Cinco activistas de Şîladizê han sido puestos en libertad tras dos años de prisión en Hewlêr (Erbil), en el Kurdistán del Sur. Mehmud Nacî, Ehmed Yusif, Yusif Şerîf, Kovan Tariq y Nêçîr Bedîh, de la comunidad de Şîladizê en la región de Behdînan, fueron detenidos en diciembre de 2020 acusados de apoyar al PKK. En mayo fueron condenados a dos años de prisión por un tribunal penal de Hewlêr por “apoyo a una organización armada”. La organización Community Peacemaker Teams - Iraqi Kurdistan (CPT-IK, antes Christian Peacemaker Teams), que observó el juicio, criticó el veredicto y las pruebas arguyendo que para la condena sólo se utilizaron “confesiones arrancadas mediante tortura y presión” durante el periodo de detención.
Al parecer, las fuerzas de seguridad de la Región del Kurdistán de Irak aconsejaron a los activistas que no hablaran con los periodistas. Según informa la agencia de noticias RojNews, se esperaba una declaración de prensa en presencia de los abogados tras la puesta en libertad. Sin embargo, las Asayîş de Hewlêr amenazaron a los presos y les hicieron firmar un papel en el que se comprometían a no hablar con los periodistas.
Según Kamaran Osman del CPT-IK, los cinco activistas fueron obligados bajo tortura a firmar confesiones en árabe, a pesar de que no hablan este idioma en absoluto. Los métodos de tortura que tuvieron que soportar los activistas en una prisión dirigida por el Partido Democrático del Kurdistán (KDP) incluyeron descargas eléctricas con porras eléctricas, palizas con mangueras y duchas de agua helada.
Violencia y torturas en las prisiones del KDP
La tortura forma parte de la vida cotidiana en las cárceles de la región iraquí del Kurdistán. Las principales víctimas de la violencia estatal son personas detenidas por motivos políticos: activistas, miembros de los medios de comunicación o miembros de la oposición. Sobre todo, los juicios contra los casi 100 presos de Behdînan que fueron detenidos en 2020 tras las protestas masivas contra la falta de salarios de los funcionarios, la corrupción rampante, la falta de servicios estatales y el altísimo desempleo en el Kurdistán del Sur se caracterizaron por las denuncias de tortura y malos tratos contra las autoridades de seguridad de Barzani, del KDP.
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