7 mujeres en la prisión de Evin en Irán expresaron su apoyo a las activistas ambientales encarceladas, en una carta abierta y condenaron la pena de muerte contra los manifestantes contra el régimen. La carta también llama la atención sobre la represión de la presa política kurdo Zeynab Jalaliyan para obtener una confesión y la "ejecución" de Şirin Elamhouli.
La carta de las presas políticas incluye lo siguiente:
“La pena de muerte, que pisotea el derecho a la vida, es una de las más graves violaciones a los derechos humanos. La sociedad iraní ha sufrido la ejecución de sus seres queridos durante décadas y, más recientemente, hemos sido testigos una vez más de las ejecuciones de algunos jóvenes manifestantes. Nosotras, presas políticas, estamos en una prisión donde algunas de nuestras compañeras de prisión enfrentan penas de muerte y reciben amenazas de muerte.
Los activistas ambientales están luchando para proteger el medio ambiente y el futuro de nuestro país. Fueron detenidos en línea con declaraciones infundadas de la Guardia Revolucionaria. Los Guardias Revolucionarios sometieron a las personas interrogadas a torturas mentales, psicológicas y físicas durante 2 años en celdas de aislamiento para que confesaran lo que no habían hecho. Una de las formas más repugnantes que utilizan los interrogadores para obtener confesiones es mostrar a los presos escenas de 'ejecución' e incluso amenazarlos con la 'ejecución' en el tribunal.
Nuestras dos compañeras, Sapedeh Kashani y Nilofar Bayani, junto con sus otros colegas, fueron procesados en estas circunstancias y acusadas de ser 'espías'. Incluso fueron acusadas de cometer 'corrupción en el mundo' sin pruebas ni documentos legales. Otra compañera nuestra, Maryam Haj Hosseini, una de las científicas más distinguidas del país, estuvo encarcelada durante 412 días en la "casa segura" del Ministerio de Defensa en un área remota (una región montañosa) en las afueras de la ciudad de Teherán. Se enfrentó a la pena de muerte tras ser acusada de 'corrupción en el mundo'. Mahosh Shahriari y Fariba Kamalabadi han estado recluidas en régimen de aislamiento durante meses y sometidas a fuertes torturas emocionales, mentales y físicas por sus creencias. Se enfrentaron a la 'pena de muerte' por los cargos de 'corrupción y espionaje'.