Madres en Roboski: "Nos mataron junto con nuestros hijos"

Las madres de Roboski, cuyos hijos fueron asesinados por aviones de guerra turcos, aseguraron: "Seguiremos los pasos de nuestros hijos".

Las familias de 34 personas de Roboski, un pueblo de la provincia de Şırnak, que fueron asesinados por aviones de guerra turcos el 28 de diciembre de 2011 continúan su lucha por la justicia.

"Me cobraron por ir a la tumba de mi hijo"

Heybet Encü, quien perdió a su hijo Mohammed en la masacre, dice que no olvidará el dolor mientras viva. La Madre Encü aseguró que la vida no tiene sentido para ellas después de la muerte de su hijo:

"No sentimos nada como las fiestas y bodas que se realizan en el pueblo. Vamos con lágrimas incluso a los eventos divertidos. No hemos experimentado nada más que pena y dolor desde que nuestros hijos fueron masacrados. Pero no era así antes de la masacre, nos ocupábamos de nuestros propios asuntos, seguíamos nuestra vida en un estado feliz. No ha quedado paz después de la masacre. De todos modos, no hay compromiso como antes. La gente tiene miedo. La presión del Estado y las demandas los atemorizan. Muchas veces se han abierto investigaciones en mi contra porque fui a la tumba de mi hijo asesinado con una foto de él en la mano”.

"Seguimos resistiendo"

Azime Alma, la madre del asesinado Nadir, relató:

"Hoy, todos los kurdos que tienen honor y dignidad son encarcelados. Por ejemplo, ¿qué crimen cometió Leyla Güven? Todos estamos en una prisión como ella. Nuestro mundo se ha oscurecido desde que nuestros hijos fueron masacrados. Tuve seis hijos, cada uno de ellos se trasladaron a diferentes lugares después de la masacre. Ya nadie en el pueblo se siente feliz. Ni siquiera podemos sentirnos perteneciendo aquí después de que nuestros hijos fueron asesinados. Pero todavía resistimos. Vivimos de alguna manera, pero no entendemos cómo estamos viviendo. Siempre seguiremos los pasos de nuestros hijos y nunca los olvidaremos”.

Leyla Encü, madre del asesinado Şirvan Encü, habló de la siguiente manera:

"Hacemos visitas al cementerio todos los jueves. Cada vez volvemos a experimentar ese dolor. En estos nueve años, ningún perpetrador fue capturado ni sentenciado por los tribunales. Esta situación nos enfurece más. Nuestra vida estaba bien antes de la masacre. Sabíamos cómo aferrarnos a la vida de alguna manera. Pero después de los asesinatos, todo fue cortado como un cuchillo. Ni siquiera tenemos ganas de movernos. Porque lo que estamos viviendo no es fácil. Al menos tenemos derecho a saber quiénes son los perpetradores".