“El derecho a la identidad no se negocia, no se abandona y no se olvida”

El pasado lunes Abuelas de Plaza de Mayo anunció la restitución del nieto 130, en abril habían encontrado a la nieta 129.

El pasado lunes Abuelas de Plaza de Mayo anunció la restitución del nieto 130, en abril habían encontrado a la nieta 129. Una lucha que no se acaba a pesar de que el tiempo desespera porque aún resta recuperar la identidad de al menos 400 bebés más, expropiados en la última dictadura militar en Argentina.

Hoy jueves la Asociación de Abuelas dió una conferencia de prensa junto a Javier Matías Darroux Mijalchuk, el nieto recuperado. Es oriundo de Capilla del Monte. Hijo de Elena Mijalchuk y Juan Manuel Darroux, ambos desaparecidos en diciembre de 1977.

“La restitución de mi identidad es para mí un homenaje a mis padres, una caricia en el alma, un símbolo de memoria, verdad y justicia. Un símbolo que si tengo que definirlo en un momento en el presente, no hay otro más significativo que el abrazo con mi tío", dijo el hombre en la conferencia de prensa.

Javier Matías Darroux Mijalchuk desapareció cuando tenía cuatro meses, Elena Mijalchuk, su madre, estaba embarazada en ese momento. Ella fue a una dirección que obtuvo como posible punto de la desaparición de su esposo unos días atrás. Allí ella también fue secuestrada. El bebé fue dejado en la calle, encontrado por una señora, y finalmente adoptado.

Él tenía indicios de su posible origen, e inició la búsqueda de su identidad. "Me resistía a acercarme a Abuelas porque estaba bien con quién era, o eso creía, pero a fines de 2006 entendí que si buscar mi identidad no era tan importante para mí, no podía ser tan egoísta porque del otro lado podía haber personas buscándome", dijo Javier Matías y agregó a su reflexión que “El derecho a la identidad no se negocia, no se abandona y no se olvida".

Juan Manuel Darroux trabajaba en el área administrativa de la Universidad de Morón cuando conoció a Elena Mijalchuk, que estudiaba para contadora.

En diciembre del 77 Juan Manuel se encontró con sus primos Luis Molina y Domingo Carmelo Graziadio en un bodegón en la localidad de Valentín Alsina y Juan Manuel le pidió a Domingo que lo acercara hasta la calle Paraná y Panamericana, en el conurbano bonaerense. Llegaron allí y como Juan se veía nervioso su primo decidió volver al lugar luego de dejarlo y vió como era subido por la fuerza a un auto. A finales de mes Elena recibió una carta donde le indicaba una dirección para encontrar a su esposo, su familia la llevó a la cita, la vieron subir a un auto y no supieron mas de ella ni de Javier de 4 meses.

Javier Matías fue, según consta en los expedientes, encontrado a 3 cuadras de la ESMA por una mujer y dado en adopción en Buenos Aires, luego, ya en 1999, se fue a Córdoba, y allí comenzó su camino de búsqueda de identidad. Ese mismo año Roberto Mijalchuk, hermano de Elena, denunció la desaparición de su hermana embarazada, su cuñado y su sobrino, y la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) abrió un nuevo legajo y comenzó a investigar el caso. Las muestras de sangre de ambas familias se incorporaron al Banco Nacional de Datos Genéticos.

Si bien el Banco Nacional de Datos Genéticos cotejó la identidad de Javier con la familia Darroux Mijalchuk, en 2016, y allí pudo conocer a su familia, como no había ningún registro de sus padres, la CONADI derivó el caso a la Unidad Fiscal Especializada para Casos de Apropiación de Niños para profundizar la investigación, y eso demoró la comunicación pública de esta restitución. "Esperamos que alguien viendo las fotos de mis padres puedan acercar un dato, algo sobre ellos", pidió Javier Matías, refiriéndose a la situación de muchos desaparecidos que quedaron borrados de cualquier tipo de registros en los Centros Clandestinos de Detención, recorrido que solo suele recuperarse a través de los pocos testigos que sobrevivían.