El colectivo de apoyo a la revolución kurda Rojava Azadî Madrid ha emitido un comunicado condenando los crímenes de guerra contra el Kurdistán, e instando a la Unión Europea y a España a expulsar a Turquía de sus instituciones.
El texto completo del comunicado es el siguiente:
"Desde la noche del 14 de junio, el Estado turco está atacando sistemáticamente, con fuerzas aéreas y terrestres, Kurdistán del Sur (Irak). Más específicamente, la región de Shengal, el lugar donde miles de yazidies fueron masacrados hace 6 años por Estado Islámico, el campo de refugiados kurdos de Makhmur y las montañas de Medya. "
Estos ataques son el último eslabón de una larga cadena de genocidios, crímenes de guerra y violación de los derechos humanos que Turquía viene realizando desde hace más de un siglo.
El Imperio Otomano, antecesor del actual gobierno ultranacionalista turco, llevó a cabo varios genocidios en el siglo pasado: cientos de miles de asirios, caldeos y arameos fueron masacrados por ser cristianos; y más de un millón de armenios por razón de su etnia y religión. Igualmente, se han sucedido las matanzas, quemas de aldeas y desplazamientos forzados de decenas de miles de kurdos en Turquía.
En 2018 y 2019, el ejército de Turquía invadió y ocupó regiones del norte de Siria (Kurdistán oeste), provocando más de 400.000 desplazados internos en un país ya devastado por una guerra de 9 años. En las zonas ocupadas, el gobierno de Erdogan ha instalado a milicias yihadistas que roban, extorsionan, secuestran y violan a mujeres y niñas. El sistema democrático instaurado en esas regiones desde 2011 ha quedado desmantelado, se ha prohibido el uso de la lengua y cultura kurdas y se ha impuesto la versión más atroz de la ley islámica. Estos ataques del Estado turco violan todos los principios humanitarios y el derecho internacional. Esto se ha realizado ante el silencio de la comunidad internacional, y con la complicidad de Rusia y Estados Unidos.
Desde 2014, pero especialmente tras el extraño golpe de estado de 2016, el gobierno turco ha realizado una purga de funcionarios, académicos, periodistas, y en general de todas las personas que no son afines al régimen de Erdogan. El ataque es especialmente duro contra los representantes elegidos democráticamente por el pueblo en la región de Kurdistán del norte (SE de Turquía): los alcaldes y alcaldesas electos han sido revocados y encarcelados y sustituidos por personas afines al partido AKP. Son más de 45 municipios sustraídos a la decisión popular.
En la actualidad, los ataques de Turquía se han intensificado en Irak, en el Kurdistán del Sur. A través de ellos, se han destruido pueblos y se han ocasionado graves daños a la naturaleza, ante una tibia respuesta del gobierno iraquí y del Gobierno Regional del Kurdistán y, una vez más, el silencio internacional.
Por otra parte, el gobierno de Erdogan está trasladando mercenarios yihadistas a Libia y ha violado las aguas territoriales de Chipre en sus prospecciones petrolíferas. También hay evidencias de su participación en el aumento de la violencia islamista en Mali y otros países del África Subsahariana.
Todas estas acciones indican que el Estado turco es ya un peligro para la paz y la estabilidad en Oriente Medio y el norte de África.
Turquía es miembro de la OTAN y del Consejo de Europa. La Unión Europea debe tomar partido. Es vergonzoso que mantenga silencio ante las continuas violaciones del derecho internacional que comete el Estado turco.
España es socio de Turquía, no sólo en las instituciones mencionadas, sino que vende armas a su ejército, el mismo que comete crímenes de guerra con el apoyo de esas armas. Además, un contingente del ejército español se encuentra estacionado en la base militar de Incirlik (Turquía), desde donde se da cobertura a los ataques al norte de Siria e Irak. Es doblemente vergonzoso que el presidente del gobierno español estreche la mano de un genocida y se congratule de las excelentes relaciones entre ambos países.
El silencio de la comunidad internacional es la razón del fortalecimiento del fascismo del Estado turco y sus amenazas en todo el mundo. Así que sus acciones asesinas continúan. Es preciso que la población sepa lo que está ocurriendo, porque cerrar los ojos a tales crímenes, aunque se produzcan al otro lado del Mediterráneo, nos hace cómplices. Europa debe recordar la lección del nazismo y el fascismo del siglo pasado. Cerrar los ojos ante la amenaza no debería ser una opción".