Festival de Derechos Humanos de Nápoles
Entrevistamos a Maurizio del Bufalo, fundador del Festival de Cine de Derechos Humanos de Nápoles con motivo de su 12ª edición.
Entrevistamos a Maurizio del Bufalo, fundador del Festival de Cine de Derechos Humanos de Nápoles con motivo de su 12ª edición.
Ya está en marcha la 12ª edición del Festival de Cine de Derechos Humanos de Nápoles. El festival, que este año se ha llevado a cabo en línea a causa de la pandemia por el Covid-19, finalizará el 28 de noviembre.
El título de esta edición es “Los derechos humanos de rodillas – Pandemia, soberanías y nuevas discriminaciones”.
Desde ANF hemos hablado con Maurizio del Bufalo, fundador del festival.
¿Puede presentarse usted mismo a los lectores?
Mi nombre es Maurizio del Bufalo y tengo 66 años, estoy retirado. Nací en Salerno y en 2005 fundé el Festival de Derechos Humanos de Nápoles, del que actualmente soy coordinador. Soy ingeniero electrónico y he trabado durante 22 años con sistemas de información en industrias metalúrgicas. Más tarde me pasé a los sistemas de información de la Administración Pública y, finalmente, en el año 2000, dejé mi trabajo para ocuparme de la Cooperación Internacional. He colaborado durante 10 años con las Naciones Unidas en varios países del mundo (República Dominicana, Cuba, Serbia, Albania, Marruecos, Líbano) en el desarrollo económico local para países pobres o en situaciones de postguerra. Al mismo tiempo, llevé a cabo actividades sindicales desde 1996 hasta 2010 en nombre de la FIOM y la CGIL.
En 2005, decidí fundar la Asociación de Cine y Derechos Humanos con un amigo argentino, Julio Santucho, que se dedicaba al cine por los derechos humanos y que había sido guerrillero en su país y vivía en Italia como refugiado. El Festival dio sus primeros pasos en Albania (2006 y 2007) y luego, en 2008, decidimos fundar el Festival de Nápoles, siempre conectando con Buenos Aires.
¿Podría hablarnos del Festival de Derechos Humanos de Nápoles?
El Festival de Cine de Derechos Humanos de Nápoles es un evento muy especial porque está dirigido sobre todo a las categorías sociales más vulnerables y a las personas más expuestas al riesgo de dictaduras o en guerra. El Festival se sirve del cine para denunciar los abusos y las prevaricaciones contra los derechos humanos fundamentales, y está dirigido a las personas que viven en los barrios más pobres de Nápoles y a los responsables de las asociaciones humanitarias, a los jóvenes, a los estudiantes y a las personas más expuestas a la marginación (presos, migrantes, menores, enfermos mentales, minorías).
El Festival está abierto al público y es completamente gratuito; lo llevamos a cabo un grupo de diez voluntarios coordinados por mí y mi asociación “Cine y Derechos”. No tenemos patrocinadores ni ayuda financiera fija. Año tras año buscamos el apoyo de fondos públicos y concursos. El Festival es un evento completamente ajeno al mercado cinematográfico y no paga cuotas de asistencia a los directores y utiliza muy pocos recursos financieros. Nuestro presupuesto es extremadamente limitado y los miembros que lo apoyan trabajan de forma voluntaria.
El Festival tiene lugar en noviembre todos los años, y este año llega a su 12ª edición. Cada año tiene un tema principal que da nombre al evento. En el 2020 el tema es “Los derechos humanos de rodillas – Pandemia, soberanías y nuevas discriminaciones”, y abordará la relación entre la pandemia y la democracia. El Festival está dividido en dos secciones: eventos internacionales y el concurso de cine. Los eventos son reuniones que duran un día y tienen un tema específico relacionado con el tema anual. El concurso reúne, de mayo a septiembre, obras internacionales mediante concurso público.
Desde 2009, el Festival de Cine de Derechos Humanos de Nápoles pertenece a la Red de Cine de Derechos Humanos de Amnistía Internacional, que tiene su sede en Ámsterdam (www.humanrightsfilmnetwork.org) y reúne a otras 45 ciudades del mundo.
El Festival trata de derechos humanos y es muy importante. ¿Cómo eligió este nombre y cuáles son sus objetivos?
El nombre forma parte de la tradición internacionalista del cine político, y lo tomamos de los argentinos que contaron a las generaciones más jóvenes, a través del cine, lo que había sucedido en los años de la dictadura fascista (1976-83). Trabajamos durante muchos años con Buenos Aires, dando a conocer a los autores italianos a los sudamericanos y realizando importantes intercambios culturales. Luego, la falta de fondos nos impidió continuar. Hoy en día hemos ampliado nuestro interés hacia otros países y nos dirigimos también a los países asiáticos (Siria, Palestina, Irán, Afganistán, India) donde se está produciendo un desarrollo muy importante del capitalismo, con graves daños al medio ambiente y a las personas. El cine de estos países es un cine importante, que denuncia la violencia que sufren las clases más pobres. Tenemos mucho interés en África y sobre todo en los fenómenos migratorios que afectan a Italia y Europa. En Italia prestamos atención a los migrantes y a las minorías, mientras que en el extranjero nos interesan especialmente los sin tierra y los apátridas (saharauis, palestinos, kurdos, rohingia, etc.). Nuestro próximo Festival estará dedicado a estos pueblos.
Desde hace algunos años también seleccionan películas kurdas. ¿Cuánto tiempo hace que conoce a los kurdos y su cine?
Los que organizamos el Festival conocemos muy bien la historia del pueblo kurdo y de su presidente Abdullah Öcalan. Las mujeres kurdas son un ejemplo para todo el mundo. Personalmente, conozco muy bien la historia de los refugiados kurdos que llegaron a la costa calabresa en 1998 y fueron acogidos en Riace. Tenemos fuertes lazos con Domenico Lucano, antiguo alcalde de Riace, que ha construido un modelo de acogida para las personas que huyeron de su país como consecuencia de la guerra y la persecución. Nos entusiasma el coraje de los kurdos y con nuestros corazones y mentes estamos cerca de la lucha que están librando en Siria y en otras partes de Asia.
Es usted solidario con el cine kurdo. ¿Puede contarnos un poco sobre esta solidaridad?
Conocemos el cine kurdo desde hace cuatro años y hace unos años la película “Veysi Altay” (“El pozo”) ganó nuestro premio más prestigioso, el de Documental de Derechos Humanos. Desde ese día hemos propuesto a nuestros amigos de los círculos de cinéfilos italianos ver esta película, y luego lanzamos una campaña de apoyo al pueblo kurdo con una velada muy importante en el simbólico castillo de Nápoles, el Maschio Angioino, que organizamos con el Ayuntamiento y la ayuda de Uiki y Silan Ekinci. Luego también propusimos a muchos círculos italianos mostrar la película “Nujin” y recaudar dinero para apoyar la lucha kurda, y encontramos solidaridad en muchas ciudades. Personalmente, estoy muy unido a Veysi Altay, a quien siento como un viejo amigo lejano.
¿Cuáles son las críticas a las proyecciones del cine kurdo?
Los napolitanos las apreciaron y conseguimos que se proyectaran también en Milán y en otras ciudades italianas, porque en Italia hay una gran solidaridad con los pueblos palestino, saharaui y kurdo. Seguiremos acogiendo cine kurdo si nos lo proponéis y haremos todo lo posible para recordar a todos los italianos que hay un pueblo que no puede unirse sino luchar por su independencia. El cine también sirve para dar a conocer las cosas que los periódicos y la televisión no nos dicen.
Se está llevando a cabo una campaña internacional por la liberación de Öcalan, ¿qué opina?
Personalmente, siento una gran admiración por Öcalan y sus ideas. Es un hombre valiente y sabio que escribe cosas muy interesantes. Es una pena que esté confinado en una isla donde no puede recibir visitas e intercambiar pensamientos con amigos y personas de su pueblo.
Recuerdo el año que estuvo en Italia y todo lo que pasó entonces, su fuga, su arresto, su encarcelamiento. Siempre he esperado que ese hombre pueda volver a su pueblo y espero que el sufrimiento que está padeciendo termine pronto, porque mantenerlo en prisión y aislamiento es una de las mayores crueldades que se le pueden hacer a un hombre. Su fuerza es extraordinaria y asusta a sus enemigos, sé que su pueblo lo admira y respeta. Si se nos pide ayudar a la campaña internacional para la liberación de Öcalan, sin duda lo haremos. Somos un pequeño festival, pero creemos que el cine debe ayudar a la gente a tomar conciencia de los contextos políticos y de su propio destino. Creemos en un cine político que hoy se llama Cine de los Derechos Humanos.