es, en sí mismo, muy duro, ¿cómo es en las prisiones de Irán?
-Hasta la fecha, he estado cuatro veces y 135 días en régimen de aislamiento. En el libro Tortura Blanca, describí cómo el aislamiento priva a una persona de sus sentidos, dejándola expuesta a una intensa presión psicológica y a interrogatorios aplastantes. En mi caso, fui sometida a palizas durante las detenciones. Me golpearon duramente, me arrastraron por el pelo y me arrojaron desde vehículos en movimiento. En una ocasión, me amenazaron con una pistola dentro de un coche. En el patio de la prisión de Evin sufrí intensas agresiones físicas. Y no había visto a mis hijos, Ali y Kiana, desde 2015. Algunas de mis compañeras de prisión comparten conmigo terribles relatos de los abusos y torturas que han sufrido a lo largo de los años.
-¿Nunca ha tenido la tentación de abandonar su lucha?
-Pese a todos los años que llevo en régimen de aislamiento en las cárceles de Evin, Zanjan y Qarchak, me he esforzado por mantener vivo el espíritu de resistencia de todas las formas posibles, según el momento y el lugar. Creo que el régimen, al igual que ya fracasó a la hora de reprimir las denuncias públicas sobre las violaciones de los derechos humanos, también ha fracasado a la hora de reprimir el activismo en prisión.
-¿Se ha planteado huir de Irán?
-Nunca me he planteado abandonar Irán. En 2011 fui sometida a una intensa presión por parte de las fuerzas de seguridad para que abandonara el país a través de las montañas del Kurdistán. Me negué y el precio que pagué fue alto. Soporté interrogatorios en régimen de aislamiento muy duros, pero me mantuve firme. Quiero permanecer junto al pueblo iraní en todo momento.
-¿Qué significó su reconocimiento en 2023 como Nobel de la Paz para la lucha de la mujer?
-En la cárcel me enteré de que me habían propuesto para el Premio Nobel de la Paz por tercer año consecutivo. Los que me rodeaban creían que ganaría este prestigioso galardón. Cuando oí la noticia de que me otorgaban el premio mis pensamientos se dirigieron inmediatamente a Mahsa Jina Amini, a los y las manifestantes, a los jóvenes asesinados en las calles y a los ejecutados en prisión. Me dije que este premio pertenece al pueblo, a todos los que se han levantado contra este régimen opresor. El pueblo de Irán se merece este reconocimiento mundial. La concesión del Nobel a una activista de derechos humanos encarcelada con un largo historial de luchas civiles fue un claro mensaje al mundo. En Irán nos enfrentamos a la cárcel y a la tortura por el simple hecho de defender los derechos de las mujeres, los derechos humanos y los derechos básicos del pueblo. Este premio es un reconocimiento a la lucha de las mujeres iraníes que hoy personaliza el movimiento “Mujer, Vida, Libertad”. El mundo no se olvida de nosotras y escucha nuestras voces. También fue un mensaje importante para el régimen.
-¿En qué sentido?
-En que la República Islámica es una flagrante violadora de los derechos humanos. Nos oprime, suprime nuestras instituciones civiles, priva a las mujeres de sus derechos fundamentales y utiliza las ejecuciones como instrumento de terror. Después de 15 años, la República Islámica vuelve a ejecutar a mujeres activistas del movimiento “Mujer, Vida, Libertad” por venganza. Las compañeras Pakhshan Azizi y Varisheh Moradi, ambas recluidas en el pabellón de mujeres de la prisión de Evin, se enfrentan ahora a la amenaza de su inminente ejecución. Utiliza la soga como herramienta de terror para quebrar la determinación de las valientes y concienzudas luchadoras iraníes.
-¿Considera viable un cambio de régimen a corto plazo en su país?
-El destino es el horizonte, un futuro en el que florezcan la libertad, la democracia y la igualdad frente a la tiranía religiosa. Puede parecer lejano pero no desfallecemos. Esto no se trata de un viaje individual. Muchas de nosotras avanzamos unidas por este camino.
-Hay precedentes de revoluciones pacíficas frustradas en países árabes como Siria, Libia o Egipto. ¿Cree posible un cambio de régimen en Irán sin violencia?
-Soy pacifista. Me opongo a la guerra y creo que el cambio en Irán llegará sin guerra ni militarización, a través de la voluntad y la acción del pueblo. Este cambio lo propiciarán los ciudadanos, los hombres y las mujeres, que han tomado conciencia de sus derechos y se niegan a vivir bajo una dictadura religiosa. Irán ha sido construido por hombres y mujeres que han sacrificado sus vidas, su riqueza y su existencia en pos de la libertad y la justicia. Siempre ha sacado fuerzas de los sacrificios de quienes lucharon por ideales que iban más allá de su propia época. Cada vez que mi corazón se ha visto aplastado por la opresión física y psicológica he recordado el nombre de Nelson Mandela. He pensado en él y he encontrado consuelo en su memoria.
-¿Qué es para usted la libertad?
-La libertad no sólo permite la voluntad y la elección, sino que también fomenta la creatividad, el bienestar y el crecimiento. Por eso el mayor movimiento progresista de Irán, el movimiento nacido en nombre de Mahsa Amini, se llama “Mujer, Vida, Libertad”. Para nosotras, la libertad significa rechazar la subyugación, la esclavitud y la sumisión a un poder opresivo arbitrario a menudo arraigado en las desigualdades sociales y económicas. La libertad no puede separarse de la justicia, del anhelo humano de reducir las desigualdades y el deseo de crear una sociedad abierta para todas las personas, grupos y minorías. “Mujer, Vida, Libertad” es una promesa envuelta en un eslogan. Es una fórmula que aúna la resistencia de las mujeres a la discriminación y una defensa de la vida digna. Pienso que la libertad es el concepto más importante del mundo moderno.
-¿Ha podido ver a sus hijos exiliados en Francia?
-Sí, y ha sido absolutamente emocionante. Me sentí abrumada por la alegría y el asombro. Me pareció surrealista hablar con Kiana y Ali después de tantos años sin verlos y no pude evitar maravillarme de lo mucho que han crecido. Su transformación es evidente, no sólo en su aspecto, sino también en sus gestos, sus palabras y su manera de dirigirse a una madre que ha estado ausente durante una parte tan importante de sus vidas. Kiana, todavía en estado de shock, preguntó cómo era posible que por fin volviéramos a hablar. Ali, siempre concentrado, contó que estaba en medio de una rueda de prensa de la Fundación Narges cuando se enteró de mi salida de prisión. Su fuerza y su madurez me llenan de orgullo pero también de pena por todo el tiempo perdido. Estos niños han soportado el dolor de presenciar tres detenciones de su madre: a los tres, a los cinco y a los ocho años. Y ahora hablan con un conocimiento profundo sobre el significado de la lucha del movimiento “Mujer, Vida, Libertad”. Sus rostros transmiten una estimulante mezcla de alegría y orgullo, y sus palabras resuenan con fuerza y determinación. Me invadió la esperanza de que, a pesar de los años de separación, la ausencia de una madre, las dificultades del asilo y los retos del exilio, han permanecido firmemente comprometidos con las luchas del pueblo iraní. Su resistencia es un testimonio del espíritu de este movimiento.
FUENTE: Gorka Castillo / Ctxt