No la naturaleza del Kurdistán, sino las raíces de la traición deben arder

Desgraciadamente, los que han perdido la memoria histórica vuelven a atacar con las venas de la traición la singular geografía kurda, cuyos picos llegan hasta el cielo. No debería arder la naturaleza del Kurdistán, sino las raíces de la traición.

Análisis

Hay dos líneas muy nítidas en Kurdistán; Resistir y luchar por los valores sociales a los que uno está apegado o traicionar en la forma más horrible y fea. Estas dos líneas, a las que nos enfrentamos hoy, determinarán el destino de un pueblo.

Kurdistán siempre ha mantenido viva la sacralidad de sus tierras

Kurdistán ha sabido levantarse de sus cenizas frente a cada ataque, y ha cultivado las semillas de la vida, no de la muerte. Frente a aquellos que han querido infligirle el infierno y la brutalidad, ha proporcionado vida a su pueblo con su fértil geografía. Con las venas de la resistencia en sus raíces, siempre ha mantenido viva la sacralidad de estas tierras. Es por eso que el pueblo kurdo está inquebrantablemente apegado a las montañas, las piedras y el suelo fértil del Kurdistán. Ojos que no ven la esencia que da vida a toda la humanidad, corazones de piedra que no sienten la vida en la tierra, atacan con sus rostros más oscuros para convertir este paraíso en infierno. Entonces, ¿por qué traicionaron la esencia de la tierra, es decir, la verdad que da alma y vida? ¿Les resultaba tan difícil ver la luz y el brillo de esta tierra? A los que se regodean en la traición, los verdaderos dueños de estas tierras deberían agarrarlos por el cuello y preguntarles: '¿Son estas montañas lo suficientemente inútiles como para quemarlas y destruirlas, para romperlas en pedazos y venderlas?' De hecho, las respuestas a estas preguntas son tan ardientes y amargas como estas montañas que siguen ardiendo frente a los ojos de todos. Lo más importante es pedir cuentas a los traidores que se atrevieron a llevar a la tribu turca invasora a estas tierras.

Este juego sucio debe ser estropeado

Es necesario ver cuando se mira al Kurdistán,  sentir de corazón el dolor de la geografía del Kurdistán, que es bombardeada todos los días. No ver esto, no sentir el dolor de los árboles centenarios convertidos en cenizas, no es obtener una parte de la humanidad. Hacer la vista gorda ante el dolor de las montañas que se convierten en cenizas en las garras de la traición significa no tener ninguna moralidad. Esto significa que el hombre deja de ser humano. Entonces, ¿qué hacer? Este juego sucio debe ser estropeado. ¿Qué juego? Hay que echar a perder el juego sucio de la turba fascista ocupante y de aquellos que interiorizan la traición contra el futuro, la historia, las raíces y todos los valores del pueblo kurdo. Las raíces de la traición que se extienden hasta las montañas del Kurdistán, fuente de vida y fertilidad, deben ser destruidas. En la raíz de la traición está la negación del yo, de la existencia, de la nación y de la esencia. El KD´P y la familia Barzani se presentan ante nosotros como la encarnación de esto. Sí, se esfuerzan por crear una geografía agotada y venderla a los invasores.

La traición no es el destino del pueblo

Estos sufrimientos del pueblo kurdo, especialmente del pueblo del Kurdistán del Sur, no son un destino. El bombardeo e incendio diario de estas montañas, que asombran a todos por su majestuosidad, el desarraigo de árboles centenarios y la quema de todos los seres vivos que viven en el suelo no deben verse como un destino. Ser un mero espectador no es más que una mancha negra en la historia de la humanidad. Las chispas de este fuego no deben quemar la naturaleza del Kurdistán, sino a aquellos que son sirvientes de los invasores a la sombra de la traición. No los que luchan por la libertad, sino los traidores que apuñalan a su pueblo están condenados a perder y perecer. El guerrillero que lucha por el honor de este pueblo, que es compañero de las montañas, que cultiva la esperanza, ya ha prometido ser la esperanza de su pueblo, purificando su alma y protegiendo los valores fundamentales de su propia sociedad a costa de su vida. Ni los traidores ni otras fuerzas pueden oponerse a esto. Por esta razón, el corazón de todos debe abrirse, deben ver la majestuosidad del linaje de resistencia emergiendo de su propio seno y estar a su lado. De esta manera, la traición ya no será el destino de este pueblo, y recibirá el golpe final de los verdaderos dueños de estas tierras. Se pedirá cuenta de esta antigua tierra ardiente, y su venganza será tan grande como su dolor.