Ha pasado más de un mes desde las elecciones locales en Turquía. El AKP de Erdoğan sufrió en los comicios del 31 de marzo la mayor debacle electoral en dos décadas. La victoria del CHP ha hecho hecho añicos el aura de invencibilidad del líder del régimen, y su partido islamista-conservador se ha convertido en la segunda fuerza por primera vez desde su fundación en 2002. Sin embargo, los actuales acontecimientos en Turquía y en toda la región dejan claro que Erdoğan y otros no están dispuestos a renunciar a su poder y ven peligrar sus intereses. Y la política de guerra y represión se está ampliando de forma persistente.
Pelin Kahiloğulları, co-portavoz del Partido de la Libertad Social (TÖP), cree que Erdoğan ha pasado su mejor momento. La política, nacida en Hatay en 1990, admite que el Gobierno del AKP ha sabido sobreponerse a todas las derrotas desde las protestas del parque Gezi, hace once años, y volver levantarse. Sin embargo, los resultados de las elecciones locales han demostrado ahora claramente que Erdoğan ya no es intocable y que existen oportunidades reales para que la oposición aplique un cambio de rumbo radical en Turquía.
El régimen ha perdido su legitimidad
En una entrevista con ANF, Kahiloğulları dijo: «El régimen del AKP ya había perdido cantidades masivas de legitimidad antes de las elecciones parlamentarias y presidenciales del año pasado y sólo fue capaz de evitar perder a través de un fraude intensivo», añadiendo que «el AKP abrió nuevos campos de empleo con una serie de medidas en el período previo a las elecciones, aparentemente redujo el desempleo y mitigó parcialmente las consecuencias de la crisis económica. Sin embargo, los ciudadanos y las ciudadanas habrían tenido que pagar un alto precio por ello después de las elecciones. De este modo, el AKP ha podido evitar una derrota como la de las actuales elecciones.»
Erdoğan ya no es un elemento unificador fuerte
Kahiloğulları dijo que había varios factores que llevaron al AKP a la derrota actual: «Un factor es el empeoramiento de los efectos de la crisis económica en la vida cotidiana. El aumento del desempleo y el empobrecimiento de millones de personas, incluidos los pensionistas, se suman al aumento diario del coste de la vida. El plan económico para aumentar la riqueza del capital, también conocido como el programa Mehmet Şimşek [Mehmet Şimşek es el ministro de Finanzas de Erdoğan], y el 12º plan de desarrollo han acelerado aún más el empobrecimiento. Además, el fraude, como el practicado en las elecciones presidenciales, no fue posible en estos comicios. Otro factor radica en el hecho de que el ‘papel de liderazgo’ de Erdoğan empezó a debilitarse, a pesar de que recorrió casi todas las ciudades en la campaña electoral, relativamente rápido cuando el político del CHP y alcalde de Estambul, Ekrem Imamoğlu, pasó a primer plano como líder alternativo.»
Desmantelamiento de la fuerza bruta
Pelin Kahiloğulları señaló que los resultados de las elecciones locales del 31 de marzo de 2024 y las parlamentarias del 7 de junio de 2015 podían compararse con ciertas limitaciones. Dijo: «Después del 7 de junio, se observó una transferencia similar de fuerza moral a la oposición social. Sin embargo, debo subrayar que la pérdida de poder y la crisis de legitimidad del Gobierno son más profundas hoy que entonces. Cuando el AKP estaba supuestamente negociando una gran coalición con el CHP, estaba haciendo preparativos en segundo plano para convertir la república en un país de bombas. Intentó recuperar el poder que perdió el 7 de junio creando un ‘efecto de choque’ con sucesivos atentados en Diyarbakır, Suruç y Ankara. Entonces utilizó la violencia directa. Como sabemos, el régimen pudo lograr su objetivo con las elecciones del 1 de noviembre de 2015. Hoy en día es mucho más difícil para los poderes dominantes restaurar la legitimidad mediante la fuerza desnuda. Por supuesto, no estoy diciendo que no sea posible. Después de todo, la realidad del gobierno y del Estado es adecuada para ello. Pero el camino elegido para salir de la crisis económica agravará la pobreza y el desempleo y aumentará la ira de la gente».
Kahiloğulları continuó: «El gobierno también es consciente de que la resistencia de los trabajadores y las trabajadoras que se extiende, la lucha continua por la libertad del pueblo kurdo, la situación actual de las mujeres, los alevíes, los ecologistas, los agricultores que defienden sus tierras y los jóvenes estudiantes hacen que el camino de la violencia desnuda sea un callejón sin salida. Allanaría el camino para una completa dilución del poder. Abordar esta realidad social sólo con la fuerza desnuda pondría al gobierno en un aprieto en el que la violencia habría de ser cada vez más generalizada e incluso indiscriminada, aumentando la probabilidad de que el país se sumergiera en el caos.»
Una nueva conciencia social
Kahiloğulları recordó la fase especial previa a las elecciones de 2015, las protestas de Gezi y la amplia búsqueda de una vida democrática junto con la lucha por la libertad kurda: «En aquel entonces, fuimos capaces de crear la alianza política y un programa que era necesario para un momento tan crítico. La alianza no se expresó específicamente. Sin embargo, los pueblos de Turquía, los kurdos y las kurdas, los trabajadores, las mujeres, los jóvenes, los activistas medioambientales continuaron y continúan su resistencia manifestando sus reivindicaciones. A veces la resistencia pasa a primer plano, a veces retrocede. Creo que este proceso de resistencia, que en cierto modo ha continuado desde Gezi, ha creado una nueva conciencia social. Por otra parte, no podemos ignorar que el estado de violencia y tensión constantes disuelve simultáneamente los valores que mantienen unida a la sociedad y provoca la decadencia social. Por lo tanto, debo señalar que si las actuales reacciones de ira de la gente no pueden integrarse en una posición democrática amplia, dicha decadencia podría aumentar rápidamente y a partir de aquí se crearía un entorno adecuado para el fascismo.»