La victimización de las familias con casas y lugares de trabajo en barrios dañados ha continuado desde 2015, cuando se declaró un toque de queda en la antigua zona Sur de Amed en medio del fuerte ataque militar de las fuerzas estatales turcas contra el asentamiento.
Muchas de las familias que se vieron obligadas a huir de la ciudad durante el toque de queda se instalaron en diversas zonas o alquilaron propiedades en los distritos aledaños. A las familias se les dieron tres opciones: apartamentos TOKI (Administración de Desarrollo de Vivienda de Turquía) fuera de la ciudad, casas de nueva construcción o dinero a cambio de sus propiedades. La mayoría de ellas querían vivir en áreas donde habían habitado antes. Sin embargo, se solicitó una suma de dos mil liras turcas por cada metro cuadrado de las viviendas propuestas. Algunos hogares económicamente desfavorecidos se establecieron en viviendas TOKI. Las familias que intentan restaurar sus propiedades destruidas o que sobrevivieron parcialmente se han encontrado con una variedad de dificultades a lo largo de los años. Los lugares donde se encontraban las propiedades de las familias se entregan a los inversores o se intenta que éstas renuncien retrasando el procedimiento de restauración.
İsmail Üzmez, quien habló con la agencia MA, es una de las personas cuya casa no ha sido entregada incluso después de más de seis años. Üzmez, quien mudó a su familia a una propiedad que alquiló en un vecindario cercano durante el toque de queda y el asedio, quiere recuperar su vivienda, que solo puede visitar con un "permiso especial" porque está en el sitio de construcción. Señalando su casa de 379 metros cuadrados, a la que solo le quedan dos habitaciones intactas, Üzmez denunció: "Vivíamos con una población de 52. Llegaron con tanques y armas. Incluso ahora, se han descubierto huesos debajo de las ruinas. Cuando nos fuimos, nuestra casa todavía estaba allí. Fuimos desalojados de aquí por el estado. Al regresamos, no quedaba nada de nuestras casas y todos los edificios fueron demolidos. Destrozaron todo. Se llevaron nuestras piedras históricas".
Üzmez declaró que lo presionaban para que vendiera sus casas a un precio barato o para que se endeudara con las casas de TOKI. Üzmez remarcó que no puede instalarse en esos apartamentos, a los que compara con una prisión, y enfatizó que no aceptan esta situación. Al expresar que las familias que firmaron por TOKI lo lamentaron, Üzmez agregó: "Esta era mi casa con un título de propiedad. Necesito permiso para ingresar a mi propia casa hoy. Este lugar está ocupado. Si las entradas aún están abiertas mañana, traeré mi tienda y viviré aquí. No nos inclinaremos ante esto si sabemos que moriremos. Este es mi lugar. Es mi identidad, honor y dignidad. Si me dieran 4 billones de dólares, no daría este lugar".