El viejo pesquero, un maltrecho artefacto de unos 20 metros de eslora, zarpó desde el puerto de Esmirna, en el oeste de Turquía. El barco, en el que viajaban hacinadas unas 177 personas, navegó durante unos cuatro días sorteando la costa griega buscando la punta del sur de Italia a través del mar Jónico. La ruta es cada vez más frecuente en los viajes que ofertan los traficantes a migrantes que escapan de países asiáticos. Pero casi siempre se hace con veleros relativamente seguros y con mayor fortuna. Esta vez, cuando la embarcación ya estaba a 150 metros de la costa, tras una travesía de unos 1.200 kilómetros, un tremendo oleaje la mandó contra las rocas y la partió violentamente en dos. Los migrantes cayeron al mar. Algunos pudieron alcanzar nadando la orilla de la playa de Steccato di Cutro, una localidad turística calabresa, a 20 kilómetros de Crotona. Al menos otros 62 se ahogaron y sus cuerpos terminaron cubiertos con una manta sobre la arena o rescatados por la Guardia Costera. Murieron unos 20 niños, entre ellos al menos un recién nacido. El naufragio, uno de los más graves en la costa italiana, es otra mancha de sangre en el reiterado fracaso de Italia y la Unión Europea de crear una política migratoria común.
Las primeras hipótesis señalan que el barco topó con algún arrecife y luego se fue contra las rocas. La información, difundida por la sección italiana de Médicos Sin Fronteras (MSF), descarta también, a partir de los testimonios de supervivientes, que hubiera alguna explosión, como se señaló al inicio. Luego, cuando el mar fue endureciéndose, los migrantes “no tuvieron tiempo de pedir ayuda” y no pudieron evitar que la embarcación se estrellase contra las rocas y se partiese en dos golpeada por la fuerza de las olas.
Algunos de los 80 supervivientes ―21 fueron trasladados a distintos hospitales de la zona― llegaron a la costa por sus propios medios. Igual que los pedazos del barco, hecho añicos del impacto. “Están vivos de milagro”, señaló un portavoz de la Cruz Roja. Entre ellos se encuentra un ciudadano turco, a quien la policía acusa de tráfico de seres humanos y de ser el responsable del viaje mortal. También se encontró la la documentación de al menos otra persona que le acompañaba en el trabajo, pero su cuerpo no ha aparecido.
Las autoridades italianas, que están recogiendo testimonios de los supervivientes para tratar de esclarecer cuántas personas viajaban en la barca, temen que el número de víctimas mortales pueda aumentar, debido a las malas condiciones del mar. Muchos de los cuerpos han aparecido este domingo en las playas cercanas a Steccato. Otros han sido recogidos de las aguas cercanas. De hecho, uno de los cadáveres, como informó MSF, llegó a encontrarse en Catanzaro, a muchísima distancia del accidente.
Las imágenes compartidas por la prensa local muestran los pedazos de una embarcación de madera completamente destruida sobre la playa. “Cuando llegamos al sitio del naufragio vimos cadáveres flotando por todos lados”, ha señalado al periódico local Il Crotonese Laura De Paoli, médico del Cuerpo Italiano de Socorro de la Orden de Malta (CISOM), “rescatamos a dos hombres que sostenían a un niño. Lamentablemente el pequeño estaba muerto”.
Fuente: Daniel Verdú y Lorena Pacho para el diario El País - fotografía de El País