Burcu Çıra: “Estamos decididos y no cejaremos en la lucha por nuestros derechos”

Burcu Çıra marcha hacia Ankara con 25 docentes. Afirmó que representan a 400.000 educadores del sector privado y que no cejarán en la lucha por sus derechos.

EDUCACIÓN

La marcha, iniciada desde Estambul hasta Ankara por docentes organizados bajo el Sindicato de Docentes del Sector Privado, continúa desafiando los salarios de miseria impuestos por los empleadores y las precarias condiciones laborales en Turquía. Estos docentes exigen un salario mínimo garantizado y plenos derechos profesionales.

Con cuatro demandas clave: garantizar un salario mínimo, acabar con los contratos temporales, establecer un sector dedicado a la educación y las bellas artes, y asegurar la igualdad de derechos profesionales con sus homólogos del sector público, se espera que los docentes del sector privado lleguen al Ministerio de Educación Nacional en Ankara el 1 de julio. Estas mismas demandas dieron lugar previamente a una vigilia de 52 días frente al ministerio.

Burcu Çıra, una de los docentes que marchó y que ha estado denunciando y documentando violaciones frente a centros del sector privados durante la marcha, habló con ANF.

Los docentes del sector privado, como Burcu Çıra, desempeñan las mismas funciones que sus colegas de las escuelas públicas, pero se les niegan los salarios mínimos y los derechos profesionales.

Burcu Çıra, quien ha trabajado como profesora de matemáticas en escuelas secundarias privadas durante diez años, se encuentra actualmente desempleada debido a la imposición de un contrato de 12 meses. Dijo: "Soy una profesora que sufre directamente las consecuencias de estas malas condiciones laborales y ahora me enfrento al desempleo".

Burcu Çıra enfatizó que las condiciones laborales del profesorado del sector privado no son ajenas a la realidad más amplia que enfrentan los trabajadores y obreros en toda Turquía. Dijo: “Trabajamos por salarios extremadamente bajos. Estos salarios van desde el salario mínimo hasta alrededor de 35.000-40.000 liras turcas, e incluyen horas extras y horas lectivas adicionales. Nos obligan a trabajar en días festivos oficiales. Estos salarios también incluyen los gastos educativos. He sido profesora de matemáticas durante diez años, pero en la institución que dejé ganaba 38.000 liras turcas. Y ese salario no incluía beneficios adicionales. Pagamos nuestro propio transporte. La institución solo nos proporciona una comida al día, e incluso eso se presenta como un favor”.

Somos víctimas de acoso incluso cuando pedimos sentarnos cinco minutos.

Burcu Çıra explicó que el acoso es una constante en su vida laboral. Enfatizó que ni siquiera sentarse durante las clases estaba permitido y que se esperaba que el profesorado permaneciera de pie en todo momento. Çıra dijo: “Cuando decimos ‘Déjennos sentarnos cinco minutos mientras los estudiantes escriben o escuchan’, incluso esto se convierte en un problema. A veces solo pedimos sentarnos unos minutos, pero nos acosan por ello. Porque los administradores escolares recorren constantemente las aulas y las observan. Las aulas tienen paredes de cristal, y si ven a un profesor sentado, les incomoda. Para ellos, el profesor debería estar siempre activo, siempre hablando, siempre moviéndose y de pie. Pero esto dista mucho de ser realista. Por ejemplo, doy clases de matemáticas, así que estoy en clase casi sin parar. No descanso. Durante los descansos, los estudiantes siempre tienen preguntas y trato de ayudarlos. Ni siquiera tengo diez minutos para descansar. Sin embargo, dicen: ‘Este es su trabajo, ustedes lo eligieron’ y nos lo imponen aunque no esté escrito en nuestros contratos. En una institución en la que trabajé antes, ni siquiera nos proporcionaban sillas para impedir que nos sentáramos. Como profesores, iniciamos una pequeña protesta y solo actuando juntos pudimos recuperar nuestras sillas. Aun así, continúan presionándonos de todas las maneras posibles para que no nos sentemos”.

¡Los contratos temporales nos roban el sueldo de verano y el derecho a indemnización!

Burcu Çıra explicó que los docentes tienen contratos temporales de 12 meses, lo que no garantiza la continuidad del empleo una vez finalizado. Señaló que, debido a este sistema impuesto, ha tenido que trabajar en ocho instituciones diferentes en los últimos diez años. Çıra comentó: “Cada año empiezo un nuevo trabajo en una institución diferente. Cada año tengo que buscar trabajo de nuevo. Aunque el contrato es de 12 meses, si la institución decide no continuar conmigo, me quitan el salario de verano y la indemnización por despido. En la práctica, el contrato de 12 meses no ofrece protección real, a pesar de que la ley así lo exige. En centros de formación y centros de rehabilitación, se obliga ilegalmente a los docentes a firmar contratos de 10 meses. El Ministerio de Educación Nacional es plenamente consciente de ello, y aunque esto infringe claramente la normativa, no hay supervisión ni sanciones. Como resultado, evitan pagar la indemnización por despido, los salarios de los meses de verano y las cotizaciones a la seguridad social”.

Maestros amenazados de despido por ejercer su derecho a vacaciones

Burcu Çıra destacó que, si bien los docentes del sector privado están sujetos a la legislación laboral y gozan de ciertos derechos bajo la ley de la profesión docente, incluso se les niega el derecho fundamental a vacaciones remuneradas.

Çıra señaló que, por ley, los docentes tienen derecho a ocho semanas ininterrumpidas de vacaciones, pero las instituciones violan este derecho sistemáticamente. Çıra explicó: “Cuando nos oponemos, responden diciendo: ‘Vendrán cuando los llame. Si se saltan tres días, los despido’. Nos amenazan con despedirnos simplemente por intentar tomar las vacaciones que nos corresponden por ley”.

Un sueño de infancia…

Burcu Çıra compartió que ser maestra siempre había sido su sueño de infancia y enfatizó que ella y muchos otros han luchado durante mucho tiempo con la esperanza de criar una generación que beneficie a la sociedad.

Çıra dijo: “Siempre consideré al maestro como alguien respetado, y a través del fuerte vínculo que construimos con nuestros estudiantes, a quienes consideramos nuestros propios hijos, nuestro objetivo es criar una buena generación, moldeada por la luz de la ciencia y equipada con el conocimiento que transmitimos. Este es el ideal con el que ingresamos a la profesión. Pero, por ejemplo, cuando estaba en la escuela secundaria, nunca vi a mis maestros preocupados por llegar a fin de mes. Eso simplemente no fue algo que presencié. Todo cambió después de 2014. Hasta 2014, existía una ley de salario base que nos protegía. Esa ley establecía que los maestros del sector privado no podían cobrar menos que sus homólogos de las escuelas públicas. Era una garantía legal, por lo que teníamos más seguridad. Pero Yusuf Tekin, quien ahora es el Ministro de Educación Nacional, era subsecretario en ese momento y trabajó arduamente para derogar esa ley. También introdujo el sistema de contratos temporales. Con la privatización y el auge de la competencia en el mercado, se abrieron muchas instituciones privadas. Estas instituciones convirtieron a los maestros en mano de obra barata. Los salarios se desplomaron, ilegalmente… Los contratos de 10 meses se generalizaron, los despidos arbitrarios aumentaron y todo esto nos privó de nuestro derecho a vivir y trabajar con dignidad.

Problemas de la sindicalización

Burcu Çıra señaló que, si bien es técnicamente posible que los docentes de instituciones privadas se sindicalicen, la mera existencia de un sindicato es lo que más aterroriza a los propietarios de las escuelas. Como resultado, existe una fuerte resistencia a que los docentes se organicen, conozcan sus derechos y los exijan.

Los docentes que reclaman sus derechos terminan reduciendo las ganancias de sus empleadores, explicó Burcu Çıra, razón por la cual los docentes del sector privado se clasifican en un sector mixto.

Según Burcu Çıra, este sector mixto actualmente cuenta con aproximadamente 4,5 millones de trabajadores. Declaró: “Actualmente estamos clasificados en el décimo sector ocupacional. Esto incluye no solo educación y bellas artes, sino también oficinistas, empleados de la industria del calzado, médicos, personal de supermercados, cajeros, almacenistas, abogados y docentes. En resumen, se agrupa a personas de docenas de profesiones completamente inconexas. Exigimos la creación de un sector separado para la educación y las bellas artes. Con 4,5 millones de personas en un solo grupo, superar el umbral del 1% sindical se vuelve prácticamente imposible. No podemos firmar convenios colectivos debido a las altas exigencias. Para superar ese umbral, se necesitan 45.001 afiliados. A menos que se sea un sindicato amarillo en Turquía, esto es prácticamente imposible. Por eso queremos abandonar el décimo sector y crear el Sector de Educación y Bellas Artes”.

¡No nos queda paciencia, no daremos ni un paso atrás!

Burcu Çıra dejó claro que esta no es su primera lucha por el derecho a vivir y trabajar con dignidad. Explicó que ya habían realizado una vigilia en Ankara y que el Ministerio de Educación Nacional les había prometido soluciones en tres ocasiones, pero ninguna de esas promesas se cumplió. Enfatizó que su actual marcha hacia Ankara se lleva a cabo con firme determinación. Çıra dijo: “Nunca dejaremos de intentarlo. Estamos profundamente comprometidos. Marchar de Estambul a Ankara bajo este sol no es fácil. Sí, nos cansaremos, pero ya estamos exhaustos todo el tiempo trabajando. No es el cansancio físico lo que nos quiebra, sino la violencia psicológica, la humillación, el trato degradante y desvalorizante que sufrimos lo que nos desgasta. Ya no queremos estar tan exhaustos, que nos traten con tanta falta de respeto. Nuestra reivindicación más fundamental es simplemente sobrevivir, queremos vivir. Nosotros y nosotras, 25 docentes, representamos a 400.000 educadores del sector privado. Hasta que estas condiciones se garanticen, continuaremos nuestra lucha sin dar un solo paso atrás. No nos queda paciencia. No hay vuelta atrás, solo hacia adelante”.